Favores [parte 1]

342 116 13
                                    

 Capítulo trece
Primera parte

 Hacía mucho tiempo que no me despertaba con tanta paz dentro mío, me sentía renovada, y recargada con un optimismo casi imprevisto. Me quedé un momento observando las estrellas que decoraban el techo, pude notar que habían sido pintados con dedicación y cariño. Claramente ella quería tener el cielo estrellado sobre sí. 

Hoy es mi primer día en mi nuevo trabajo, no podía darme el gusto de llegar tarde, por lo que me levanté. El departamento en estos momentos se hallaba habitado por mí nada más. Al parecer, tanto Roxana como Emiliano habían abandonado el lugar temprano. 

Corrobore la hora, recién eran las 09:10 am, y caminando al local llegaba aproximadamente en media hora. Sin embargo no quiero confíarme suelo tener la maldita costumbre de llegar tarde a cosas importantes.Quería verme profesional pero a la vez juvenil, así que me hice una coleta alta, acorte un poco mi proceso de matutino de belleza, sino lo hacía iba a sentirme incómoda todo el dia. Tome mi campera ya que podía imaginar que afuera los vientos de otoño estaban haciendo de las suyas. Por último guarde mi celular y las llaves que me dejó Emiliano, hice una nota mental de no olvidar de hacer una copia de ella. 

Me tomé un momento para apreciar mi reflejo en el espejo, me veía realmente bien, fue una buena decisión usar mi máscara de pestañas favorita. Como ya estaba lista decidí que era momento de irme.

La caminata, con el aire fresco acariciando mis pómulos, fue placentero. Agradecí que había logrado memorizar el camino al trabajo, porque de otra manera estaría dando vueltas toda la mañana. Debía admitir que amo el otoño y la primavera, eran mis estaciones favoritas por lo que ver las hojas secas en el suelo logra sacarme una sonrisa. La estación de a poco se hace sentir a la perfección, con un clima no lo suficiente frío como para tener que salir tapada con una frazada. Me sentía ligera y parte de la brisa. 

Como sospeche, tardé aproximadamente treinta minutos en llegar al local. Estaba vacío, aunque es obvio ya que todavía está cerrado. Toqué la puerta, con la esperanza de no haber llegado antes que mis jefas y solo tuviera que esperar paciente a que me reciban. A través del vidrio puede ver a Juana salir de la cocina alegre, sacó un gran manojo de llaves, y me invitó a entrar al calor del lugar. 

- ¡Que puntual! Tu uniforme está en la oficina, cuando termines pásate por la cocina.

  Obedecí, mientras ella volvía a la cocina, me dirigí a la misma oficina en la que había sido entrevistada. El modelo de uniforme era igual al de Juana, solo que más pequeño. 
Me lo coloque por encima de mi camiseta, me quedaba perfecto, tal vez algo ajustado en la cintura, pero no tanto para que sea incómodo.

  Fui como me pidió hasta la cocina, adentro estaban los tres. Mirta, Juana y Jorge. Este último es un hombre robusto, pero muy alto, con una apariencia impecable. Tenía todo su espacio de trabajo con una pulcritud admirable. Él fue el primero en acercarse, me dio un fuerte abrazo, y luego estrechó mi mano con la misma fuerza, mucha pero a la vez moderada para no lastimarme. Tenía una expresión entre la alegría y el alivio en su rostro.

- Es un placer conocerte Casandra, la ocasión anterior no nos dio un momento para una charla, pero seguro ahora sí -su voz era grave y amable, además parecía no poder controlar su emoción-. La verdad, a estas alturas creímos que nadie tomaría el trabajo, pero es un alivio que aceptarás. Ven acompañanos, toma asiento en una de aquellas sillas.

Me señaló un asiento al lado de Juana, y acepté encantada. En la mesa había servido unas tazas con algo que parecía té o tal vez café. En medio había un plato con varias galletas, las mismas que tienen a la venta. 

La escasa luz que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora