CAPÍTULO 35

197 12 8
                                    

No olviden comentar lo que gusten niñas, siempre las leo. ✨❤️

Advertencia: este capítulo tiene escenas 18+ 🔥❤️‍🔥

---------------------------

ALLISON

– ¡Solo fue un gesto de amabilidad Gabriel! – le discuto.

Apenas vio mi atuendo, me preguntó por qué traía esta ropa puesta, le respondí con la verdad y parece que eso fue suficiente para ponerlo furioso.

– ¡Amabilidad mis pelotas! – grita golpeando el volante de la camioneta.

– Chicos, creo que deberían calmarse un poco y hablar esto en la casa – interviene Alejandra.

– Alejandra por favor, no te metas en esto – sentencia Gabriel.

– No me metería si no manejaras como loco, debes calmarte Gabriel – le recrimina.

Gabriel frena de golpe frente a una cafetería donde algunas personas miran observando la camioneta que se ha detenido abruptamente.

– Muy bien, esto es lo que pasará – comienza a hablar Alejandra – me bajaré, subiré a un taxi que me llevara a la casa, mientras ustedes arreglan sus asuntos en un lugar adecuado, no aquí donde ahora mismo nos observan como si tuviéramos cuatro ojos en la espalda – termina diciendo, bajando de la camioneta.

– ¿Y bien? – pregunta Gabriel a regañadientes luego de unos minutos en los que permanecimos en silencio.

– Maneja – le pido.

– ¿Qué? – pregunta con el ceño fruncido.

– Que manejes Gabriel, vamos a un mejor sitio para hablar, no aquí donde todos nos escuchan – hablo molesta.

Conduce hasta una calle alejada de la civilización, ni los carros pasaban por allí, la noche comenzaba ya, dejando lugar a las estrellas y a la luz de la luna que hoy particularmente lucían esplendidas, observo no muy lejos un pequeño campo abierto, y Gabriel decide estacionar allí, bajo del auto para recargarme en el capo de la camioneta, sintiendo el fresco de la noche entre mis piernas descubiertas, me abrazo a mí misma tratando de entrar en calor.

Escucho una puerta cerrarse y unos pasos caminando a mi lado, Gabriel llega y me pone su chaqueta alrededor de mis hombros, sonrió a boca cerrada, esa era una de las cosas que amaba de él, que por más molesto que estuviera conmigo, siempre me protegía y se preocupaba por mí, era un celoso que me ponía a veces los nervios de punta, pero así lo quería, con todos sus defectos.

– Gracias – susurro – no contesta, solo se recarga en el capote al lado mío, y se cruza de brazos observando el paisaje que la noche nos brinda – escucha – hablo luego de unos minutos mirándolo finalmente a los ojos – él es solo mi jefe, ya te expliqué lo que pasó, no podía asistir con la ropa como la tenía a esa comida, y en el dado caso de que yo le gustara – me mira con el ceño fruncido – que no es así – aclaro – eso no cambia mis sentimientos por ti, yo te quiero Gabriel, sé que no llevamos mucho tiempo conociéndonos, pero, sé que te quiero tanto que duele, solo lo siento aquí – me toco el lado izquierdo de mi pecho – nunca había sentido esto que siento por ti, por nadie, cuando era pequeña perdí a mis padres, de un momento a otro simplemente perdí todo en lo que creía, sé que me entiendes – suspiro tomando fuerzas para lo que iba a decir, era algo que nunca me había atrevido a contar, sentía vergüenza cada vez que lo recordaba – luego – bajo la mirada tomando mi collar – estando en el orfanato sufrí de acoso y maltrato por parte de un grupo de chicos, ellos me intentaron violar – Gabriel centra sus ojos en mí y siento como se tensa a mi lado – pero uno de los empleados, la mano derecha de la directora llego antes de que eso sucediera, creí que después de años de apatía por parte de los niños y los empleados, alguien por fin tenía lastima o compasión por mí, y me estaba ofreciendo su cariño sincero, Zafir me trató como una hija, o así es como lo sentía al principio – suspiro sin mirarlo a los ojos – de un momento a otro su contacto empezó a ser incomodo, ya no me gustaba como me miraba, como me tocaba, sabía que no era un tacto de un padre a una hija, pero no dije nada, porque ahí no vales nada ¿sabes?, ¿quién escucharía algo como la simple sensación extraña de una huérfana por la mano derecha de la directora? – rio nerviosa – me calle, hasta que un día él quiso abusar de mí, nuevamente alguien más intentaba violarme, solo que esta vez era de una persona en la que en algún momento confíe, en la que me refugiaba, que sentí que me protegía – guardo silencio unos segundos antes de continuar. Gabriel se mantiene callado – me defendí como pude, me ganaba en fuerza y tamaño, así que no pude hacer mucho, casi terminaba por matarme a golpes, si no fuera por una de las niñas que dormía conmigo en la habitación que compartíamos, que vio cuando él entró a mi habitación mientras todos comían en el comedor alejado del edificio de las habitaciones, y para cuando todos llegaron a detenerlo, yo ya estaba inconsciente en el piso, desperté en una cama de hospital y eso fue todo, él fue a la cárcel, y yo regresé a ese lugar, fui atendida por la psicóloga del orfanato un tiempo, me ayudo a entender que no fue mi culpa todo lo que pasó, solo tenía once años después de todo, y yo lo entendía, pero los otros niños no, nadie me volvió a molestar, pero me trataban como si fuera una peste, me miraban con asco, nadie se quería acercar a mí, y yo no entendía ¿por qué merecía todo eso? – lo miro con lágrimas en mis ojos soltando mi collar – pasaron los años y logré salir de ese lugar, me vine aquí, y conocí a Miguel, mi primer verdadero amigo, luego conseguí el trabajo de mi sueños y conocí a Alejandra, y otras amistades, pero Ale se convirtió en una hermana para mí, ella me hace reír, me hace ser fuerte, me admira – sonrío – Miguel y ella eran todo en lo que creía ahora, pero siempre sentí que algo me faltaba, y no era solo la ausencia de mis padres, con la que aprendí a vivir, era algo más – lo miro fijamente, se mantiene con una expresión tensa e imperceptible – eras tú, eras tú y esa forma de ser que tienes para hacerme feliz, era tu forma de ser positiva, que ves lo bueno incluso bajo la adversidad, era tu forma de disfrutar una noche de lluvia, era tu paz y calma al sentarte sobre el césped de un cementerio – rio – era tu calidez y seguridad que me brindas cuando nos abrazamos por las noches, eras tú Gabriel, todo lo que eres, incluso eran tus celos enfermizos, tu forma de ser impulsiva, tu necedad, eran todos tus defectos – lo observo unos segundos más – te quiero a ti y solo a ti.

Gabriel se acerca a mí suavizando su mirada y me besa, nos fundimos en un beso desesperado, en el que ambos nos convencemos de la necesidad que tenemos por el otro, me toma con una mano por la nuca y con su otra mano me atrae hacia él de la cintura, pegándome a su cuerpo, sintiendo su calidez y la eminente erección que le provoca mi contacto, mi cuerpo reacciona ante su olor, su piel, su lengua danzando con la mía, saboreando su sabor a menta, con nuestras respiraciones incontrolables, mi cuerpo arde bajo su contacto.

Sumergidos por el deseo me toma de la cintura como si no pesara nada y me sienta sobre el capote, cruzo mis piernas alrededor de su cintura, comenzando a frotarme sobre su erección aún bajo sus pantalones.

– Eres mía – me susurra entre besos acalorados.

– Soy tuya – le susurro apenas agarrando un poco de aire. Me muerde el labio ante mi respuesta.

– Lo sé – me responde curveando sus labios para volver a apoderarse de los míos.

Mete sus manos entre mis piernas y me rompe las bragas de un solo tiro, luego comienza a desabrocharse el pantalón, bajándolo junto con su ropa interior.

– Quiero estar dentro de ti – gruñe en mis labios.

– Me debes unas bragas nuevas – rio en respuesta.

– Las que sean, seré yo el que las rompa – sonríe y me penetra de golpe.

Gimo al instante en que su duro y grande miembro se adentra en mí, sé que aún no lo mete completamente, lo cual me hace enloquecer todavía más olvidando el dolor.

– Solo un poco más, Ábrete más amor – habla con la respiración agitada.

Obedezco y suelto un grito de placer cuando me embiste por completo.

– Mierda, están tan lista para recibirme Allison – me excito todavía más por las guarradas que me dice.

– Gabriel – gimo cuando comienza con sus embistes, se mete y sale de mí una y otra vez haciéndome estremecer de placer.

El vestido ya se enrolla en mi cintura, él toma uno de mis senos con sus manos, no llevo sostén bajo el vestido blazer así que le facilito el trabajo, mientras comienza a saborearlos con sus labios, chupa y muerde ligeramente mis pezones rosados, y siento que llego a mi limite, dejándome llevar.

– Más rápido – le pido.

– Maldición Allison, vas a volverme loco.

– Quiero que te vengas dentro de mí, quiero sentirlo – le susurró agitadamente en el oído, me besa y muerde cerca del lóbulo de mi oreja bajando por todo mi largo y esbelto cuello, saboreando cada centímetro de mi piel.

Y lo siento, echa su cabeza hacia atrás cuando me llena por completo, dejando salir hasta la última gota dentro de mí.

– Eres mía, siempre serás mía – me besa aun estando dentro de mí.

– Y tú mío – sonrío en sus labios.

VOLVER A VERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora