Encrucijada

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El aire en el hogar estaba cargado de un silencio tenso, solo interrumpido por el suave susurro del viento que acariciaba las ventanas. En la sala de estar, Heru se encontraba a un lado de Elion, cuyas manos estaban llenas de papeles garabateados y diagramas que parecían sugerir una solución a los problemas que asolaban su planeta. Sin embargo, esa solución llevaba consigo un peso insoportable.

—He estado trabajando en algo —dijo Elion, sus ojos brillaron con la emoción de un descubrimiento a la vez aterrador y prometedor — Una nueva forma de extraer minerales de los asteroides cercanos. Si conseguimos recursos, podremos comerciar con otros planetas y restaurar nuestra economía.

Heru lo miró, su corazón palpitaba con la mezcla de esperanza y ansiedad. Sabía que cualquier cambio significaba un riesgo. Se había prometido mantener a sus hijos lejos de las dificultades del mundo exterior, pero la situación era cada vez más desesperante.

—¿Y qué implicaría eso? —preguntó, su voz temblaba ligeramente.

—Un viaje... Y no uno sencillo —respondió Elion, bajando la mirada hacia el suelo como si pesara con cada palabra. — Necesitamos exploradores dispuestos a enfrentarse a lo desconocido, a lo peligroso. Sería una expedición a través del cinturón de asteroides.

Heru sintió un escalofrío recorriendo su espalda. ¿Estaría dispuesta a arriesgar a su familia? ¿A sí misma? Pero antes de que pudiera responder, un sonido proveniente de la entrada rompió el ambiente: era Kyho, quien había estado escuchando desde las sombras, enfurecido.

—¿Qué estás diciendo? —gritó Kyho, su voz resonaba como un trueno en la habitación — ¿Vas a llevar a mi madre a un viaje peligroso por unas migajas de esperanza?

Heru se volvió hacia él, su corazón se hundió al ver la furia en los ojos de su hijo. —Kyho, por favor, no es lo que piensas —intenta calmarlo, su voz ahora más firme, aunque la preocupación llenaba su pecho — Elion está tratando de ayudarnos.

— ¿Ayudarnos dices? —interrumpió, avanzando hacia Elion con la mirada afilada — ¿A arriesgar lo poco que nos queda? — La tensión se palpaba en el aire, y Raito, que había estado callado sentado en la orilla de su ventana, bajo al escuchar los gritos de Kyho he intervino con un tono mesurado, pero firme.

—Kyho, no es solo sobre nosotros. Todos en Kedeki están sufriendo, tú mismo lo has dicho.

— ¿Y qué hay de nosotros? ¡No quiero que arriesgue su vida en un viaje que ni siquiera está asegurado el mínimo éxito!

Amai, que había sido despertado por el bullicio, descendió lentamente por las escaleras. Su pequeño cuerpo temblaba, confundido por el ambiente cargado de tensión y emociones. Sus ojos brillaban con temor e incertidumbre al ver a su familia desgarrándose por dentro.

—Mamá, ¿qué pasa? —preguntó Amai, su voz suave interrumpiendo el intercambio acalorado.

Heru se arrodilló rápidamente, abriendo los brazos para que su hijo pudiera acercarse. —Todo está bien, cariño. Solo estamos hablando. —respondió, forzando una sonrisa que apenas escondía la preocupación en su corazón.

Kyho se volvió hacia su hermano, su expresión aún enojada, pero transformándose al ver la inocencia de Amai.

— Amai, esto es complicado. Mejor vuelve a dormir. —dijo Kyho, con un tono más suave, pero lleno de dolor

Elion miró a Amai, comprendiendo la fragilidad de la situación. La mezcla de miedo y amor entre los hermanos resonaba en el aire, y el científico decidió intervenir. —Escucha, Amai —dijo Elion, intentando suavizar la tensión — A veces, cuando enfrentamos problemas grandes, necesitamos ser valientes. Tu madre es muy especial, y muy valiente. Por eso la necesitamos.

Sugar HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora