CAP 40

769 39 2
                                    

Un par de horas después, Valeria y Emma estaban listas. Habían planeado cada paso para asegurarse de que Nicolás no las pillara, aunque sabían que el riesgo de ser descubiertas era alto. Emma, por fin, parecía un poco más ligera, algo que Valeria no podía evitar notar. Había aceptado la idea de escapar, aunque no sin una mezcla de nerviosismo y emoción.

El plan era sencillo: Andrés las ayudaría a salir discretamente de la casa, de modo que Nicolás no se enterara de su ausencia. Mientras esperaban a que llegara el momento, Valeria miraba a su amiga, notando lo mucho que su rostro había cambiado. Había algo en Emma, algo más vivo en sus ojos, que la hacía sentir que, aunque el escape era temporal, había sido necesario.

A las 2:30 de la tarde, como habían acordado, Andrés llegó en su coche. Se estacionó a unos metros de la entrada de la casa, justo en una esquina donde Nicolás no lo vería si pasaba por ahí. Andrés les había enviado un mensaje a ambas, avisándoles de que ya era el momento. Las dos salieron rápidamente, tan sigilosas como podían.

Cuando llegaron al coche, Andrés les sonrió y les hizo un gesto para que subieran.

-¿Listas para la gran aventura? -preguntó Andrés con una sonrisa traviesa, mirando a las dos chicas. Sabía que el día sería algo fuera de lo común, pero para Emma, era más que un simple escape. Era un respiro.

Emma se subió al coche, mirando atrás, con la sensación de que aún podía ser atrapada en cualquier momento. Sin embargo, al ver la expresión tranquila de Valeria, se relajó un poco.

-¿Tienes alguna idea de qué vamos a hacer primero? -preguntó Emma, un poco más animada.

Valeria se encogió de hombros y rió suavemente.

-Vamos al centro comercial a pasear, comprar algunas cosas, comer algo... Ya verás cómo todo se siente mejor después de un par de horas fuera de todo esto.

Andrés arrancó el coche y comenzó a conducir, mientras las dos chicas se sentían como si el tiempo se hubiera detenido para ellas. La tensión, aunque por momentos seguía presente, se fue disipando poco a poco con cada kilómetro que recorrían. El viento que entraba por las ventanas abiertas, el sol brillando con fuerza, todo parecía más liviano.

Al llegar al centro comercial, los tres se adentraron entre las tiendas, sintiendo la vibrante energía del lugar. Las luces brillaban, los pasillos estaban llenos de gente, y por un momento, Emma se olvidó de todo lo demás. Valeria la arrastró a un par de tiendas, mostrándole ropa, mientras Andrés, que las acompañaba, hacía comentarios divertidos sobre la ropa y las modas.

-¿Qué te parece este? -preguntó Valeria, mostrándole un vestido que vio en la vitrina.

Emma miró el vestido, sonrió ligeramente y negó con la cabeza.

-No sé si me veo bien con eso, Val. ¿Y este? -respondió, señalando un conjunto más sencillo.

Ambas rieron mientras Valeria le ayudaba a encontrar algo que le gustara. Pasaron horas entre las tiendas, riendo, comprando ropa nueva y comiendo algo ligero en la zona de comida. Emma, que al principio estaba apagada, comenzaba a relajarse y a disfrutar de la compañía de Valeria y Andrés. Su sonrisa, aunque pequeña, era sincera.

Andrés, siempre bromista, seguía haciendo comentarios para aliviar cualquier momento de incomodidad, y por primera vez en mucho tiempo, Emma se sintió completamente desconectada de las preocupaciones que había dejado atrás en la casa. El peso de las expectativas, la mirada de Nicolás y los problemas parecían desvanecerse por un rato.

-Este es el mejor día que he tenido en mucho tiempo -admitió Emma con una sonrisa genuina, mirando a Valeria.

-Te lo dije -respondió Valeria, abrazándola brevemente-. A veces, solo necesitamos salir y sentir que podemos respirar. No todo tiene que ser tan serio todo el tiempo.

Mafia y Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora