Pintura vieja

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Capítulo doce

Un delicioso aroma a café está impregnado en el aire. Mis ojos se abren despacio cegados por la luz matutina. Paso las manos por mi rostro y me sobresalto al notar que mi rostro tenía rastros de lágrimas. No me di cuenta que me quedé dormida llorando. No es ninguna sorpresa en realidad, pensar en mí abuela siempre logra desempolvar recuerdos dolorosos. Gran forma de iniciar esta nueva vida.

Vida nueva... aún se siente extraño pensar así. Despejo mi cabeza de ideas inútiles mientras inicio mi rutina de las mañanas. Nada como empezar el dia con una buena rutina de skincare. Es una pena que la mitad de mis cosas estén abandonadas en mi antigua casa. No importa, me arreglo con lo que tengo.

Desde aquí puedo oír la conversación de los primos desayunando ¿Habrán estado despiertos toda la noche? Podría unirme a ellos, de paso hacerles un par de preguntas que tengo pendientes. Elijo unos de mis sueters favoritos y unos jeans ajustados negros. Si, creo que me veo decente.

Dejo que mi melena castaña caiga en cascada sobre mis hombros con libertad. Nada de peinados complicados, maquillaje exagerado ni agujas de tacón. Es la primera vez que me siento cómoda en ropa holgada y de mi gusto.

Si fuera una mañana normal tendría que ponerme un traje coqueto, con una minifalda ajustada para distraer a los clientes de mi padre mientras él los estafa. Me recorre un escalofrío por el cuerpo ¿Cómo es que existió una versión mía con eso? Trabajar prácticamente de prostituta para mi padre para poder engatusar*¹ a los peces gordos.

Basta, tengo que cerrar esa puerta con llave. Camino decidida hacia afuera. Al salir veo a Roxi sentada en uno de los taburetes de la isla hablando con su primo muy seria. Parece disgustada, a diferencia de Emiliano que luce encantado con su sonrisa burlona.

Ellos no se percatan de mi presencia hasta que aparezco en su periferia para buscar una taza. El café es la mejor forma de iniciar el día. Está científicamente comprobado que la cafeína está hecha con felicidad. O bueno, eso me gusta creer.

- Buenos días chica de ciudad -ronronea Emiliano rodeándome para lavar su taza.

Huele a almendras y café. Peculiar y delicioso a la vez.

- ¡Genial! Al fin te levantaste, necesito alguien sensato para decirle a mi primo que ningún ser humano aprueba mezclar el chocolate, el sagrado chocolate, con algo tan raro como la mostaza.

Roxi le pega en la espalda a su primo mientras refunfuña por lo bajo. Me gustaría descubrir cómo llegaron a ese peculiar debate.

- ¿Chocolate con mostaza? -confirmo observando de reojo a Emiliano.
- ¡Si! ¡Está loco! Es un delito, así sin más, te van a mandar preso.

Roxi habla con tanta seriedad, que la sonrisa que se asoma en mi rostro parece una falta de respeto. Ella en verdad debe creer que hay una ley en contra de las combinaciones raras.

- Nadie va preso por eso Roxana, además, ¿no eres tú la que dice que es divertido experimentar? -él luce complacido de ver enojada a su prima.

Busca hacerla enojar, como si fuera parte de su ejercicio diario. Tomo asiento juntó a él y finjo meditar una respuesta totalmente sensata como me lo ha pedido ella. Aunque la idea de unirme al bando contrario es más que tentadora.

La escasa luz que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora