Despertar

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Capítulo veinticuatro

Al final del día sólo siento al cansancio que ha provocado el viaje. Pero ver a Cass tan feliz y relajada hace que absolutamente todo valga la pena. Aunque tampoco puedo negar que he disfrutado salir por una vez de mi ciudad.

Llegamos a la casa alrededor de una hora casi. Apenas lo hicimos ella tomó su campera y se fue a trabajar. Había olvidado que los domingos igual tenía que cumplir turno a la tarde en la cafetería.

Emiliano la llevo ya que también tenía que comprar un par de víveres para la casa, en la que hay escasez de comida últimamente. Así que sólo estoy sentada en el sillón pensando en algo en que hacer, pero no se me ocurre nada. Descartó idea tras idea, porque me llevan demasiado esfuerzo o no me apetece hacerlo. Hasta que una me parece interesante. Me levanto de un brinco, y camino directamente a mi cuarto.

Casi como un arranque a causa del aburrimiento sacó toda mi ropa del armario y la vuelco todo sobre el suelo. Así me deshago de lo que ya no uso para que pueda ser para donación. Y tal vez de paso contentar el próximo fin de semana a mi madre de ir a uno de sus tantos eventos de caridad.

Es una tarea sencilla ya que no poseo muchas prendas. Terminó dejando para donar un suéter, dos jeans, unas calzas y un par de zapatillas bien cuidadas. Pero aún mi ropa me sigue llamando la atención. Así que decido probar distintos estilos.

Primero mezclo un estilo casual, unos shorts, un cinturón negro con detalles dorados, más una remera blanca con el estampado en el centro de uno de los cuadros de Van Gogh. La había hecho hace más de dos años por mí misma. Casi olvidaba que la tenía, la idea era usarla con una remera manga larga negra debajo, pero sola se veía igual de bien.

Para el segundo conjunto mezclo unas calzas deportivas grises con la top negra que me regaló mi madre. Según ella era para que empezara a estar más actualizada con mi ropa. No tenía pechos grandes para hacer que la top se viera bien. Me hacía sentir extraña, ese era el gran motivo por el cual no la usaba. Tome una campera de cuero que había pertenecido a Lucía, y la coloqué encima.

Ahora no sólo me sentía incómoda, sino que tampoco combinaba. Metí las manos en los bolsillos por lo menos para inventar unas poses, cuando sentí un papel en el bolsillo derecho. Lo saqué rápido para poder observarlo. Estaba doblado en cuatros partes, por lo que el papel era largo. Apenas lo desdoble reconocí la letra redondeada de Lucía. Mis ojos no podían evitar leer.

"PARA A QUIÉN LE IMPORTE:

Tenía siete años la primera vez que fui violada, me obligaron a creer que estaba loca. Que sin duda me lo había inventado ¿Cómo hace una niña para inventar eso?

Tenía 15 años cuando conocí a la que es mi mejor y única amiga Roxana. Ambas somos artistas innatas, pero ella tiene ese ojo especial para reconocer la belleza oculta.

Si escribo esto es sólo por el motivo de que necesito hablar. Sé que ella sospecha de que estoy ocultando algo, pero no es así. Aunque se que a sus ojos así es.

Es sólo que estoy cansada ¿Cómo haces para sonreír sino estás feliz? He peleado incontables veces con la madre de mi mejor amiga para que la deje hacer su carrera en otra parte como su primo. Pero ha sido inútil. Es que ni siquiera sé hacer eso bien.

Pues nada, sólo quería desquitarme porque estoy cansada. Y no puedo ni siquiera devolverle la mitad de lo que hace por mí Roxi. No sólo estoy cansada. Estoy harta."

La escasa luz que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora