CAPÍTULO 36

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ALLISON

– Buen día ¿y tu marido? – me saluda la pelirroja cuando llego a la cocina.

– Entra más tarde hoy – sonrío por su apodo – dormía tan plácidamente que no lo quise despertar, así que hoy nos iremos en taxi, ya lo solicité – digo mientras tomo una de las tostadas con mermelada que mi amiga preparó, creo que lo único que no requiere mucha ciencia de preparar, ya que cocinar no es lo suyo.

– Ten café – me dice entregándome una taza.

– Gracias, por alimentarme – le sonrío sentándome a su lado – ¿a qué debo el honor? – pregunto enarcando una ceja.

– A nada, ¿no puedo alimentar a mi amiga? – entorno los ojos – bueno, también porque nada mejor que un buen cafecito por la mañana, calientito, recién hecho, así como el chisme que tienes que contarme – toma un sorbo de café. Lo sabía.

– No sé de qué hablas – digo tomando de mi café.

– Vamos Alli, cuéntame todo desde el principio, cuando salimos del trabajo y te volví a ver con esa ropa tan hermosa y costosa en la que llegaste junto con tu ardiente jefe, no me quisiste decir nada.

– No hablaremos de eso aquí, ya conoces a Gabriel, no quiero que te vaya a escuchar.

– Bien, entonces hablaremos de esto comiendo una hamburguesa con el buen Asher – comenta poniéndose de pie.

– ¿No terminarás tu café?

– No, y tú tampoco, anda hay que llegar antes para comer con Asher – dice jalándome del brazo.

– ¿Hamburguesas a esta hora? – le pregunto enarcando las cejas.

– Una hamburguesa de Asher siempre es bien recibida a cualquier hora – contesta.

– Más bien el chisme es bien recibido a cualquier hora – sonrío.

– También, vamos Alli.

– Ya voy señora – le respondo negando con la cabeza.

Entro en mi habitación, todavía no he llevado mi ropa a la habitación de Gabriel, porque no quiero que piense que soy una aprovechada, así que solo duermo con él, pero aquí sigo teniendo todas mis cosas.

Me pongo un vestido formal negro ceñido a mi cuerpo, sin mangas, con el cierre detrás, y un cinturón negro delgado a la cintura, con unos tacones de aguja del mismo color que el vestido, y me dejo el cabello suelto en unas ligeras ondas, acompaño mi sencillo outfit con un maquillaje muy sutil, si por mí fuera me iría sin maquillaje, pero debemos dar una buena imagen en la empresa.

Me miro al espejo, me gusta lo que veo, así que tomo mi bolso y salgo de mi habitación.

– ¿Te vas sin despedirte? – escucho su voz atrás de mí cuando cierro la puerta.

Me giro y me encuentro con el ojiazul, lleva el cabello desordenado y aun recién levantado luce como modelo de revista, solo con el pantalón pijama puesto luciendo su muy bien trabajado cuerpo y su v marcada en la parte baja, haciéndome desear no tener que ir a trabajar hoy y encerrarme con él todo el día y no salir de esa habitación.

– Dormías tan cómodamente que no quise despertarte – le digo aclarándome la garganta.

– Me cambiaré e iré a dejarlas – habla acercándose a mí, me toma de la cintura y me acerca a él dándome un casto beso en los labios que sabe a menta.

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