Ecos Del Abismo

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Las primeras luces del amanecer apenas tocaban el horizonte cuando Lucifer y yo llegamos a mi apartamento. El silencio se apoderó de nosotros, como si las sombras de la noche aún quisieran aferrarse a cada rincón. Aunque estábamos rodeados de objetos cotidianos, el aire seguía cargado con la esencia de lo que habíamos compartido en ese umbral, ese "fragmento de su esencia" que me reveló. Sentía sus secretos antiguos latiendo dentro de mí, como si una parte de su historia se hubiera fusionado con la mía.

Él se detuvo, observándome con esos ojos oscuros que parecían contener toda la profundidad del universo. No había nada que pudiera ocultarle; lo sabía y, aún así, me sentía completamente desnudo ante él, más allá de lo físico.

"Damon," dijo suavemente, su voz como un eco que resonaba en mi mente. "Has cruzado una barrera de la que muchos jamás se recuperan. Pero tú... eres diferente."

No supe si era un elogio o una advertencia, pero asentí, permitiendo que sus palabras me llenaran de una mezcla de orgullo y aprehensión. Había algo en mí que no quería ni podía resistirse a la influencia de Lucifer. Había probado la esencia de lo desconocido y ahora, toda mi existencia parecía orientada a descubrir más.

"¿Qué es lo que sigue?" pregunté finalmente, mi voz quebrándose levemente. Sabía que, a partir de ahora, nada sería como antes.

Lucifer se acercó, su mano levantándose lentamente hasta rozar mi mejilla. "Lo que sigue es peligroso, Damon. No porque pueda dañarte físicamente, sino porque empezará a devorar partes de ti que consideras esenciales. El mundo en el que me muevo no tiene piedad, y el precio de conocerlo será tu propia identidad."

Un escalofrío me recorrió la espalda, pero no era de miedo, sino de una anticipación oscura y adictiva. Sentía como si cada palabra suya encendiera en mí un fuego que me quemaba y me purificaba al mismo tiempo. Sabía que la advertencia era real, que había una posibilidad de perderme en la intensidad de todo esto, pero había algo en Lucifer que me llamaba más allá de cualquier lógica.

"Lo acepto," respondí, y noté cómo su mirada cambiaba, como si reconociera en mí una fuerza que él mismo había despertado.

"Entonces, prepárate, Damon," murmuró, sus labios apenas rozando los míos en un gesto de posesión que me dejó sin aliento. "Porque pronto te mostraré más. Verás no solo quién soy, sino qué significa realmente estar a mi lado."

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Horas después, en un lugar desconocido...

Lucifer me llevó a una sala subterránea, iluminada solo por velas que proyectaban sombras danzantes en las paredes. Los símbolos grabados en las paredes eran similares a los del umbral que cruzamos antes, pero aquí se sentían aún más potentes, casi vivos. A cada paso que daba, sentía como si algo invisible se enredara en mí, como si la misma esencia de este lugar me estuviera absorbiendo.

Lucifer me guió hasta el centro de la sala, donde había un círculo dibujado en el suelo, adornado con piedras que emitían un leve resplandor. Mi corazón latía con fuerza; una mezcla de expectación y un inexplicable anhelo vibraba en cada rincón de mi ser.

"Este es el lugar donde los secretos se revelan," dijo Lucifer, sus ojos brillando en la penumbra. "Aquí, la frontera entre lo humano y lo eterno es tan delgada que podrías ver más allá de lo que ningún mortal ha soñado."

Se colocó detrás de mí, sus manos fuertes en mis hombros. Sentí su aliento en mi cuello, su presencia rodeándome, protegiéndome y al mismo tiempo, desafiándome. "Damon, desde este momento, cualquier deseo que tengas, cualquier sombra de duda, todo lo que eres y serás, quedará ligado a este poder."

Inhalé profundamente, dejando que su energía me atravesara. Las palabras de Lucifer despertaban en mí una especie de fuego antiguo, un deseo no solo de estar junto a él, sino de conocer y dominar este mundo oscuro que él habitaba.

"¿Qué debo hacer?" murmuré, apenas capaz de sostener su intensidad.

Lucifer sonrió, una expresión oscura y fascinante que prometía revelaciones y desafíos. "Abre tu mente, Damon. Permite que lo que desconoces entre en ti, sin miedo."

Cerré los ojos y dejé que la energía fluyera. En ese instante, las sombras de la sala comenzaron a moverse, transformándose en figuras que susurraban secretos que apenas podía comprender. Voces antiguas me hablaban, contándome historias de poder, de amor prohibido, de sacrificios y traiciones. Sentí que me desvanecía en ese abismo, que partes de mí se desintegraban, pero siempre quedaba la esencia de lo que Lucifer había despertado en mí.

Cuando finalmente abrí los ojos, él estaba allí, observándome con una satisfacción silenciosa. Sabía que, de alguna manera, había cambiado. Ya no era solo un simple mortal; ahora compartía un vínculo irrompible con él y con este mundo que él representaba.

"Damon," susurró Lucifer, acercándose hasta que nuestras miradas se fundieron. "Ahora estás unido a mí de una manera que va más allá de lo humano. Lo que hemos compartido no tiene vuelta atrás."

Asentí, sin palabras, mientras mi corazón latía con la certeza de que, en sus brazos, estaba destinado a descubrir los rincones más oscuros y brillantes de mi propia alma.

El Hijo Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora