La bruma del amanecer se extendía sobre el inframundo mientras las noticias de las alianzas celestiales comenzaban a fluir en sus sombras. Lucius, con una mezcla de asombro y aprehensión, escuchaba los informes de sus súbditos, sus ojos oscuros reflejando la intensidad de sus pensamientos. La posibilidad de que los ángeles se unieran a nuestra causa no era algo que se hubiera imaginado fácilmente, y, sin embargo, yo había abierto un camino que podría cambiar el curso de nuestras luchas.
Mientras tanto, en el cielo, me encontraba en el último tramo de preparación antes de partir hacia el Valle de las Tres Fronteras. Gabriel y los ángeles que habían decidido apoyarme estaban terminando de reunir los documentos y símbolos necesarios para sellar un acuerdo con el inframundo y el cielo. Pero en mi corazón había una agitación que no lograba calmar. Sabía que esta reunión era una esperanza, pero también un riesgo enorme. ¿Cómo podría aliar mundos tan distintos, casi opuestos, sin que surgieran resentimientos o traiciones?
Mientras nos dirigíamos hacia el lugar de encuentro, Gabriel, quien había sido una constante fuente de apoyo, percibió mi ansiedad.
"Damon, ¿estás preparado para lo que podría suceder allí? Los líderes de cada reino no se inclinarán fácilmente. Incluso con nuestras intenciones claras, pueden surgir dificultades que pongan a prueba nuestra voluntad."
Asentí, sintiendo la profundidad de sus palabras. "Lo sé. Pero no tengo otra opción. Debo intentarlo, por Lucius y por todos aquellos que podrían sufrir si no hacemos esto. Hay demasiadas vidas en juego."
Gabriel colocó una mano sobre mi hombro, su gesto cálido y firme. "Entonces confiemos en que el propósito que te ha guiado hasta aquí también te dé la fuerza para lograrlo. Has llegado lejos, y nosotros estamos contigo."
Finalmente, el tiempo había llegado. Cuando nos acercamos al portal que conectaba el cielo y el inframundo, sentí una energía antigua envolviéndome, como si los ecos de los conflictos pasados vibraran en el aire. Gabriel y los otros ángeles se detuvieron antes de cruzar, conscientes de que este acto marcaba un paso histórico. Miré a mi alrededor, sabiendo que una vez cruzáramos ese umbral, el mundo que conocíamos ya no sería el mismo.
El inframundo nos recibió con su característico calor sofocante y su atmósfera sombría. A pesar de estar aquí por amor, una parte de mí siempre sentía la inquietud del cambio drástico entre el cielo y estas tierras de penumbra. Y en este caso, aquella inquietud no era solamente mía.
Lucius apareció desde la oscuridad, su figura imponente proyectando una sombra larga y poderosa. Sus ojos me buscaron inmediatamente, y en su expresión vi la mezcla de alivio, orgullo y preocupación. No habíamos tenido mucho tiempo para hablar desde que inicié mi misión en el cielo, y sabía que también él enfrentaba sus propias luchas internas con todo esto.
"¿Damon?" dijo, acercándose a mí, su voz grave pero con un tono de ternura apenas perceptible. "No pensé que serías capaz de lograr tanto en tan poco tiempo. Has traído aliados... ángeles." Hizo una pausa, su mirada fija en mí, como si intentara leer cada emoción en mis ojos. "¿Estás seguro de que quieres arriesgarte de esta forma?"
Tomé su mano, sin importar que los demás nos observaran. "Lucius, mi amor por ti es lo que me da fuerza. He visto cómo luchas por proteger este lugar, por preservar un equilibrio que muchos otros desestiman. Si tengo que arriesgarme para garantizar la paz entre nuestros reinos, lo haré sin dudar."
Sus dedos se entrelazaron con los míos, y en ese instante sentí su aprecio y su gratitud, aunque también su temor. Sabíamos que esta alianza traería consigo un cambio irreversible, una prueba que afectaría a todos los involucrados, incluso a nosotros.
"Entonces, no te apartes de mi lado cuando todo comience," murmuró Lucius, inclinándose hacia mí hasta que nuestras frentes se tocaron. "Prométeme que haremos esto juntos, sin importar lo que los demás piensen."
"Lo prometo," respondí, sintiendo la determinación fortalecerse en mí. "No te dejaré solo."
Cuando llegó el momento de partir hacia el Valle de las Tres Fronteras, una pequeña comitiva se unió a nosotros, formada tanto por súbditos de Lucius como por ángeles que Gabriel había seleccionado para representar al cielo. Mientras atravesábamos las tierras desoladas y oscuras del inframundo, el contraste entre nuestras dos comitivas no podía ser más evidente: unos envueltos en sombras, los otros irradiando una luz etérea. Sin embargo, había una sensación de respeto mutuo y de propósito compartido que daba esperanza.
Al llegar al Valle de las Tres Fronteras, un terreno sagrado donde se cruzaban las energías de los tres reinos, nos detuvimos a esperar a los representantes de la Tierra. Este valle era un lugar místico donde, desde tiempos inmemoriales, se resolvían disputas y se establecían tratados. Al alzar la vista, observé cómo la energía de los tres mundos se entrelazaba en el aire, creando un brillo intenso y cambiante, como si el propio valle respirara con nosotros.
Lucius se mantuvo cerca de mí, y aunque su rostro mostraba calma, sentía la tensión en su cuerpo. El futuro de nuestro amor y de nuestros mundos pendía de un hilo, y cualquier malentendido podría desatar una catástrofe. Observé a Gabriel y a los otros ángeles, quienes también aguardaban en silencio, sus miradas fijas en el horizonte.
Finalmente, el líder de la Tierra apareció acompañado por su propia delegación, y el momento decisivo había llegado. Un silencio solemne se asentó sobre el valle mientras todos se miraban, midiendo las intenciones de los otros. Fue Gabriel quien rompió el silencio, dando el primer paso hacia el centro del valle y extendiendo su mano hacia el líder de la Tierra.
"Hoy estamos aquí para sellar un acuerdo que proteja a cada uno de nuestros reinos," dijo, su voz llena de firmeza. "Nos enfrentamos a una amenaza que no distingue entre el cielo, la tierra o el inframundo. Si no actuamos juntos, todos perderemos."
Las palabras de Gabriel parecieron resonar en el ambiente, y el líder de la Tierra asintió, mirando a Lucius con una mezcla de respeto y cautela. "Que así sea. Pero si alguna vez uno de nosotros traiciona esta alianza, que el castigo caiga sobre todos," respondió, su tono tan solemne como la situación.
Asentí, sintiendo el peso de sus palabras. Este era el comienzo de algo más grande de lo que jamás había imaginado, y no había vuelta atrás. Con el acuerdo sellado y las palabras de compromiso dichas, cada uno de nosotros dio un paso atrás, dejando que la energía de nuestros votos se fundiera en el aire del valle.
Cuando la reunión concluyó, el cielo comenzó a oscurecerse, como si los reinos mismos estuvieran conscientes de la gravedad de lo que había ocurrido. Lucius me miró, y en sus ojos vi una chispa de esperanza y de orgullo que nunca había visto antes. Sabíamos que, aunque el camino no sería fácil, estábamos en una mejor posición para enfrentar lo que viniera.
Mientras caminábamos de regreso, supe que habíamos dado un paso histórico. Las sombras aún podían cernirse sobre nosotros, pero por primera vez, vi en el horizonte una luz que prometía un nuevo comienzo.
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El Hijo Del Diablo
RandomLucifer, el hijo del Diablo, ha vivido siglos en el inframundo, gobernando sobre las almas perdidas. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando un mortal, Damon, irrumpe en su mundo. es un artista talentoso y apasionado que busca inspiración...