Recaída

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Segunda parte: La hora azul
Capítulo veintidós

– ¿Así que soy tu madre perdida?

La pregunta retórica de Juana logra hacerme sonrojar. No pensé que se enteraría tan rápido del falso rumor. En verdad este pueblo es un reguero de pólvora.

– ¿Estas molesta? Sé que debí preguntar antes de decir semejante mentira.
– No me molesta. Una parte de mí se siente honrada de ser tu falsa madre. A la vez nunca estuvo tan lleno el local, un beneficio extra para mi.

Acarició mi rostro con ternura para darme un poco de tranquilidad. Esta mujer es realmente un ángel. Después de la escena del otro día y este rumor tenía más de un motivo para despedirme pero seguía confiando en mí por un motivo desconocido.

– ¿Puedo hacerte una pregunta personal? -murmuro con cuidado.

Juana es la única persona que se me ocurre que es la mejor opción para quitarme de la cabeza esta duda. Le e estado vueltas de ace rato, al puto que he credo una pequeña mania por esto. Se me ocurrió que que el mejor momento de encararla seria cuando está distraída con otra cosa. Como ahora. Ella hace un control de caja cuando voltea a verme con las cejas arqueadas. Algo en su mirada me decía que estaba midiendo qué tan personal era mi pregunta.

– Por supuesto. Pregunta lo que quieras tesoro.
– ¿Quién es Lucia?

Ella palidece ante la mención de ese nombre. Sus manos juguetean alrededor de la caja registradora, casi buscando una excusa para retrasar la respuesta. Se va a negar. Lo presiento.

– No la conocí personalmente -su voz es lúgubre, llena de pesar-. Mi madre no tenía mucho trato con ella tampoco, todo lo que tiene que ver con el departamento es más un arreglo entre ella y Roxi.
– ¿Los tres vivían juntos desde el principio?

Dio un largo suspiro que parecía contener miles de secretos reprimidos. Todo lo que ronda a través de ese nombre ha logrado picar mi curiosidad. En casa pese a ser tan importante para Roxana jamás se menciona su nombre. No hay fotos, videos, pinturas, ninguna evidencia de que haya existido esa persona.

– Emiliano no vivía con ellas. Él no estaba en la ciudad en esa época.
– ¿A qué te refieres? ¿Cuándo volvió?

La mirada de ella se inundó de un profundo afecto que desbordaba su alma. Hay compasión en ellos, se reconocer ese sentimiento.

– Cassie se que tienes muchas dudas –hizo una pausa para morder el labio nerviosa-. Lucia murió hace bastante tiempo, eso puso mal a Roxana. Dejó de ser la misma. Fue horrible ver como la pena la mataba cada día, no salía de casa, no hablaba, sus padres estaban desesperados.
– ¿Por qué? ¿Qué le pasó a ella? -inquiri nerviosa.
– Roxana jamás volvió a ser la misma -repitió evadiendo mi pregunta-, ahora está un poco mejor. En su momento más oscuro… llamaron a Emiliano. Nadie dijo nada al respecto, raro para ser una ciudad que adora el chisme. De repente el nombre de Lucia jamás volvió a ser mencionado cuando Emiliano volvió.
– ¿Por qué? -insistí temerosa de lo peor.
– No lo sé. De verdad. Él llegó y se encargó de Roxi desde entonces. Nadie habla de que ha cargado en su hombro el peso de todo. Cuidarla, ser mancillado por la ciudad y esos horribles rumores.

Retuerce entre sus manos un trapo con frustración. No me atrevo a pronunciar ni mencionar nada. Me limito a esperar.

– El asunto es que no conocí a Lucia, pero fue alguien especial para Roxana. Eran como hermanas. Es todo lo que voy a decir.
– ¿Y Emiliano? ¿Qué pasa con él?
– Ese chico es -la voz le falla-... Es bueno. Dios sabe que no la ha tenido fácil.

La escasa luz que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora