Cap. 27

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Era sábado, Adrien y Lila se levantaron temprano y comenzaron con los preparativos para la esperada Gala Anual de Caridad de los Agreste. Ellos eran los anfitriones y, como tales, tenían la responsabilidad de supervisar cada detalle para asegurarse de que todo fuera perfecto. Las luces, los arreglos florales y los asientos en la gran sala de eventos comenzaban a tomar forma bajo la atenta mirada de Lila.

— Todo parece ir muy bien —comentó Lila, mientras revisaba su lista de tareas y marcaba un "check" con su bolígrafo dorado. A pesar de su aparente calma, sus ojos observaban cada detalle con meticulosidad, intentando no dejar escapar nada.

Al otro lado de la sala, Adrien consultaba su reloj una y otra vez, claramente inquieto. El evento le generaba una profunda indiferencia. Aunque sabía que era importante para su familia, cada vez más encontraba este tipo de compromisos monótonos y vacíos.

— Lila, debo irme —anunció Adrien de repente, guardando su móvil y mirando hacia la puerta con una urgencia que ella no pudo ignorar.

Lila levantó la mirada, sorprendida. ¿Irse ahora? Justo cuando estaban empezando con el trabajo.

— ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó, tratando de mantener el control mientras su voz revelaba una pizca de frustración— Tenemos que estar los dos aquí para supervisar cada detalle.

Adrien la miró, incómodo con su reacción, pero decidido a marcharse.

— Tengo algo importante que atender —respondió él sin ofrecer más detalles, consciente de que cualquier explicación solo prolongaría la conversación.

— ¿Algo más importante que la gala? —insistió Lila, con un tono que no logró ocultar su molestia. Intentaba mantenerse tranquila, pero sabía, en el fondo, que no se trataba de negocios. Era algo mas, seguramente iba a encontrarse con Marinette. El solo pensamiento la enfurecía.

Adrien, sin detenerse, ya estaba caminando hacia la salida. Lila se apresuró en seguirlo.

— Adrien, somos un equipo —dijo, su voz un poco más alta esta vez— No puedes dejarme sola con todo esto. Necesito tu ayuda.

Adrien se detuvo, girando brevemente hacia ella.

— Confío en ti, Lila. Sé que puedes supervisarlo todo sin problemas —dijo con una voz calmada, pero distante. No quería entrar en una discusión. Lila siempre había sido una amiga confiable, pero últimamente sentía que las cosas entre ellos habían cambiado y su compañía lo incomodaba. Sospechaba lo que ella sentía y él no podía corresponderle, y eso le causaba tristeza porque lo que menos quería era lastimarla.

— Adrien... —intentó una última vez, sus ojos implorando, pero él ya había tomado su decisión.

— Lo siento, Lila, tengo que irme —repitió, mientras salía rápidamente del salón, dejándola sola entre los preparativos.

Lila suspiró, cerrando los ojos brevemente para recomponerse. Otra vez se iba a ver con ella. No tenía la menor duda, no necesitaba que se lo dijera. Ya había visto cómo Adrien y Marinette llegaban juntos al edificio en varias ocasiones. Y aunque Adrien insistía en que Marinette era "solo una amiga", pero Lila sentía en su corazón que había algo más.

"Iras a verla a ella..." pensó con amargura.

— Muevan ese arreglo floral hacia allá, por favor —indicó al personal, volviendo a centrarse en su lista, intentando distraerse de los pensamientos que empezaban a abrumarla.

Fue entonces cuando Gabriel Agreste entró en al salón, su presencia imponente como siempre. Llevaba un traje negro impecable y su expresión era fría, calculadora.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora