La escasa luz que compartimos

24hs

Capítulo nueve

¿Cuántas veces hacemos cosas que no entendemos del todo? Cosas que provocan que nos cuestionemos el "porqué" de lo que solía ser simple.
Eso me pregunto yo. Desde hace 24 hs.
Es lo que me pregunto al mirar la hora en el hermoso reloj gris de la pared del departamento. Son las 19:05.

El momento exacto en que mande mi vida anterior a la mierda. Es una buena hora para mandar una vida miserable a la basura.

Porque pese a mi buena suerte, conocer a Roxi, conseguir departamento y un número de celular, la pregunta persiste ¿Por qué? No tengo esa trillada pregunta de: ¿Por qué a mi? No soy hipócrita, una parte de mí reconoce que si le tenia que pasar a alguien soy una buena opción. Sin embargo… ¿por qué? Porque si bien mi vida no siempre era linda, era simple. Conocida…cómoda.

  A esta hora estaría en la sala de mi casa leyendo documentos aburridos o algo por el estilo. En su lugar estoy mirando un reloj avanzar, se le suma un minuto a mi larga travesía. Doy una larga bocanada de aire. Seguir pensando en lo que pasó no me va ayudar a superarlo.

  Roxana está afanada en sus tareas en la cocina con un podcast de teorías conspirativas de fondo. Quisiera tener algo para hacer, pero la verdad es lo malo de estar a la deriva, hay pocas opciones. Hace rato desempaqué todo lo que traía conmigo, por lo que podría afirmar que estoy instalada en la casa de manera oficial.

En este preciso momento necesito una buena taza de café bien cargado, o un vaso de whisky en su defecto. Bueno… esto último no es tan buena idea, considerando que mi última ingesta de alcohol me hizo terminar en esta ciudad. Mi estómago no está preparado para ingerir de nuevo esa graduación de alcohol. Debo estar alejada de eso un tiempo. O toda la vida. No, esa opción no me gusta.

  Sé que hay un frasco con café del cual puedo fácilmente tomar un poco para calmar mi necesidad de cafeína, pero estoy demasiado enfrascada en mis pensamientos para poder hacerlo. Además estoy muy cómoda en este lugar contemplando los diversos cuadros en la pared, hipnotizada con la idea de cómo se nos escapa el tiempo.

Unos pasos ligeros que se acercan hacia mí con cautela. Roxi se coloca a mi lado saltando el brazo del sillón con elegancia. Lleva consigo dos tazas que combinaban entre sí, me ofreció una que tiene chocolate caliente.

El aroma maravilloso me convence de tomarla sin objeciones. Saca del bolsillo su celular mientras toma un trago de chocolate. Me paralizo al recordar como toda la tarde estuve recibiendo la llamada de todas las personas que me "querían".

– Tienes que decirme que les contesto, me están sacando de quicio -a pesar de que quiso sonar amargada, su tono alegre la delata, solo está bromeando.
– No sé. Es que no estoy bien para poder enfrentarlos.
– ¿Quiénes llaman?

Es una excelente pregunta ¿A quién le importo lo suficiente? Pero a la vez, ¿quién es tan descarado para llamarme después del desastre de anoche? Después de que mi lindo mundo se hiciera trizas.

– Mi padre tal vez, pero ayer la que me llamaba era mí... -me frene para reflexionar qué es esa persona para mí en estos momentos- ex mejor amiga.

Si, la palabra sabe extraña en mi boca. Ella no era mi amiga. Ella era como una hermana. Roxana toma otro sorbo de su taza, medita en una respuesta para no hacerme sentir aún peor de lo que estoy. He compartido todo el día con ella, aunque sentía que había sido más que eso. Ella no me lo ha dicho, aun así presiento que siente lo mismo que yo. Tal vez es como el efecto colateral de vivir las cosas con tanta intensidad, no tienes noción del tiempo.

– Entonces no lo hagas, la vida me enseñó que hay personas que no merecen una explicación y quienes las merecen no te las piden -Roxana esta vez sí tiene un tono serio, me da su completa bendición en que simplemente los ignore y olvide.
– Tenes razón -murmuré agotada.
– ¡Por supuesto que la tengo! ¿Con quién crees que estás hablando? -exclamó con una emoción que no parecía fingida.