𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫

Cap. 33

Narra Adrien
El evento estaba a punto de comenzar. Mi traje negro, perfectamente ajustado, me hacía ver impecable y elegante, tal como se esperaba de mí en una gala organizada por mi padre. Podía sentir el peso de las miradas de los invitados que comenzaban a llegar, una presión a la que ya debería estar acostumbrado, pero que nunca terminaba de desaparecer.

Lila, por su parte, lucía radiante en su vestido rojo. El escote en forma de corazón y su figura perfectamente estilizada atraían la atención de muchos, y ella lo sabía. Mientras daba las últimas indicaciones al personal y atendía los detalles finales, no se apartaba de mi lado. Su mano se aferraba a mi brazo con firmeza, como si necesitara que todos vieran lo cerca que estaba de mí. La sonrisa en su rostro era de satisfacción, pero cada segundo que pasaba me hacía sentir más incómodo.

Intenté disimular mi incomodidad con una sonrisa educada, pero su cercanía me sofocaba. No era solo que no me sentía atraído hacia Lila de esa manera, era más que eso. Su insistencia en estar a mi lado, en mostrarse como algo más de lo que éramos, me resultaba casi claustrofóbico. Sabía lo que intentaba hacer, pero mi corazón estaba en otro lugar, con otra persona.

Mientras los invitados seguían llegando, miré hacia la entrada, esperando a verla a ella. Marinette. Sabía que vendría esta noche, y por alguna razón, la expectativa de su llegada me mantenía enfocado. No pude evitar preguntarme cómo se vería.

Mientras Lila y yo saludábamos a unos invitados, la vi entrar. Mi corazón dio un vuelco. Marinette se veía impresionante. Su vestido azul oscuro se ajustaba perfectamente a su figura, y el brillo de su cabello, cayendo en suaves ondas sobre sus hombros, enmarcaba su rostro de una manera que me dejaba sin palabras. Siempre me había gustado cuando dejaba su cabello suelto así. Era elegante, radiante, y me resultaba imposible apartar la mirada.

Sentí una punzada de frustración cuando noté el agarre de Lila en mi brazo. Era como si todo mi cuerpo quisiera soltarse de esa incómoda prisión y correr hacia Marinette. Quería estar cerca de ella, hablar con ella, y alejarme de la incomodidad que representaba Lila.

— Una disculpa, ha llegado otra invitada —dije con una sonrisa educada al invitado que conversaba con Lila, esperando que la interrupción pasara desapercibida.

— Por supuesto —respondió el hombre, permitiéndonos alejarnos.

— ¿Quién llegó? —preguntó Lila, curiosa, pero no le respondí. Mis ojos estaban fijos en Marinette.

Caminé con determinación hacia ella, mi corazón latiendo más rápido de lo que me gustaría admitir.

— Buenas noches, Marinette. Bienvenida —saludé, apenas pudiendo contener la emoción que me producía verla. Cada palabra que decía quería cargarlas de más significado, pero no podía dejar que Lila lo notara.

La situación era incómoda. No quería que Marinette me viera tan cerca de Lila, no de esta manera. No quería que pensara que algo sucedía entre nosotros, porque no era así. Pero el brazo de Lila seguía firmemente entrelazado con el mío, como si no quisiera soltarme ni un segundo.

— Esperamos que disfrutes del evento —agregó Lila con una sonrisa, una que parecía más calculada que amigable. Noté una leve tensión en el aire, algo que era difícil de ignorar.

— Gracias —respondió Marinette, su voz tranquila, pero su sonrisa perfecta. Se veía tan increíble que por un momento, casi me olvido de dónde estábamos. Cada vez se me hacía más difícil no decirle lo que realmente sentía. Quizás esta noche... tal vez hoy sea la oportunidad perfecta para confesarle mi amor.

— Adrien, los señores Mendoza han llegado. Como anfitriones, debemos darles la bienvenida —dijo Lila, con prisa, intentando atraer mi atención de nuevo.