RAITO

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Se encontraba de pie en el borde del acantilado, la brisa suave del atardecer acariciaba su rostro, pero en su corazón latía una tormenta de emociones. Desde allí, podía ver el vasto paisaje de Kedeki, un planeta que, a pesar de su belleza serena, comenzaba a oscurecerse bajo el peso de la incertidumbre. Como Raito, quien sentía la presión de ser el pilar de su familia.

Esa noche, mientras el silencio de la casa se llenaba con los suaves susurros de sus hermanos dormidos, Raito se sentó en la oscuridad de su habitación, las manos entrelazadas, pensando en su papel como protector. Las lágrimas se les asomaban a los ojos, pero se las tragó, negándose a mostrar debilidad. A menudo, sus pensamientos se deslizaban hacia sus hermanos, quienes, a pesar de su juventud, llevaban sus propias cargas. No solo debía cuidar de ellos físicamente, sino también proteger sus corazones de la dura realidad que acechaba en cada esquina, como un depredador escondido en la maleza. El peso de las expectativas se sentía cada vez más abrumador. Había momentos en los que sus miedos parecían pesar con fuerza. La realidad era que debía trabajar para mantener la casa, asegurarse de que sus hermanos estuvieran a salvo.

Suspiró, sus pensamientos confusos y atormentados se movían con asertividad. ¿Era realmente lo suficientemente fuerte para esta carga? A veces, se preguntaba si estaba a la altura de la tarea. Las noches pasaban, y mientras el resto del mundo dormía, él permanecía despierto, contemplando el cielo estrellado y anhelando un futuro que parecía cada vez más inalcanzable. La imagen de su madre, Heru, regresando de sus exploraciones, siempre iluminaba su mente. Recordaba cómo sus ojos brillaban al hablar de los lugares que había visitado, los nuevos descubrimientos que había realizado. Sin embargo, la presión que ella sentía también era evidente. Raito sabía que la vida de su madre, aunque llena de aventuras, estaba marcada por sacrificios que a menudo la mantenían lejos de casa y de ellos, manteniéndolo constantemente con el miedo de ver hacia la puerta, y que esta no se abriera. Pensando en sus hermanos, se dio cuenta de que su amor por ellos era lo único que lo mantenía en pie. Sin embargo, con la presión de la realidad aplastando todo a su paso cual prensa de tungsteno. Raito se sentía cada vez más como un volcán a punto de estallar, lleno de lava burbujeante de frustración y miedo. ¿Qué pasaría si no podía proteger a su familia? La idea lo aterraba. Las sombras de la violencia en otros planetas, las historias de familias separadas y corazones rotos, eran ecos lejanos que amenazaban con convertirse en su propia realidad.

Sugar HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora