Por fin amaneció. Estaba cómodo en el sofá de esa habitación, comiendo algo ligero para el desayuno cuando ella despertó. Sus lindos ojos se abrieron, y al voltear a verla, me sonrió, y yo a ella.
—¿Cómo dormiste?
—Muy bien, no pensé que esta cama fuera cómoda, pero lo es.
Sonreí en respuesta y me levanté.
—Pediré algo para que comas.
—No, no, no —respondió de prisa—. Quiero ver a Ruri primero.
Negué con la cabeza, preocupado por su estado.
—Necesito que tengas fuerzas.
Ella me miró confundida, sus ojos demostraban que quería saber más. Yo quería evitarle más angustia.
—No te preocupes de más, ojitos, solo necesito que estés fuerte; cuidarás a Ruri, te cuidarás a ti también.
—Soy fuerte, quiero ver a mi hija primero —demandó. Con ternura y firmeza, la recosté sobre la cama y llamé a una enfermera para que trajera algo de comida.
—Dicen las enfermeras que necesitas comer para dar leche. No seas necia y come, ¿sí? No te traerán a la nena si no comes.
—Ashh —se quejó en broma—. Bueno.
Llegó la comida después de un rato, y ella comió tranquila y en silencio. Mientras la miraba, noté que no se parecía mucho a su hermano. Yai tenía el cabello castaño y ojos claros; ella tiene el cabello negro y unos ojos rojos como el fuego.
—¿Por qué no te pareces a tu hermano? —ella detuvo la cuchara de sopa que llevaba a su boca para mirarme, algo sorprendida.
—¿Cómo? —preguntó—. ¿Tú... conociste a mi hermano?
—Lo encontré por accidente mientras buscaba a los niños.
Ese tema era sensible, y al mencionarlo, ella bajó la cabeza. Me sentí mal al ver que le afectaba.
—No quiero incomodarte con mis preguntas tontas. Lo siento...
—No pasa nada. Yai no era hijo de mi madre; es hijo de otra mujer, pero quedó huérfano desde que nació... Sin embargo, no importa de qué vientre venga; él es y siempre será mi hermano, hijo de mi madre y de mi padre.
Su sonrisa fue pequeña, forzada, como quien oculta heridas que aún duelen. Había sufrido tanto que me hacía sentir peor. Era mi culpa todo lo que le había pasado, todo lo que tuvo que soportar. Con suavidad, acaricié su sedoso cabello, y ella volvió a mirarme.
—Te prometo que a partir de hoy serás la mujer más feliz del mundo.
Me sonrió nuevamente, y su gratitud era como una caricia en el alma.
—Gracias, Ran —dijo en un tono suave, cargado de ternura—. Eres un hombre muy bueno. Sé que serás un gran padre y un buen acompañante...
“... No lo soy”, pensé. "No lo soy, ni lo seré jamás. Yo te arruiné la vida y seguramente jamás me perdonarás".
Me callé todo lo que no tenía el valor de gritar. Sabía que era un egoísta, porque aún estaba aquí, junto a una mujer que no tiene la culpa, que es mi víctima y que no sabe quién soy realmente. Nunca sabrá que fui yo quien ordenó matar a su esposo, a su hermano, a su cuñada, y que gracias a eso perdió a su hijo, el hijo del hombre al que amó con toda su alma...
Yo solo soy un intruso, escondiéndome en los rincones más oscuros y desolados de su ser, rogando no ser descubierto, esperando amor y delicadeza, sabiendo que no las merezco. No de ella. No así. Pero... ¿cómo me voy? No quiero irme, no quiero.
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VIOLET EYES [RAN HAITANI] (SIN EDITAR)
Fanfiction(Hermanos Haitani #1) Cómo culla luz que cautiva la orilla de una playa, su deslumbrante figura estaba ahí, existiendo, como un fantasma, quería abrazarla pero no podía, sentía su brisa, escuchando su voz a lo lejos... Miraba sus ojos y eran como do...