Esperar y partir [Roxana]

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 Capítulo veinte

Estoy esperando que terminen de llenar el tanque de nafta del auto. No sé muy bien cuánto gastaremos, pero como no me quiero arriesgar a quedarme varada en medio de la nada, lo dejaré bien lleno.

   El chico que hace la carga no deja de sonreírme coqueto. Me encantaría decirle que me está espantando más de lo que me conquista con esa media sonrisa. Pero por cortesía y por el hecho que es el que me va a cobrar prefiero quedarme callada.

   Una lástima que Cass bajo para comprar algo para el camino. Si estuviera aquí seguro ni nos prestaría atención. Me hago la distraída y comienzo a inspeccionar las ruedas del auto. Según me dijo el camino es largo, así que tener las ruedas en condiciones es algo primordial.

   Me pregunto cuánto será de largo, ya que desconozco realmente la distancia de cualquier lugar. Parte de las desventajas de jamás haber abandonada alguna vez mi ciudad. Todo esto me produce cierta adrenalina, el emprender este viaje. Tal vez incluso más que Casandra.

  Cuando me siento segura de que las ruedas están en perfectas condiciones, reviso nuevamente mi celular. Lo hecho más de 5 veces, pero aún no tengo ningún mensaje de Emiliano, suponiendo que él me enviara alguno.

   Le robe el auto, y desaparecí con Cass, esperar algún tipo de preocupación es algo mínimo.

  Apenas escuchó el ruido de que terminó de cargar y extiendo la tarjeta para pagar lo más rápido posible lo que debo. Soy oídos sordos a cualquier cosa que no tenga que ver con el pago. Hasta me lo hace difícil haciendo su jueguito de galán reteniendo mi tarjeta diciéndome si no quiero anotar su número. Ese chico no sabe cuánto tiene que agradecer que no le este dando un golpe en la garganta en este momento.

  Le arrebató mi tarjeta con el ticket y me meto en auto para ir a estacionarlo lo más lejos posible de él. Aparentemente me toca seguir esperando, porque el sector de cafetería está más lleno de lo que pensaba. Evitó preocuparme de más con ese asunto y le marcó a Emiliano, decidida a que por lo menos sepa a donde voy a ir. Mi nivel de impaciencia se incrementa con la musiquita de espera.

   — Buenas Roxi, ¿todo bien? —hay cierto tono de burla en su voz. Sólo yo tengo derecho en esta relación a ser burlona—.

    — Me fui hace no se cuántas horas, y ni una llamada, ni mensaje de preocupación. Que pésimo servicio de primo ofreces.

   — Pásate a premium para recibir un mejor servicio, el primer mes es gratis, y puedes desuscribirte cuando quieras.

   — Hablo en serio, ¿no te preocupa tu pequeña prima?

   — Por supuesto, pero te llevaste mi auto, y yo no pensaba llamarte o molestarte mientras estabas conduciendo.

   — Que conveniente excusa.

   — Mira lo que recibo por preocuparme por que cumplas la leyes de tránsito —guarda silencio, tal vez esperando que por fin riera a  alguna de sus bromas, pero no pasó— ¿A dónde van?

   — A ver el padre de Cass.

   — Eso suena a un viaje largo, ¿sabés llegar?

   — Estoy muy segura de que si yo no lo sé, el GPS lo sabrá.

   — No es una broma, es un viaje de por lo menos 10 horas para llegar a Capital en auto. No es "me mandó y veo si puedo llegar con mi celular".

   — Eso es exagerar, ahora con la tecnología puedes hacer estas cosas.

   — No pensé que irías tan lejos, no puedes ir a otra lugar así como así. Necesitas una cédula que demuestre que el auto no es robado y tienes permiso para usarlo ¿Sabías eso?

La escasa luz que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora