Consecuencias

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Elion apretó los labios, sus ojos ardiendo con lágrimas que se negaban a caer. Kyho palideció de inmediato. Raito dio un paso hacia atrás, como si el suelo se hubiera vuelto líquido bajo sus pies. Intentaba hablar, pero sus labios temblaban sin emitir sonido. Amai... Amai no dijo nada. Solo lo miró con esos grandes ojos, ahora vidriosos, como si el significado de las palabras de Elion tardara en arraigarse en su mente. Elion sintió que el peso de su culpa lo aplastaba. Quería abrazarlos a los tres. Quería prometerles que todo estaría bien. Pero no podía. Porque nada estaría bien. No después de esto. Amai soltó finalmente un pequeño sollozo, tan suave que casi se lo llevó el viento. Se aferró a Raito, temblando como una hoja. Raito lo abrazó, apretando los dientes, mientras Kyho se giraba hacia otro lado, incapaz de sostener la mirada de ninguno de ellos.

—Fue durante en la nebulosa coral —comenzó, con la voz tensa y el corazón acelerado —Los comunicadores comenzaron a fallar. No sabemos exactamente qué provocó la interferencia, pero de un momento a otro perdimos toda señal.

Raito mantenía una expresión sombría, con la mirada perdida en el suelo. Amai estaba inmóvil, como si su pequeño cuerpo no lograra procesar la magnitud de lo que estaba escuchando. Lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas, sin que él hiciera el menor esfuerzo por secarlas. Kyho permanecía con los puños apretados y la cabeza baja, temblando ligeramente, sin dejar que nadie viera su rostro. Elion tragó saliva, sintiendo que su garganta se cerraba cada vez más. Era como si cada palabra lo desangrara por dentro.

—Lo siento —susurró Elion, sintiendo el peso del universo sobre sus hombros — Todo pasó tan rápido... No pudimos... no supimos cómo reaccionar.

Por un momento, pareció que ninguno de los hermanos iba a decir nada. Raito siguió mirando al suelo, sus hombros ligeramente hundidos, como si cargara con el peso de la galaxia entera. Amai, con lágrimas deslizándose por su rostro, parecía más una sombra que un niño. Kyho apretó los puños con más fuerza, y sus brazos temblaban. Entonces Kyho estalló.

—¡Son unos malditos incompetentes! —gritó. — ¡Asesinos! ¡Idiotas de mierda! ¿¡Cómo pudieron dejar que esto pasara!? ¡Inútiles!

Su voz resonó en la habitación como una descarga eléctrica, llena de rabia y desesperación. Elion intentó calmarlo, extendiendo una mano temblorosa hacia él.

—Kyho, por favor, escúchame...

—¡No quiero escucharte! —espetó Kyho, con los ojos llenos de ira y dolor — ¡Son unos desgraciados! ¡Mataron a nuestra madre! ¡Mataron a mi Mamá! —Los agentes dieron un paso hacia adelante, listos para intervenir si la situación se descontrolaba. Elion se adelantó, tratando de ser un muro entre ellos y el joven.

—Kyho, no fue así... —susurró, con la voz quebrada — Fue... fue un error de cálculo.

Raito levantó la cabeza de golpe, su rostro una máscara de furia contenida. Algo dentro de él se rompió. En un solo movimiento, lanzó un brutal puñetazo contra el muro más cercano. El sonido fue ensordecedor: el muro se agrietó y partes del concreto volaron por el aire. Elion retrocedió, aturdido, mientras los agentes se colocaban automáticamente en posición defensiva. Incluso Kyho dio un paso atrás, paralizado por la reacción de su hermano. Nunca lo había visto así. Nunca. Raito, con el puño ensangrentado y apoyado contra la pared destrozada, comenzó a reír. Una risa amarga, rota, que parecía desgarrarlo por dentro.

—¿Un error de cálculo? —murmuró, con una sonrisa torcida — ¿Eso es lo que fue? ¿Un simple error?

Sus ojos estaban llenos de ira y lágrimas, pero su sonrisa permanecía fija, como si cada palabra que saliera de su boca lo quemara. —¿Sabes lo que hizo mamá por ustedes? —continuó, dando un paso hacia Elion —¡Te di una oportunidad! ¡Le dije a mis hermanos que todo estaría bien! ¡Confié en ti! Y ahora vienes aquí... ¡A decirnos que fue un error!

Los agentes se tensaron, preparándose para detenerlo. Kyho lo notó y dio un paso al frente, interponiéndose entre ellos.

—¡Si lo tocan, los mato! —advirtió Kyho, con los ojos encendidos de furia.

El ambiente era irrespirable. Cada segundo parecía una bomba a punto de explotar. Raito seguía avanzando lentamente hacia Elion, su sonrisa torcida y los ojos llenos de lágrimas ardientes. Los agentes se mantenían en guardia, listos para intervenir. Todo estaba a punto de desmoronarse. Y entonces, Amai explotó.

—¡Basta! —Los tres hermanos se detuvieron, congelados por la intensidad del grito. Amai se llevó las manos al rostro, sollozando incontrolablemente.

—¡Deténganse, por favor! —gimió, con la voz rota — ¡Mamá no querría vernos así!

Kyho y Raito se quedaron inmóviles.

—Ella no querría... —Amai intentó continuar, pero su voz se quebró por completo.

Raito se derrumbó contra la pared, apretando los dientes para contener un grito de dolor. Kyho cayó de rodillas, con la cabeza baja y los puños apretados. Toda la furia y el dolor se habían convertido en silencio. Elion observó la escena, incapaz de moverse. Todo lo que quedaba eran pedazos rotos de una familia destrozada por una pérdida irremediable. Los dos hermanos mayores se quedaron en silencio, inmóviles. Raito bajó la cabeza, con los hombros temblando. La rabia en su rostro se desvanecía, dando paso a la tristeza más profunda que jamás había sentido. Kyho se dejó caer su cuerpo sobre la hierba, como si todo el peso del mundo lo aplastara de golpe. Los agentes, incómodos, miraron a su alrededor, sin saber qué hacer. Finalmente, uno de ellos dio un paso atrás y susurró. —Sera mejor que les demos un momento en privado.

Elion con una última mirada de pesar. Raito, Kyho y Amai se quedaron allí, inmóviles en la sala vacía, con la ausencia Ninguno de ellos dijo una palabra. 

Sugar HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora