Sombras de Conflicto

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La luz del amanecer comenzó a filtrarse a través de las nubes celestiales, llenando el aire con un brillo suave y dorado. Aún podía sentir el eco de mi encuentro con Samael, cada susurro y roce permanecían grabados en mi memoria. Sin embargo, una parte de mí anhelaba a Lucius, su fuego y su oscuridad.

De repente, la imagen de su rostro aparecía en mi mente, la intensidad de su mirada y la forma en que sus labios se curvaban en una sonrisa pícara. Sabía que, a pesar de la calma del Cielo, los problemas no se habían disipado. Lucius estaba lidiando con su padre, y en ese momento, todo en el infierno podría estar a punto de cambiar.

Cuando el paisaje se disolvió y regresé a los jardines de piedra, el aire era más pesado que antes. Las sombras parecían alargarse, como si presagiaran lo que estaba por venir. Lucius apareció poco después, su expresión seria contrastando con la luz del día.

"No tengo buenas noticias," dijo, su tono grave. "La reunión no salió como esperaba. Mi padre sigue empeñado en mantener el control sobre todo, y hay rumores de una nueva alianza entre las facciones en el infierno."

"¿Qué significa eso?" pregunté, sintiendo que una sombra de preocupación se cernía sobre nosotros.

"Significa que están organizando un movimiento para desestabilizar la paz en el inframundo. Algunos creen que debemos regresar a los días de guerra, y eso podría amenazarnos a ti y a mí," explicó, con los ojos llenos de determinación.

Sentí que mi corazón se aceleraba. Sabía que ser parte de su vida significaba enfrentar peligros que nunca imaginé. "¿Qué podemos hacer?" inquirí, deseando estar a su lado en cada paso.

"Debo reunirme con algunos aliados," dijo, su mirada se endureció. "Pero no quiero que estés involucrado en esto. Es demasiado peligroso."

"Soy parte de esto, Lucius. No puedo quedarme al margen mientras tú enfrentas esto solo," respondí, sintiendo que la conexión que teníamos me impulsaba a permanecer a su lado, a luchar junto a él.

Un destello de sorpresa cruzó su rostro, seguido por una sonrisa suave. "Eres más valiente de lo que crees, Damon. Pero debo protegerte. No puedo arriesgarme a perderte."

En ese momento, un nuevo ángel se acercó a nosotros, su presencia era imponente y brillante, como un faro en la oscuridad. Tenía una expresión severa y ojos que parecían ver a través de nosotros.

"Lucius," dijo el ángel, "hemos detectado movimientos inusuales en el inframundo. Necesitamos actuar antes de que sea demasiado tarde."

"Sé lo que está en juego, pero no quiero poner a Damon en peligro," respondió Lucius, su voz tensa.

"Las decisiones que tomes pueden afectar a ambos. Este es un asunto serio, y no hay tiempo que perder," insistió el ángel, su tono dejó claro que no iba a aceptar negativas.

Mientras los dos discutían, sentí un escalofrío recorrerme. El ambiente estaba cargado de tensión, y comprendí que todo esto estaba más allá de lo que había anticipado. Aunque había disfrutado de la paz del cielo, la realidad del inframundo era ineludible.

Finalmente, Lucius se volvió hacia mí, su mirada era intensa. "Damon, necesito que te mantengas a salvo. Ve a buscar a alguien en quien confíes y quédate a su lado. No quiero que te involucres en esto."

Mi corazón se hundió. No quería separarme de él, pero sabía que su deber lo llamaba. "De acuerdo," murmuré, resignado pero decidido a estar presente de alguna manera.

"Confía en mí. Esto no terminará mal," dijo, acariciando mi mejilla con ternura antes de dirigirse hacia el ángel.

Mientras se alejaban, me sentí impotente, atrapado entre el deseo de ayudar y la necesidad de proteger a Lucius. En ese momento, decidí que no podía quedarme de brazos cruzados. Necesitaba hacer algo, aunque fuera pequeño, para estar a su lado.

Comencé a caminar, buscando un lugar tranquilo donde pudiera pensar en mis próximos pasos. Tal vez había algo que podía descubrir, algún secreto en el inframundo que podría ayudar a Lucius en su lucha. La conexión que compartíamos me daba fuerza, y sabía que tenía que actuar, no solo por mí, sino por él y por lo que representaba nuestra relación en este mundo caótico.

Y así, con la determinación renovada, comencé mi búsqueda en la claridad del cielo, con la esperanza de que, de alguna manera, pudiera ser la luz que Lucius necesitaba en su batalla contra las sombras que amenazaban con separarnos.

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