Narra Adrien
Luego de haberle dejado a Marinette una de mis pijamas para que estuviera más cómoda, me despedí de ella y fui directo a mi habitación. Empecé a empacar y a preparar todo para el viaje, aunque sabía que esta distancia sería más difícil de lo que había anticipado.En cuanto respondieron al teléfono, escuché la voz familiar de mi asistente.
— Buenas noches, Isabela. Disculpa que te llame tan tarde. Necesito que mi jet esté listo para partir mañana a las siete de la mañana hacia Hawái.
— Claro, señor —respondió con profesionalismo— Solo que, debido a la hora, es posible que no esté listo tan temprano, pero haré todo lo posible para que el vuelo esté listo lo antes posible.
— Es comprensible. En ese caso, confirma la hora exacta cuando puedas, pero asegúrate de que sea en la mañana —agregué, recordando que este proyecto necesitaba mi presencia desde el inicio.
— Por supuesto, señor. ¿Desea que lo acompañe?
— Sí, será necesario. Si no tienes inconveniente, claro.
— No hay problema, señor.
— Excelente, y algo más: quiero que se envíe un arreglo de rosas a mi apartamento lo más temprano posible.
— Muy bien, señor, se lo haré llegar a primera hora.
— Perfecto, muchas gracias, Isabela. Que descanses.
Al terminar la llamada, miré las maletas listas junto a la puerta. La emoción por el proyecto me llenaba, pero al mismo tiempo sentía un nudo en el pecho al pensar en dejar a Marinette justo cuando nuestra relación apenas estaba comenzando. Sin embargo, sabía que estos meses serían buenos para mí, para empezar a dedicarme por completo a mi pasión. Después de un baño rápido, me acosté en la cama, pensando en Marinette, y finalmente el cansancio me venció.
En plena madrugada, un ruido suave me despertó. Al abrir los ojos, sentí una calma inmensa al verla allí junto a mí, dormida profundamente y con una expresión tan serena. Sin hacer ruido, tomé la sábana y la cubrí suavemente, cuidando de no despertarla.
— No tienes idea de cuánto te amo —susurré, mientras acariciaba su rostro y apartaba con cuidado un mechón de cabello de su frente. No resistí la tentación y dejé un beso suave en sus labios, antes de rodearla con mis brazos y dejarme vencer de nuevo por el sueño, con ella entre mis brazos.
Al amanecer, los primeros rayos del sol se colaban a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Sentí el peso ligero de Marinette sobre mi brazo; su respiración era lenta y tranquila, y verla así hacía que deseara detener el tiempo. Revisé mi celular sin moverme demasiado: eran las 6:48 de la mañana, y tenía un mensaje de Isabela.
Isabela: Señor, el vuelo sale a las ocho en punto. El arreglo llegará a su apartamento alrededor de las siete.
Me relajé, sabiendo que aún quedaba algo de tiempo. Dejé el teléfono en el buró y volví a centrarme en Marinette, sin apartar la vista de su rostro. Pasé mis dedos suavemente por su cabello, tratando de grabar cada segundo en mi memoria antes de irme. Por un momento, me dejé llevar por la paz de verla dormir, sabiendo que no había nada en este mundo que pudiera superar este sentimiento.
Finalmente, el reloj marcó las 7:10, y sabía que debía levantarme pronto si quería estar listo para el viaje. Con una mezcla de tristeza y determinación, besé la frente de Marinette con delicadeza, deteniéndome un momento a contemplarla antes de levantarme con cuidado, intentando no despertarla.
Justo entonces, tocaron la puerta. Caminé rápido hacia la entrada para evitar que el sonido la despertara. Al abrir, el repartidor de la florería me entregó un hermoso ramo de rosas rojas, frescas y con un aroma dulce que llenó el espacio. Le agradecí y, tras pagarle, regresé a la habitación donde Marinette aún dormía plácidamente.

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𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫
أدب الهواةMarinette, una joven exitosa y reconocida por su impecable trabajo ha jurado vengarse de aquellos que hicieron daño a su familia y arruinaron la vida de su padre. Sin embargo, sentimientos inesperados empiezan a surgir trayendo consigo complicacione...