Lucius me guió hasta el Mirador de los Tres Reinos, y la inmensidad que contemplé me dejó sin palabras. Tres luces brillaban a través de la vasta ventana: el cielo resplandecía con una pureza dorada, la tierra extendía su calma inquietante, y el inframundo bullía con sombras y fuego. Entre estos mundos, el equilibrio se sostenía en una tensión frágil y poderosa, algo tan vasto y complejo que solo podía empezar a comprender.
Mientras absorbía esa visión, sentí la presencia de Lucius acercarse a mis espaldas, su mano firme posándose en mi cintura, mientras su aliento caliente rozaba mi cuello. Un escalofrío de anticipación recorrió mi cuerpo cuando su voz grave y cargada de deseo murmuró en mi oído.
"No sabes cuánto me atraes, Damon. Verte aquí, conmigo, en este espacio sagrado... hace que te desee como nunca antes."
El hambre en su tono me prendió como un fuego, y antes de darme cuenta, me giré hacia él, atrapando sus labios en un beso feroz. Nuestras bocas se devoraban, nuestros cuerpos pegados, las respiraciones rápidas y entrecortadas. Lucius me empujó contra la fría pared de piedra, su cuerpo presionando el mío con una intensidad que despertaba cada rincón de mi piel.
Sentí sus manos recorrer mi torso, explorándome con una urgencia que encendía aún más mi deseo. Sus dedos hábiles deslizándose por mi piel, creando un rastro de calor y electricidad a medida que bajaban, enviando descargas de placer que me hacían perder el aliento. Su boca dejó mis labios y descendió por mi cuello, sus dientes rozando mi piel con una mezcla de ternura y ferocidad que me hizo gemir.
"Tu cuerpo me pertenece esta noche, Damon," murmuró, su voz envolvente y cargada de una promesa que estremecía mis sentidos.
Desesperado por más, lo atraje hacia mí, nuestras manos buscándose mutuamente, acariciándonos sin reservas, deslizándose por cada rincón de nuestros cuerpos. Lucius bajó sus labios hasta mi clavícula, su lengua trazando cada curva mientras sus manos firmes me sostenían, sus caricias cada vez más intensas, más demandantes. Sus dedos, fuertes y decididos, comenzaron a descender por mi espalda, y un gemido escapó de mis labios cuando, de repente, uno de ellos acarició suavemente mi entrada.
Una mezcla de sorpresa y deseo me recorrió al sentirlo presionar, explorando con una destreza calculada, haciendo que mi cuerpo se estremeciera de anticipación. Su dedo, primero uno, luego dos, comenzó a deslizarse, cada movimiento lento y calculado, como si quisiera probar mi resistencia. Cada roce interno encendía mis sentidos, y el placer creciente me hacía arquearme contra su cuerpo, buscando más, deseando más.
Los movimientos de Lucius eran firmes, sus dedos en mí, tocándome de una forma que me hacía perder el control. No podía evitar gemir y susurrar su nombre, entregándome a esa sensación de rendición total, sintiendo cómo el deseo crecía y crecía, incapaz de contenerme. Lucius me sostenía firmemente, su mirada fija en la mía, mientras su mano libre se deslizaba hasta envolverme, acariciándome, provocándome.
Sus dedos se movían en un ritmo calculado, mientras su boca descendía nuevamente hacia mi cuello, su lengua dejando un rastro de fuego sobre mi piel. En ese momento, cada movimiento, cada toque, cada penetración de sus dedos me hacía explotar de placer, llevándome a un nivel de éxtasis que jamás había conocido.
"Déjate llevar, Damon," susurró Lucius, su voz ronca y suave, como un hechizo que desbordaba mi voluntad. "Este cuerpo es mío, y haré que recuerdes cada segundo de esta noche."
Mis gemidos se entrelazaban con los suyos, mientras su cuerpo se movía al compás del mío, ambos entregados por completo al placer que compartíamos. Sentí cómo sus dedos exploraban y acariciaban cada rincón, cada roce enviando descargas de placer que me dejaban sin aliento. Nos perdimos en un torbellino de deseo y éxtasis, cada movimiento un recordatorio de que, en esta unión, no había límites, solo un abismo que ambos deseábamos cruzar juntos.
Lucius aumentó la intensidad de sus caricias, llevándome al borde del clímax. El placer era tan intenso que mis sentidos parecían colapsar, y cuando finalmente me rendí, el estallido de sensaciones me dejó sin aliento.
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El Hijo Del Diablo
RandomLucifer, el hijo del Diablo, ha vivido siglos en el inframundo, gobernando sobre las almas perdidas. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando un mortal, Damon, irrumpe en su mundo. es un artista talentoso y apasionado que busca inspiración...