La escasa

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Capítulo veintiséis
Final primera parte

Roxana

Eran las 8 de la mañana cuando sentí uno de los peores presentimientos. La última vez que había tenido uno de estos fue cuando Lucía falleció, cuando me di cuenta que ya no me contestaría del otro lado de la puerta. Este sentimiento de angustia era de lo más horrible. Porque ni siquiera sabía de dónde venía. No había tenido ninguna pesadilla, ningún dolor, nada, simplemente desperté.

Me levanté con sigilo y me encontré a Emiliano sentado en una de las bancas de la isla llorando. Él me miró y sentí que el mundo se partió en dos. Ni siquiera emitió palabras, simplemente negó con la cabeza. No estaba respirando, estoy segura que esto no era respirar.

Corrí hasta la puerta de Cass pero no había nadie. Sus cosas no estaban. Todo el sitio estaba en perfecto orden como si jamás hubiera existido. El lugar parecía un pueblo fantasma ahora aumentando su población a dos. Estoy llorando, y sólo lo sé porque las lágrimas entran a mí boca. Me faltan fuerzas para seguir de pie. Estaba en mi peor pesadilla. No sabía si estaba hablando, pero Emi vino abrazarme a consolarme. Fue cuando me deje caer.

Tenía una mano en la boca para que no se me escaparan más sollozos o el mismo aliento. Él me sostenía con fuerza mientras me iba derrumbando. No sentía las piernas, eran sólo dos fideos sin voluntad.

Se había ido, sin despedirse, sin un último café, una charla o un abrazo. Solamente un cuarto vacío y sueños rotos. Dijo que estaría para cuando decidiera irme. Tal vez tuvo miedo, o tal vez se dio cuenta que estoy condenada a esta maldita ciudad, y jamás me iré.

Incluso ahora me sentía una perra egoísta porque sabía lo que estaba sintiendo Emiliano, pero no tenía la fortaleza para yo consolarlo a él. Hacía su mayor esfuerzo para que no me terminara de fracturar.

Buscó en mi memoria algún motivo por el que ella quisiera irse. Todo estaba bien, estable, no vi ni siquiera un indicio. Si llamaba a mi psicólogo a esta hora ¿Me internaría por algún tipo de brote?¿Le importaría a caso? Las ideas ni siquiera se pueden formar con libertad. El dolor da paso a la ira. La siento arder en mis venas como un fuego abrasador. Percibo el mundo como un lugar lúgubre y horrible de nuevo. Me zafo de los brazos de Emiliano para golpear algo, necesito sacármelo de encima.

Corrí hasta la puerta del baño la que una vez casi destruyo. Cuando estoy sólo a unos pasos Emiliano vuelve a interceptarme, pero esta vez no con cariño. Me agarra del abdomen con vigor. Tiró con todas mis fuerzas, pero él ni se inmuta.

- Roxi por favor, tienes que controlarte. Respira, sólo respira profundo -en mis oídos hay un fuerte pitido que no me deja entender el resto con claridad-.

Sé que está sufriendo por hacerme daño, pero necesito sacar está impotencia. Porque no lo entiende. Suelto un grito de ira pura. Mis cuerdas vocales sufren conmigo. Lo que sale de mí es un grito desgarrador.

Lanzó patadas a todas las direcciones que puedo para lograr que me suelte. Empiezo a zafarme de su agarre, y puedo mirarlo furiosa. En su rostro no hay ni un asomo de un sentimiento ¿Cómo puede no sentir nada? ¿Cómo puede estar así fingiendo que no se fue alguien importante en nuestras vidas?

Comienzo golpearlo a él en su abdomen. Con fuerza e irá ¿Por qué no entiende lo que siento?¿Por qué nadie lo entiende? Emiliano no me detiene recibe cada golpe con resignación.

La escasa luz que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora