Los días siguientes transcurrieron entre la calma y la tensión, como un frágil equilibrio que podía romperse en cualquier momento. Mi conexión con Lucifer se hacía más profunda y poderosa, y cada instante a su lado parecía intensificar el amor y la complicidad que compartíamos. Sin embargo, la advertencia de Seraphiel resonaba en mi mente, como un eco persistente que no podía ignorar.
Una noche, mientras caminábamos juntos por las calles desiertas de la ciudad, la atmósfera se sentía diferente. Había una sensación de anticipación, como si el aire mismo estuviera cargado de una energía eléctrica. Lucifer me miró de reojo, su expresión seria, y supe que también lo sentía.
"Damon," comenzó, su voz grave y penetrante. "No podemos seguir ocultándonos por mucho tiempo. Las fuerzas que se están acumulando no se detendrán hasta que obtengan lo que desean."
"¿Te refieres a los ángeles?" pregunté, sintiendo que mi corazón latía con fuerza. "¿Crees que vendrán tras nosotros?"
"Sí," asintió. "Y no solo ellos. Los demonios también están al tanto de nuestra unión, y su deseo por interferir no es menos feroz. Habrá quienes intenten usar nuestra conexión en su beneficio, y otros que buscarán destruir lo que hemos creado."
Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar sus palabras. La idea de ser objeto de una lucha entre seres celestiales y demoníacos era aterradora, pero en ese mismo instante, el recuerdo de nuestra entrega, del juramento que habíamos hecho, me llenó de determinación.
"No podemos dejar que eso nos detenga," respondí con firmeza. "Si estamos destinados a enfrentar esta guerra, lo haremos juntos."
Lucifer sonrió, y por un momento, la tensión entre nosotros se desvaneció. "Siempre has sido valiente, Damon. Esa es una de las cosas que más admiro de ti."
Continuamos caminando, pero la atmósfera seguía cargada de presagios. De repente, un grito desgarrador resonó en la distancia, y ambos nos detuvimos en seco, el sonido helando la sangre en mis venas. Sin pensarlo, Lucifer tomó mi mano y me condujo hacia el origen del grito.
Llegamos a una calle oscura donde la luz apenas penetraba, y allí, en medio de la penumbra, encontramos a un hombre tendido en el suelo, su rostro demacrado y lleno de miedo. Su mirada se iluminó al vernos, como si la esperanza hubiera renacido en él.
"¡Ayuda!" gritó, su voz quebrada por el terror. "Están viniendo por mí... ellos... son demonios. Quieren atraparme."
Lucifer se acercó al hombre, su presencia imponente calmando un poco la situación. "¿Qué ha sucedido?" preguntó, su tono grave pero empático.
"Estaba en una reunión... algo salió mal," balbuceó el hombre, temblando. "Hablamos de la conexión entre humanos y seres sobrenaturales, y luego empezaron a aparecer sombras. No sé cómo... pero se lanzaron sobre nosotros, y ahora me están persiguiendo."
Lucifer y yo intercambiamos miradas, y supe que este era solo el comienzo de lo que habíamos temido. "Debemos llevarte a un lugar seguro," dije, sintiendo una urgencia crecer dentro de mí.
"No hay tiempo," respondió el hombre, su voz cargada de desesperación. "Ellos están cerca. Si no me escondo... me encontrarán."
Antes de que pudiera decir algo más, el aire se volvió pesado, y de la oscuridad emergieron figuras espectrales, sombras alargadas que parecían cobrar vida propia. Mi corazón se aceleró al ver sus ojos brillantes, llenos de una malevolencia que helaba la sangre.
"¡Corre!" ordenó Lucifer, apretando mi mano. "No podemos quedarnos aquí."
Nos lanzamos en dirección contraria, pero mientras corríamos, sentí el aliento de las sombras en mi nuca, como un frío que amenazaba con devorarnos. Era como si el miedo se manifestara en forma física, buscando consumir todo a su paso.
De repente, una de las sombras se abalanzó sobre nosotros, y Lucifer levantó una mano, invocando una barrera de luz que los detuvo en seco. "¡Ve adelante!" gritó. "Encuentra un refugio."
"No puedo dejarte," respondí, el terror apoderándose de mí.
"¡Hazlo!" Su voz era un mandato, y su determinación me empujó hacia adelante. "Confía en mí."
Con una mezcla de angustia y desesperación, me vi obligado a seguir corriendo, el sonido de la batalla resonando tras de mí mientras el caos se desataba. En mi mente, las advertencias de Seraphiel reverberaban como un mantra. La guerra había comenzado, y estaba atrapado en el medio de una lucha entre lo divino y lo demoníaco.
El destino de nuestra conexión dependía de la decisión que tomáramos. Tenía que encontrar un lugar seguro para el hombre, para nosotros, y reunir la fuerza necesaria para enfrentar lo que estaba por venir. Pero, más que nada, necesitaba a Lucifer de vuelta a mi lado, y esa necesidad ardía como una llamarada en mi pecho.
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El Hijo Del Diablo
RandomLucifer, el hijo del Diablo, ha vivido siglos en el inframundo, gobernando sobre las almas perdidas. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando un mortal, Damon, irrumpe en su mundo. es un artista talentoso y apasionado que busca inspiración...