Cap. 17

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Narra Adrien.
Era una mañana más en mi ajetreada  vida, iba camino a la empresa de moda, pero más tarde tenia que asistir Arqui-Studios, estos últimos dias han sido muy ocupados, dirigir dos empresas no es nada fácil, pero hasta ahora considero que lo he hecho bien.

El cemaforo en rojo me obligaba a detenerme en la espera del cambio de color. Mientras esperaba pacientemente mi celular sonó repentinamente, era de la casa de Lila, lo cual me resultó extraño, ella siempre llamaba desde su celular, porque ahora lo hacía desde su casa. Coloqué el teléfono en el soporte para hablar sin problemas.

— Hola, Lila, buenos días —saludé al responder la llamada

— ¡Adrien! —su voz sonaba tensa, casi al borde del llanto.

— ¿Lila, pasa algo? —pregunté, sintiendo cómo una inquietud creciente se apoderaba de mí.

— Sí, Adrien... acaban de robarme, y se llevaron mi auto —su voz temblaba al otro lado de la línea.

— ¿Qué dices, Lila? —Mi corazón se aceleró, el peso de sus palabras me golpeó con fuerza.

— Sí, estaba por ir a la empresa, cuando en una cuadra adelante de mi casa unos tipos se acercaron y me hicieron entregarles todo. En el auto se fue mi bolso, con mi celular, mis tarjetas, mi efectivo... estoy muy asustada, Adrien, me apuntaron con un arma —su voz se quebró, y pude escuchar su respiración agitada, tratando de mantenerse bajo control— Disculpa que te haya llamado, pero no supe a quién más acudir.

— Hiciste lo correcto, Lila, no te preocupes. Enseguida voy para allá —dije, retomando el camino en cuanto el cemaforo cambio a verde.

— Gracias, Adrien... —su voz, aunque aún temblorosa, sonó un poco más tranquila, sabiendo que alguien estaba a punto de ayudarla.

Mientras conducía, las imágenes de lo que le habría ocurrido se agolpaban en mi mente. No podía evitar imaginarme la escena: Lila, sola, enfrentando una situación tan peligrosa. El solo pensamiento de que algo peor pudiera haberle pasado me llenó de una preocupación intensa. Sabía que tenía que estar ahí para ella, asegurarme de que estaba a salvo, y hacer todo lo posible para ayudarla a superar este terrible susto. Lila era mi amiga, la consideraba como la hermana que nunca tuve.

El camino hacia su casa parecía más largo de lo habitual, el tráfico se convertía en un enemigo mientras mi mente seguía repasando lo que haría al llegar. La rabia y la impotencia se mezclaban con la necesidad de mantener la calma, de ser el apoyo que Lila necesitaba en ese momento.

Finalmente, llegué a su calle, y al divisar su casa, aceleré un poco más, decidido a llegar cuanto antes.

Cuando me detuve frente a su puerta, toqué el timbre con desesperación, mi corazón acelerado tanto por la preocupación como por el deseo de ayudar. Ella abrió, y el dolor en sus ojos me golpeó como una ola fría. Sus ojos enrojecidos y sus manos temblorosas hablaban de la angustia que había experimentado.

— Adrien —dijo, con la voz quebrada y temblorosa.

— Dime, Lila, ¿qué pasó? —pregunté, entrando rápidamente a su casa.

— Salí de casa como todos los días. Y en la próxima esquina, cuando iba a cruzar, una motocicleta se colocó frente a mí. Me apuntaron con un arma y me hicieron bajar del auto, y se lo llevaron, Adrien —dijo, las lágrimas deslizándose incesantemente por sus mejillas, dejando rastros húmedos en su rostro.

— Lo importante es que no te hicieron daño, ¿verdad? —pregunté, tratando de mantener la calma mientras la miraba con preocupación.

— No... De hecho, ya había escuchado rumores de asaltos por esta zona. Pero como he vivido aquí durante tantos años y siempre fue un vecindario pacífico, no creí en los rumores. Y ahora, ya no tengo auto, ni tarjetas, ni identificación... nada

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora