Cap. 6

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— ¡Eduardo! ¿que fue lo que hiciste? —dijo Andres, el representante legal de Eduardo, entrando apresuradamente a la oficina

— Oye, Andres cálmate. ¿Por qué entras así a mi oficina? Puede estar en medio de algo importante

— ¿Que hiciste con la información falsificada que tenias sobre la diseñadora Marinette?

— Lo que debía hacer, difundirla y hacer que esa mujer caiga de su pedestal. Esto la hará arrepentirse de su grosero rechazo. Ya verás que volverá suplicando por otra oportunidad.

— Te advertí que eso era una pésima idea, en especial porque todo lo que tienes en su contran es falso. No hay pruebas para comprobar lo que dices sobre ella

— Bueno, y eso que importa. Mi palabra tiene mucho más peso. Sea como sea la voy a eliminar del mercado. Pero antes obtendré lo que quiero

— ¿Según tú como lo harás? —preguntó Andrés cruzando los brazos

— Fácil, cuando ella sienta que el agua le llegó al cuello, le diré que puedo salvarla del escándalo a cambio de lo que yo quiero. Y no podrá negarse, ya que le ofreceré su salvación

— Eduardo, no entiendo tu obsesión con esa señorita, tienes a muchas chicas a tus pies

— La quiero a ella. Marinette es una mujer muy diferente a las demás, me atrae demasiado  y la quiero para mí

— ¿Estás seguro que ella cederá?

— Claro, yo tengo las riendas de la situación

— Pues no lo creo —dijo Andres y le mostró en su celular una publicación oficial sobre la próxima conferencia de prensa

— ¡Que demonios significa eso! —exclamó Eduardo levantándose de golpe

— Ella buscara destruirte también

— Que lo intenté, quedara como una loca. Diré que la rechacé y que por despecho quiere perjudicarme.

— Pero, si dice algo que te comprometa o a la empresa... Tú y yo sabemos que no todos los negocios son limpios

— Exacto, tú y yo lo sabemos, nadie más. Esa mujer no sabe nada de mi, no hay porque preocuparse. Igualmente veré esa estúpida conferencia, me encantará ver como queda en ridículo.

Eduardo se sentía seguro de sí mismo mientras esperaba que comenzara la conferencia. Estaba convencido de que su palabra prevalecería y que Marinette no podría dañarlo. Sin embargo, cuando la conferencia empezó y Marinette presentó pruebas contundentes de sus actividades fraudulentas, evasión de impuestos y acoso, Eduardo sintió un escalofrío recorrer su espalda.

— No puede ser... —murmuró, con sus manos empuñadas sobre el escritorio

— Lo está logrando, Eduardo. Ella tiene pruebas y testigos —dijo Andrés, su tono de voz lleno de preocupación.

Eduardo se levantó bruscamente, tirando la silla hacia atrás.

— ¡Esto no se queda así! ¡Voy a arruinarla!

Andrés lo miró con preocupación.

— Eduardo, tienes que ser más cuidadoso. Esto puede salirte muy caro. Si sigues así, podrías terminar en la cárcel

— ¡No! ¡No voy a permitir que una maldita mujer me destruya! —gritó Eduardo, golpeando su escritorio con fuerza.

Eduardo estaba decidido a contraatacar, pero cada paso que daba lo acercaba más a su propia destrucción. Sabía que la batalla no había terminado, pero la sensación de control que siempre había tenido empezaba a desvanecerse.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora