El Hijo Del Diablo

Entre un Ángel y un Demonio

La noche caía sobre el inframundo, y las sombras se alargaban mientras me preparaba para la reunión en el Valle de las Tres Fronteras. Sin embargo, a pesar de la urgencia que sentía por forjar alianzas, había un fuego ardiente en mi interior que no podía ignorar. El deseo que había comenzado en el burdel gay resonaba en mi mente, y pensé en cómo podría saciarlo.

Había sentido la atracción por Lucifer desde que lo conocí, y mi encuentro con el ángel había dejado una chispa de curiosidad y ansias de exploración en mi corazón. Sin embargo, la idea de tener a ambos en el mismo lugar, compartiendo una experiencia íntima, me hacía temblar de anticipación y nervios.

Finalmente, decidí buscar a Lucifer. La oscuridad que lo rodeaba siempre me había atraído, y en el fondo sabía que, a pesar de su naturaleza demoníaca, había una conexión profunda entre nosotros. La idea de invitar al ángel también surgió como una forma de fortalecer esa conexión.

Lo encontré en un rincón del inframundo, donde las llamas danzaban y la oscuridad se tornaba en un lugar propicio para la intimidad. Su figura imponente y su mirada intensa me atraparon, y el aire entre nosotros se cargó de tensión.

"Damon," murmuró Lucifer, su voz como un susurro seductor. "¿Qué te trae a mí en esta hora de la noche?"

"Lucifer," empecé, sintiendo que las palabras se atascaban en mi garganta. "He estado pensando en lo que sucedió antes. El ángel... hubo algo en él que despertó algo dentro de mí. Y... me gustaría explorar eso. Quiero que estés con nosotros."

Sus ojos se iluminaron con un brillo juguetón, y una sonrisa astuta se dibujó en su rostro. "¿Un trío, eh? No puedo decir que no me sorprende. La curiosidad y el deseo son como el fuego; si no se alimentan, se apagan. ¿Y quién es el afortunado ángel que participará en esta aventura?"

"Gabriel," respondí, recordando la forma en que él me había mirado en los jardines celestiales, la conexión que había crecido entre nosotros. "Lo he convocado aquí. Creo que juntos podríamos crear algo... especial."

Lucifer asintió lentamente, sus ojos llenos de un interés casi lujurioso. "Entonces, hagamos que esta noche sea memorable. Llama a Gabriel, y veremos hasta dónde nos llevan nuestros deseos."

Con el corazón palpitante, me acerqué a la entrada del lugar donde había acordado encontrarme con Gabriel. La anticipación crecía en mí mientras llamaba su nombre. Poco después, vi la figura de Gabriel acercándose, sus alas resplandecían incluso en la penumbra del inframundo.

"Damon, ¿qué sucede?" preguntó, un atisbo de preocupación en su voz. "Este lugar... no es como el cielo."

"Lo sé," respondí, sintiendo la mezcla de deseo y nervios. "Pero he encontrado un camino que podría ser... liberador. Lucifer y yo hemos discutido algo, y quisiéramos invitarte a explorar esta conexión que sentimos juntos."

Los ojos de Gabriel se abrieron en sorpresa, pero también en entendimiento. "¿Ambos? En este lugar... Es arriesgado."

"Quizás," admití, "pero a veces los riesgos son los que llevan a los mayores placeres. Te invito a dejar de lado las preocupaciones por un momento y permitirnos experimentar juntos."

El silencio se llenó de un electrizante suspense, y finalmente, Gabriel sonrió, su curiosidad superando cualquier duda. "Está bien. Si es así, estoy dispuesto a explorar lo que pueda surgir."

Con una mezcla de emoción y anticipación, conduje a Gabriel hacia donde Lucifer nos esperaba. La atmósfera estaba cargada de deseo mientras nos reuníamos, uniendo nuestras energías en un espacio que prometía ser liberador.

La química entre los tres era palpable, una danza de miradas y sonrisas que encendieron el ambiente. Pronto, nos encontramos juntos, nuestros cuerpos acercándose a medida que la oscuridad se desvanecía con la luz de nuestra conexión.

Lucifer fue el primero en moverse, acercándose a Gabriel y atrapando su rostro entre sus manos. La mirada que compartieron era intensa, un cruce de mundos que dejó a todos sin aliento. Gabriel no se quedó atrás; su mirada destilaba deseo mientras se acercaba a mí, dejando un rastro de calor en su piel.

Los besos comenzaron suaves, exploratorios, como si cada uno de nosotros tratara de descifrar el deseo del otro. Las manos se movieron sin prisa, acariciando, descubriendo la piel, mientras nos entregábamos al momento, a la posibilidad de perder el control en la dulce combinación de luz y oscuridad.

El calor aumentaba entre nosotros, Lucifer me desprendió de la ropa y Gabriel hizo lo mismo con él.

Estábamos completamente desnudos los tres, Lucius nos empujó al sofá y se postró encima mío mientras Gabriel empezó a pensar en todas las perversiones que podríamos lograr. No pasó mucho hasta que logré acomodar mi polla en la entrada de Lucíus, lo escuché gemir y vi como sus alas se movían de placer.

Por el otro lado, Gabriel me penetró a mi, y así los tres compartimos algo más que el odio, era nuestro secreto, entrelazados, cuerpos y almas fusionándose en una danza de pasión. Los susurros de deseo se mezclaban con los gemidos de placer, y el inframundo, normalmente un lugar de tormento, se transformó en un refugio de lujuria y conexión.

Lucifer y Gabriel eran una mezcla perfecta, y mientras nuestras energías se entrelazaban, supe que había encontrado algo más que un simple encuentro; habíamos creado un momento en el que la luz y la oscuridad se unían, desdibujando las líneas que nos separaban.

La noche se volvió un torbellino de sensaciones, y mientras nos dejábamos llevar, comprendí que este trío era solo el comienzo de algo mucho más profundo. Lo que se había iniciado como un deseo físico se transformó en un lazo emocional que desafiaba las convenciones de nuestros mundos.

Y en el centro de todo, sabía que, sin importar lo que nos esperara en el futuro, esta noche nos había unido de maneras que nunca imaginé. Mientras las sombras bailaban alrededor de nosotros, la luz de nuestra conexión brillaba intensamente, y en ese momento, supe que nada podría separarnos.