Confesiones Bajo las Estrellas

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Los jardines celestiales estaban envueltos en una serenidad engañosa mientras Gabriel y yo caminábamos en silencio. Sabía que algo no estaba bien; había una distancia creciente en su mirada, un conflicto interno que no podía pasar desapercibido. Finalmente, se detuvo junto a un arroyo cristalino, y el silencio entre nosotros se volvió aún más denso.

"Damon," comenzó, su voz suave pero cargada de una tristeza que yo no comprendía del todo. "Hay algo que debo decirte... algo que he intentado ignorar, pero ya no puedo seguir así."

Sentí que mi corazón se tensaba, anticipando lo que venía. "¿Qué ocurre, Gabriel?"

Me miró, sus ojos reflejando una mezcla de amor y culpa. "Esta relación que tenemos... es algo que valoro profundamente. Contigo he encontrado una conexión que nunca imaginé posible. Pero también... me está desgarrando por dentro."

Mi respiración se volvió más rápida, y una ansiedad creciente comenzó a invadirme. "¿Por qué dices eso? Gabriel, lo que compartimos es real. ¿Por qué dudar ahora?"

Gabriel suspiró y desvió la mirada hacia el arroyo, como si buscara allí alguna respuesta. "Sé que es real, Damon. No puedo negarlo. Pero también sé que esta relación desafía todo por lo que he luchado, todo en lo que fui creado para creer. Si sigo contigo, podría perderlo todo: mi propósito, mi lugar en el Cielo, incluso mi esencia."

Quise hablar, detenerlo, pero él alzó una mano, pidiéndome paciencia. "No es que no te ame, Damon," continuó, su voz temblando. "Pero este amor me está arrancando de todo lo que siempre he sido. Y temo que, en algún momento, ese sacrificio sea demasiado."

Me quedé mirándolo, sintiendo que el suelo se desmoronaba bajo mis pies. "Entonces, ¿quieres decir que... esto no puede continuar?"

Él asintió lentamente, su expresión llena de dolor. "No quiero que termine, pero tampoco puedo seguir si significa perderme a mí mismo. Lo siento, Damon."

Sus palabras eran como cuchillas. Antes de que pudiera decir nada más, Gabriel se dio la vuelta y se alejó, dejándome solo en el borde del arroyo, con el peso de su despedida grabado en mi alma.

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Mientras permanecía ahí, sin saber cuánto tiempo pasó, escuché pasos suaves detrás de mí. Me giré y vi a Lucius, quien se detuvo al notar mi expresión de dolor. Sus ojos reflejaban una comprensión profunda, y sin decir nada, se acercó hasta quedar a mi lado.

"Damon..." murmuró con una voz baja y suave. Sin esperar respuesta, se sentó junto a mí y colocó una mano en mi hombro, permitiéndome sentir el calor de su presencia.

No pude contener las lágrimas que habían estado luchando por salir. Sentía que estaba perdiendo algo valioso y que nada de lo que dijera o hiciera podría cambiarlo.

"Él... Gabriel... me ha dejado," logré decir entre susurros, mi voz quebrada por la tristeza. "Pensé que lo que teníamos era fuerte, pero al final, su deber fue más poderoso que su amor."

Lucius no respondió al instante. En cambio, su brazo me envolvió, atrayéndome hacia él, brindándome un consuelo que no había esperado de alguien como él.

"Sabes," comenzó tras un momento, su voz suave y casi temblorosa, "cuando empezamos esto, pensé que era solo un juego, algo para llenar el tiempo y desafiar nuestras reglas. Nunca imaginé que iba a sentir algo tan profundo... por ti."

Levanté la vista, sorprendido por sus palabras. Lucius me miraba con una mezcla de vulnerabilidad y determinación en sus ojos, como si estuviera revelando una parte de sí que siempre había mantenido oculta.

"Al principio, era solo diversión. Pensé que eras alguien interesante, alguien que podía desafiarme. Pero poco a poco, Damon... tú me fuiste cambiando. Lo que sentía comenzó a ser algo más, algo que no puedo ignorar. Y ahora... creo que me he enamorado de ti."

La sinceridad en su voz, la intensidad en sus ojos, me dejaron sin palabras. Jamás hubiera imaginado que Lucius, tan seguro de sí mismo y de su independencia, pudiera confesar algo así.

"Lucius..." susurré, sin saber cómo responder.

Él me tomó las manos, su toque cálido contrastando con la frialdad que sentía en mi interior. "No puedo prometerte que todo será fácil. No sé si esta relación tendrá un final feliz, pero lo que sé es que, mientras tú quieras seguir, yo estaré aquí. Te amo, Damon, y no pienso dejarte enfrentar esto solo."

Su confesión era como una luz en medio de la oscuridad que me envolvía. Sentí que una chispa de esperanza volvía a encenderse en mi interior, dándome fuerzas para superar el dolor que Gabriel había dejado.

"Gracias, Lucius," dije, mientras me aferraba a sus manos, sintiendo que poco a poco el peso en mi pecho comenzaba a disiparse. En ese momento, rodeados por el silencio de los jardines celestiales y las estrellas titilando sobre nosotros, supe que no estaba solo.

El Hijo Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora