El Primer Encuentro

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La noche se tornó cómplice de nuestro encuentro, y mientras nos movíamos entre las sombras del parque, el mundo exterior parecía desvanecerse. Aquel lugar, que solía ser un refugio para mí, ahora se transformaba en un escenario donde lo sobrenatural y lo humano colisionaban.

Lucifer me observaba con una intensidad que me hacía sentir expuesto, como si pudiera ver cada rincón oculto de mi alma. "Muéstrame tu arte," dijo, su voz suave, casi como un susurro que acariciaba mi piel.

"¿Aquí?" pregunté, un poco titubeante. La idea de crear bajo la mirada de un ser tan poderoso me intimidaba, pero al mismo tiempo me excitaba.

"Sí, aquí. Deja que la oscuridad te inspire," insistió, acercándose un poco más, su presencia envolvente. El aire entre nosotros se cargaba de tensión, un deseo palpable que hacía que cada latido de mi corazón resonara con fuerza.

Saqué un cuaderno de bocetos que siempre llevaba conmigo, la tapa gastada y las hojas llenas de dibujos y notas. Mientras me acomodaba en el banco del parque, sentí que Lucifer se sentaba a mi lado, su mirada fija en mí.

"Comienza," dijo, y su voz era un aliento cálido que despertaba mi creatividad. Cerré los ojos por un momento, tratando de concentrarme. La energía que emanaba de él me llenaba de inspiración, como si cada trazo de mi lápiz estuviera guiado por una fuerza mayor.

Comencé a dibujar, las líneas fluyendo sobre el papel como un río desbordado. No era solo un dibujo; era una representación de mis deseos más profundos, de lo que había encontrado en su presencia. Con cada trazo, sentía que la conexión entre nosotros se fortalecía, como si nuestras almas se entrelazaran en una danza.

"Eres increíble," murmuró Lucifer, y su voz vibró en el aire, envolviéndome en una calidez que me hizo sonreír. "Sigue."

A medida que continuaba, me di cuenta de que estaba creando no solo con mis manos, sino también con mi corazón. Cada línea hablaba de mi anhelo por entender lo desconocido, por explorar los límites del deseo. Era como si Lucifer estuviera alimentando mi arte, trayendo a la vida cosas que nunca había podido expresar.

"¿Qué sientes?" preguntó, inclinándose hacia mí. Su proximidad me hizo temblar, y el olor a su piel, como el fuego y el incienso, me embriagaba.

"Siento... pasión. Miedo. Deseo," respondí, sintiéndome vulnerable al confesarlo.

"Esa es la esencia de lo que busco. Deseo experimentar lo que es ser verdaderamente humano," dijo, y en su mirada había una mezcla de anhelo y curiosidad.

En ese instante, sentí que nuestras almas se comunicaban sin palabras, como si compartiéramos un secreto que solo nosotros conocíamos. Me dejé llevar por el momento, dibujando sin pensar, entregándome a la conexión que brotaba entre nosotros.

Cuando finalmente levanté la vista, la luna iluminaba el papel, revelando una imagen vibrante y llena de vida. Era un retrato de Lucifer, pero no solo su forma física; era la representación de su esencia, de su lucha y su deseo.

"Es hermoso," dijo, sus ojos brillando con una luz intensa. "Capturaste algo que nunca podría expresar."

Sentí que mi corazón latía con fuerza al escuchar sus palabras. "¿Es eso lo que buscas, Lucifer? ¿Una forma de expresar tu deseo?"

"Sí, y tú me has dado una ventana a ese mundo," respondió, acercándose aún más. La chispa entre nosotros se convirtió en fuego, y en ese instante, comprendí que estábamos al borde de algo monumental.

"Quiero más de esto," susurré, sintiendo cómo el deseo comenzaba a crecer dentro de mí. "Quiero explorar más contigo."

Lucifer sonrió, un gesto que prometía complicidad. "Y yo quiero experimentar todo lo que eres. Este es solo el comienzo."

La noche se sentía cargada de posibilidades, y mientras nuestros ojos se encontraban, supe que habíamos cruzado un umbral. Lo que había comenzado como un simple encuentro se transformaba en una aventura que desdibujaría las líneas entre el deseo, el arte y lo prohibido.

El Hijo Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora