Capítulo dos
Desperté con un fuerte dolor de cabeza y cuello producto de la mala postura o tal vez la esperada resaca de anoche. No me arrepiento de haberlo hecho, es decir, mi hígado no debe de estar muy contento de bajarme una pequeña botella de tequila. Sin embargo es gracias a esa niebla que provoca el alcohol que gran parte de la noche se vuelve borrosa, por un par de horas hizo el dolor más llevadero.Tampoco es mi primera resaca, por lo general me mareaba con el bourbon puro de mi padre, desde pequeña me hacía tomarlo como si fuera agua. Solía decir que la resaca es la consecuencia de la grandeza, pensar en eso me deja un mal sabor de boca.
Presto atención a mi alrededor, la mayoría de los pasajeros siguen dormidos. Me sorprende haber madrugado, considerando lo tarde que pude conciliar el sueño. Miró de soslayo a mi derecha, la persona que había estado al lado mío se ve que en algún momento de la noche se fue a otro asiento. Aunque también cabe la posibilidad que el colectivo hubiera hecho alguna parada.
Me coloco la capucha para que nadie note el desastre que soy. Una cosa es que me vieran anoche, pero es una historia diferente que la vean en su mayor esplendor con luz matutina. Estiro un poco mis piernas porque las siento rígidas de tanto tiempo estar sentadas. Si quiero que la menor cantidad de personas me conozcan en este estado este es el mejor momento para levantarme. Tomo mi mochila del suelo, la cual se encuentra toda aplastada por ser mi apoya pies y doy un par de zancadas hasta la escalera para ir al piso de abajo del colectivo para entrar al baño químico.
Está más limpio de lo que creí, ahora no puedo evitar sentirme mal por esperar que estuviera hecho un asco. Puedo percibir un sutil aroma a limón en el ambiente. A pesar de que todo se ve impecable, soy quisquillosa por naturaleza, por lo que no me animo a mirar el estado del retrete.
Lo primero que hago es sacar una buena cantidad del rollo de papel higiénico del dispensador. Nunca está de más ser precavida en este tipo de cosas. Corté un pedazo pequeño del largo retazo para limpiarme la cara, mientras que el resto lo guardo dentro de mi mochila con mis otras cosas.
Mojo un poco el papel, lo veo deshacerse con rapidez en mi mano, así que no lo pienso mucho antes de arrojar el agua fría a mi cara. Pedazos de papel se adhieren a mi rostro, así que repito el proceso varias veces. Aunque no elimina del todo el maquillaje corrido, admito que mejora de forma notable mi aspecto. Me gusta como me veo con la cara lavada, aun asi tengo una debilidad con el delineado egipcio.
¡Carajo!
Recordé que ayer use lo último de mi rímel favorito para maquillarme. Me siento estafada, supuestamente era aprueba de agua, eso es falsa publicidad. Tendría que haberle sacado foto a mis orejas de mapache, tal vez si me quejaba me daban plata. Lo necesito, más ahora que no me sobra.
¿Qué mierda estoy haciendo de mi vida? ¿Cuánto tiempo me va aguantar la plata? Necesito conseguir un trabajo, un hotel o apartamento, aunque de ser necesario podría dormir en un hospital. Ni siquiera estoy segura de haber empacado todas las cosas que necesitaba. No me sirve de nada los arrepentimientos ahora. Esta es una nueva oportunidad. Lejos de mis fantasmas, un lugar donde seré una extraña, una más del montón. Me gusta esa idea.
Lo primero ahora es arreglarme. Mi mochila es un desorden, aún así encuentro mi neceser para comprobar que tengo conmigo ¡Gracias yo del pasado! Tengo cepillo de dientes, al parecer lo dejé olvidado dentro del estuche. Revuelvo un poco más y me encontré con un dentífrico, mejor dicho una de esas pequeñas muestras que te dan en el dentista. Algún día ser olvidadiza tendría que tener sus ventajas.
Es una pequeña victoria la sensación de mis dientes relucientes, aparte de quitarme ese aroma rancio que deja el tequila barato en el aliento. Sonreí de forma boba al espejo apenas termine. Mi estómago ruge, es una lastima que lo único que tengo es un paquete de mentas. Ahora en definitiva tendre un aliento refrescante, aunque dudo que a alguien le importe.
Me miro en el espejo para comprobar mi aspecto en su totalidad. Debía reconocer que luzco más normal. Aplique un poco de brillo en mis labios y desenrede con mis dedos algunos mechones de pelo. Es momento de que salga del baño antes que crean cosas erradas de mi.
De regreso a mi asiento noto que todo está bastante silencioso. Sigo sin saber que hora es, tampoco quiero mirar. Mi celular en este momento es una puerta peligrosa a todo lo que me hace daño. Dios sabe que si veo algún mensaje de mi papá diciendo las palabras correctas volvería a casa. Soy débil cuando se trata de él por un motivo que no puedo explicar. Así que ni siquiera lo miro, porque la idea de enfrentar todo aquello de lo que escape es aterrador.
Me odio por dejar que eso me controlara tanto tiempo, sin embargo no deja de ser doloroso. La sombra de mis errores se proyecta a mi alrededor. Me merezco esto, sentirme miserable, todo el mundo sabia que acabaria asi. Por eso me llamaban la puta de mi padre. La cara bonita que trae cheques firmados. Pues ya no, nunca más.
No sé porque vuelvo a estos pensamientos. Intento mantener mi atención en el paisaje de la ventana. Ya se pueden ver algunas casas, significa que estamos cerca de alguna ciudad. Es cuestión de minutos para arribar a algún destino.
Ni siquiera me acuerdo a donde me lleva este transporte, pero siendo sincera poco me importa. Si no sabía en qué lugar estaba les sería imposible poder encontrarme. Huir parece tan fácil en las películas, quisiera que me albergará la misma emoción que todos mis personajes favoritos experimentaron.
Si el lugar al que arribaremos es tan bonito como lo son estas casas a las afueras, por lo menos tenía la seguridad de que me sentiría cómoda. Veo algunos niños jugando, correteando de aquí y allá. Ignorando que existe algo más en esta vida que disfrutar momentos con desconocidos que luego llamamos amigos. Y que en un parpadeo se van para no regresar.
Los envidio por estar allí con ese ímpetu de sonreír cuando existen personas como yo, que ni siquiera sabemos cuándo volveremos a sentir aquellas cosquillas que provocan la risa en tu interior. Una punzada en mi cabeza me hace soltar una maldición, daría cualquier cosa por tener alguna aspirina conmigo.
Anuncian por el parlante que en unos momentos llegaremos a destino. La gente en mí alrededor empieza a despertarse y acomodar sus cosas. Lo único que puedo hacer es aferrarme a mi mochila, el último vestigio a lo que fui. Mis pertenencias están impregnadas de recuerdos de esa época, en donde nada me inquietaba y podía confiar tontamente en cualquiera que me sonriera.
Mierda. Quisiera que mi memoria tuviera la suficiente piedad para no atormentarte cuando más vulnerable estoy.
Mis fantasmas me acusan ¿De verdad nunca te diste cuenta? ¿Qué tan ciega estabas? Si tan solo hubiera prestado atención a todas aquellas señales todo podría ser como antes. No me habría dejado traicionar. Creo que llevo más equipaje de lo que pensé, necesito dejar quien fui atrás.
Aca no tengo porque ser la puta de papa. Puedo ser Casandra Ross. Tan simple como eso. Si tan solo supiera quién carajos se supone que soy.
¿Alguien me extrañará? ¿O solo les dará nostalgia el cambio que mi ausencia provoca en su rutina?
Tal vez algún día buscaré las respuestas a esas dudas. Pero ahora no. Ahora tengo que bajar del colectivo, para ir a mi nuevo destino.
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La escasa luz que compartimos
Romance· ͙ * ̩̩͙˚̩̥̩̥ * ̩̩̥͙ ✩ * ̩̩̥͙˚̩̥̩̥ * ̩̩͙‧͙ .ꜱɪɴᴏᴘꜱɪꜱ. · ͙ * ̩̩͙˚̩̥̩̥ * ̩̩̥͙ ✩ * ̩̩̥͙˚̩̥̩̥ * ̩̩͙‧͙. 🅴︎🆂︎ 🅻︎🅰︎ 🅷︎🅸︎🆂︎🆃︎🅾︎🆁︎🅸︎🅰︎ 🅳︎🅴︎ 🆄︎🅽︎🅰︎ 🅷︎🆄︎🅸︎🅳︎🅰︎, 🆄︎🅽︎ 🆀︎🆄︎🅸︎🅴︎🅱︎🆁︎🅴︎, 🆄︎🅽︎🅰︎ 🅰︎🅼︎🅸︎🆂︎🆃︎🅰︎🅳︎ 🆈︎ 🆄︎🅽︎ 🅰...