CAP 39

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Después del insistente del comedor, Nicólas llevo a Emma a dormir Valeria se quiso quedar junto a ella en todo momento, en ningún momento salió de la habitación. Había pasado tres horas cuando Valeria sintió como Emma se movía.

- hola bella durmiente- dice con un tono divertido

-¿Dormí mucho?- pregunta con preocupación

- no- niega lentamente

- quieres ir al centro comercial, asi despejas tu mente- Valeria le agarra su mano suavemente

- no tengo ánimos

- oh, vamos Emm- Emma la vio y Valeria coloco unos ojos lo cuales no se pudo resistir

- está bien- dijo resignada

Ambas se levantaron y se arreglaron rápidamente. Emma se cambió de ropa con rapidez, poniéndose algo cómodo pero que la hiciera sentir un poco más animada. Valeria, por su parte, ya tenía todo listo, como si esperara que su amiga se decidiera finalmente. Tras unos minutos, salieron de la habitación con la esperanza de salir por un rato, de hacer algo normal, aunque todo alrededor pareciera estar al borde del colapso.

Bajaron las escaleras, dirigidas al comedor, donde Nicolás estaba sentado, absorto en sus pensamientos. Al verlas acercarse, levantó la vista, notando que Emma no lucía tan agotada como cuando la había dejado en la cama, aunque aún seguía visible la sombra de su cansancio.

-Nicolás, ¿podemos salir un momento? -preguntó Valeria con una sonrisa inocente, aunque sabía que no sería fácil obtener su permiso. Emma la miró con algo de incertidumbre, sabiendo que Nicolás podría no estar de acuerdo.

Nicolás dejó de mirar su celular y fijó la mirada en las dos, primero en Valeria y luego en Emma. Su expresión cambió inmediatamente, de una relajación momentánea a una firmeza que dejaba claro que no le agradaba la idea.

-No -respondió Nicolás, con una voz fría y firme, sin vacilar-. No vas a salir, Emma. No ahora.

Valeria intentó intervenir, pero Nicolás levantó la mano, pidiendo silencio.

-Es por todo lo que está pasando con mi padre y por cómo te sientes, Emma -continuó él, su tono más bajo pero lleno de preocupación-. Necesito que te quedes en casa. No puedes estar saliendo de aquí ahora, no después de todo esto. Tú... no estás bien.

Emma apretó los labios, sintiendo una presión creciente en su pecho, como si no pudiera respirar. Quería salir, quería algo que le permitiera olvidarse por un momento de la situación, pero Nicolás, con su tono tan impositivo, estaba ejerciendo su control.

-Nicolás, por favor... -murmuró Valeria, viendo la frustración en el rostro de su amiga-. Ella solo necesita un poco de espacio, un poco de tiempo. No estamos pidiendo mucho.

Nicolás la miró con un aire de exasperación.

-Lo que está pasando no es solo sobre ella, Valeria -respondió, su voz dura, pero también llena de algo que parecía un miedo reprimido-. Mi padre está mal, Emma está estresada, y yo... yo también estoy luchando con esto. Necesitamos tiempo para procesarlo todo, no salir como si nada estuviera pasando.

Valeria miró a Emma, que bajó la mirada, sintiendo el peso de la decisión de Nicolás. La tensión en la habitación era palpable. Sabía que no podía obligarlo a ceder, pero también sabía que Emma necesitaba algo más, algo fuera de la presión constante de las malas noticias.

-Lo siento, Emm -dijo Valeria, finalmente, mirando a su amiga con tristeza-. Quizás más tarde...

Emma suspiró, la frustración inundándola, pero no dijo nada más. Sabía que no podía hacer nada por cambiar la decisión de Nicolás en ese momento.

La atmósfera en la casa seguía cargada, pero Valeria, a pesar de la negativa, permaneció a su lado, dispuesta a apoyarla en lo que fuera necesario.

Después de la negativa rotunda de Nicolás, Valeria observó la frustración en los ojos de Emma. Aunque intentó mostrar una sonrisa tranquilizadora, el ambiente en la casa seguía tenso. Sabía que no era una solución, pero también entendía que Emma necesitaba un respiro, algo que la sacara de la rutina de presiones y emociones que la estaban ahogando.

Mientras se sentaban juntas en el salón, Valeria notó que Emma parecía cada vez más abatida. La joven no había dicho mucho después de la charla con Nicolás, pero su cuerpo hablaba por ella: su postura encorvada, la mirada perdida en la nada.

Valeria observó a su amiga con atención, pensando en cómo ayudarla a salir de ese agujero emocional en el que parecía estar atrapada. Entonces, una idea se le ocurrió.

-¿Sabes qué? -dijo Valeria, con un brillo repentino en sus ojos-. Tengo una idea, pero solo si tú estás dispuesta a hacerlo.

Emma, aún cabizbaja, la miró con curiosidad, sin saber qué esperar.

-¿Qué idea? -preguntó, casi sin esperanza en su voz.

Valeria se acercó, hablando en voz baja, como si compartiera un secreto.

-Escapemos, Emm. No como si fuéramos a desaparecer del mapa, pero salimos un rato. Lo que pasa es que... necesito la ayuda de alguien más para esto. Y sé justo a quién podría recurrir.

Emma levantó la mirada, algo confundida.

-¿Quién? -preguntó, sin comprender del todo.

Valeria sonrió de manera traviesa, con un toque de complicidad.

-Andrés -respondio- Él nos ayudará.

Emma parpadeó, sorprendida por la sugerencia. Andrés era una figura clave en el círculo cercano de Nicolás, y aunque siempre había sido amable con ella, nunca imaginó que Valeria acudiría a él para un plan como ese.

-¿Andrés? -dijo Emma, dudando un poco-. ¿Pero no... no va a meterse en problemas con Nicolás si lo hacemos?

Valeria asintió con firmeza, convencida de que era la única forma de darle un respiro a Emma.

-Andrés entiende lo que está pasando. Y sé que no le gusta ver a Nicolás tan rígido y controlador. Lo último que quiere es vernos atrapadas aquí, sin poder hacer nada. Además, él tiene el poder de hacer que Nicolás se calme un poco. A veces, cuando los dos están juntos, Andrés puede hacer que Nicolás vea las cosas desde otro ángulo.

Emma dejó escapar un suspiro, mirando a Valeria como si tratara de evaluar si realmente valía la pena arriesgarse.

-¿Y si nos descubre? ¿Y si...?

-No te preocupes por eso -interrumpió Valeria, con un tono decidido-. Yo me encargaré de que todo salga bien. Solo confía en mí.

Valeria tomó las manos de Emma con suavidad, transmitiéndole todo el apoyo que sentía por ella. Sabía que esta era una de esas decisiones que las unía aún más.

-¿Entonces? -preguntó Valeria, con una sonrisa en sus labios-. ¿Nos escapamos un rato y conseguimos ese respiro que tanto necesitas?

Emma se quedó en silencio unos momentos, sintiendo el peso de la decisión, pero al final asintió lentamente, con un suspiro de alivio.

-Está bien... Vamos a hacerlo. Pero, por favor, no me hagas arrepentirme.

Valeria soltó una risa suave, aliviada de que su amiga hubiera aceptado.

-Te prometo que no lo harás. Ahora, voy a contactar a Andrés. Preparémonos para salir antes de que Nicolás se dé cuenta de nada.

Emma sonrió por primera vez en horas, agradecida de que Valeria estuviera allí para ella, dispuesta a darle el escape que tanto necesitaba.

Y mientras Valeria mandaba un mensaje a Andrés, ambas se preparaban en silencio, sabiendo que el momento de la escapatoria estaba cerca. Un respiro, aunque breve, era justo lo que Emma necesitaba.

Mafia y Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora