Cap. 13

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Adrien.
Luego de haber hablado con Marinette, me sentía mejor. Sus palabras habían renovado la confianza que había perdido tras la discusión con mi padre. Marinette tenía algo especial, una calidez que me hacía sentir bien cuando estaba a su lado. Siempre encontraba las palabras adecuadas para hacerme sentir comprendido y apoyado.

Al llegar a mi apartamento, me quedé un momento de pie, mirando la ciudad a través de la ventana. París estaba iluminada, hermosa como siempre, pero esa noche no sentía la misma admiración. Tomé una ducha para relajarme un poco, dejando que el agua caliente arrastrara el cansancio del día. Aunque, más que físico, era un agotamiento emocional. Las palabras de mi padre seguían dándome vueltas en la cabeza. Finalmente, me acosté para intentar dormir, aunque sabía que no sería fácil. Los pensamientos no me dejaban en paz.

A la mañana siguiente, salí de mi apartamento listo para enfrentar un nuevo día lleno de trabajo. La ciudad ya estaba en movimiento; las personas caminaban apresuradas, ajenas a los problemas que cargaba sobre mis hombros. Subí a mi auto y conduje hacia Gabriel's, preguntándome cómo sería el encuentro de hoy con mi padre después de lo sucedido.

— Buenos días, Ana —saludé a mi secretaria en cuanto estuve frente a su escritorio, intentando mantener una fachada profesional.

— Buen día, señor.

— ¿Alguna novedad? —pregunté, intentando centrarme en el trabajo.

— Su padre estuvo buscándolo ayer, dijo que le estuvo llamando repetidas veces, pero que usted no respondió. Luego me dio la orden de localizarlo, pero tampoco me fue posible.

Sentí una punzada de culpabilidad, pero no me arrepentía. No estaba listo para enfrentar a mi padre después de lo que me había dicho, así que simplemente ignore todas sus llamadas.

— Así es, la verdad no quería hablar con nadie —respondí sinceramente, con un suspiro— ¿Mi padre ya llegó?

— Sí, y quiere verlo.

— Bien, luego iré a verlo. ¿Está listo el informe general de este mes?

— Sí, señor.

— Tráelo, lo voy a revisar —dije mientras entraba en mi oficina, tratando de concentrarme en algo que no fuera la tensión con mi padre.

— Enseguida, señor —escuché decir a Ana.

Me senté en mi silla, la mente aún revoloteando con pensamientos contradictorios. En ese momento, mi celular sonó. Era un mensaje de Marinette. De inmediato, una sonrisa apareció en mi rostro.

Hola Adrien!
¿Cómo estás hoy?

Hola Marinette
Estoy bien, gracias por preguntar.

Me alegro mucho, Adrien.
Me preguntaba si te gustaría que almorcemos juntos

Sí, es una gran idea.
Conozco un lugar donde la comida es deliciosa.

Bien, envíame la dirección y nos vemos allí.

Está bien, te la envío luego.

Hecho. Nos vemos luego, Adrien

Sí, nos vemos, Marinette.

Terminé la conversación y no pude evitar sentir una ligera sensación de alivio. Su mensaje había llegado en el momento justo, justo cuando sentía que el día podría volverse tan oscuro como el anterior. Pero entonces, alguien entró en mi oficina sin previo aviso, lo cual siempre me molestaba.

— Hola, Adrien —dijo Lila con su tono habitual.

— Lila, sabes que no me gusta que entren a mi oficina sin antes avisar.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora