De regreso en el castillo de Lucius, un aire de tensión comenzaba a envolver cada rincón de los pasillos oscuros y cavernosos. Los rumores de conflictos entre los reinos no cesaban, y una creciente inquietud se apoderaba de todos. Sabíamos que el encuentro en el Valle de las Tres Fronteras había puesto en movimiento fuerzas que no todos estaban listos para aceptar. Con cada paso que daba, podía sentir la gravedad de lo que nos esperaba.
Lucius estaba en el salón principal, rodeado de algunos de sus generales y consejeros. En cuanto me vio, hizo un gesto para que me acercara. Sus ojos, normalmente llenos de determinación, reflejaban ahora una preocupación latente que trataba de ocultar.
“Damon,” dijo con un susurro apenas perceptible cuando me coloqué a su lado. “Las cosas están complicándose más rápido de lo que esperaba. Hay movimientos en el inframundo, alianzas que no nos favorecen… y parece que incluso en el Cielo hay facciones que prefieren la guerra a cualquier intento de paz.”
“¿Crees que estamos en peligro?” pregunté, tratando de no dejar ver el temor en mi voz.
Lucius me observó con una seriedad inusitada. “No solo nosotros, sino todos. La paz que hemos intentado construir está siendo desafiada por aquellos que no están dispuestos a ver el cambio. Esta situación podría desatar un conflicto mayor de lo que imaginamos.”
Uno de los generales se acercó y murmuró algo al oído de Lucius, quien asintió con gravedad. “Perdóname, Damon,” dijo, apartándose. “Debo atender esto, pero hay algo de lo que quiero hablar contigo más tarde. Espérame en mis aposentos.”
Asentí, observando cómo se marchaba con el rostro decidido y los hombros tensos. Su papel como líder lo llamaba, y yo entendía la presión que cargaba sobre sus hombros. Al quedar solo, decidí dirigirme a sus aposentos, sumido en pensamientos oscuros sobre lo que podría suceder.
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Horas más tarde, Lucius apareció en sus aposentos, visiblemente agotado, pero su expresión cambió al verme. Cerró la puerta tras de sí y se acercó a mí, dejándose caer en un sillón junto a la chimenea, donde las llamas crepitaban suavemente.
“Damon, lo que estoy a punto de decirte no es fácil,” comenzó, con un tono de voz profundo. “Esta situación está llegando a un punto donde podría perder el control. Los líderes de ciertos sectores del inframundo están cuestionando mi autoridad, y algunos incluso están hablando de aliarse con facciones en el Cielo para provocar el caos.”
“¿En el Cielo?” pregunté, sorprendido. “¿Por qué querrían aliarse con fuerzas celestiales? Creí que el Cielo y el Infierno nunca se mezclarían de esa forma.”
“Normalmente, no lo harían,” respondió Lucius. “Pero algunos ángeles creen que el orden que existe entre nuestros mundos necesita ser destruido para comenzar de nuevo. Ellos buscan limpiar lo que consideran una corrupción en ambos reinos… y hay demonios que ven en esto una oportunidad para ganar poder sin someterse a las reglas del inframundo.”
Tomé su mano, apretándola con fuerza. “Lucius, no estamos solos en esto. Hay quienes creen en nuestra causa, en que la paz es posible. No importa cuán oscura parezca la situación, aún tenemos aliados, y tenemos nuestra conexión. Eso es algo que no podrán quitarnos.”
Lucius me observó, y por un momento, sus ojos reflejaron una ternura inesperada. “Damon… todo esto me hace recordar por qué quise tenerte a mi lado. Lo que estamos construyendo no es solo por el reino o la paz. Es por nosotros, por la posibilidad de un futuro diferente, uno en el que podamos estar juntos sin escondernos ni temer por nuestra conexión.”
Un momento de silencio se instaló entre nosotros, cargado de emociones y de promesas no dichas. Lentamente, Lucius se inclinó hacia mí, sus labios encontrando los míos en un beso lento y profundo. En ese instante, el mundo exterior dejó de importar; solo estábamos él y yo, juntos en medio de una tormenta que se avecinaba.
“Damon,” susurró, apenas separándose, “prometo que lucharé hasta el final por este futuro, por nosotros. No voy a permitir que nada ni nadie nos separe.”
Nos quedamos así, abrazados, con las llamas de la chimenea iluminando la habitación. Aun sabiendo lo que se avecinaba, sentí una renovada fuerza dentro de mí, la certeza de que, pase lo que pase, enfrentaría cualquier cosa mientras estuviera a su lado.
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A la mañana siguiente, los mensajes de los diferentes reinos comenzaron a llegar. Los líderes de facciones en el Cielo y el Infierno pedían audiencias, cada uno con diferentes exigencias y condiciones para evitar un conflicto total. Sabíamos que esta paz precaria podía romperse en cualquier momento, pero también que, unidos, tendríamos una oportunidad de cambiar el curso de los acontecimientos.
Con Lucius a mi lado, me preparé para enfrentar lo que fuera necesario. La tormenta estaba cerca, pero en medio de la oscuridad, él y yo habíamos encontrado una chispa que nadie podría extinguir.
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El Hijo Del Diablo
RandomLucifer, el hijo del Diablo, ha vivido siglos en el inframundo, gobernando sobre las almas perdidas. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando un mortal, Damon, irrumpe en su mundo. es un artista talentoso y apasionado que busca inspiración...