Favores [parte 2]

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Capítulo diecinueve

Pasa un largo rato hasta que él apaga la radio y se estaciona a un costado de la calle. Mi cabeza por fin ha dejado de palpitar por la adrenalina. Lo observo esperando cualquier reacción. Tal vez acaba de decidir que no me quiere ni en su casa ni cerca de su prima. Una vez que sus ojos verdes se posaron en mi se que este momento es decisivo.

– ¿Qué clase de lunático manda a una persona a buscar a su ex-novia? ¿Con qué clase de persona salías Cass?

  Me llamo Cass. Es la primera vez que me llama por mi apodo. Aunque en parte se debe a que todavía no le había dado permiso para usarlo. Está nervioso. Algo que no puede ocultar con su habitual capa de autoconfianza. El perro guardián está preocupado por mi.

– No se porque hace esto. Podría ser él o mi padre que logró convencerlo.
– ¿Vas a ignorar la parte de poner a alguien espeluznante a vigilarte?
– Lo más probable es que ese hombre trabaje para él. No es como si pudiera controlar cómo se ven sus empleados.

Él agitó la cabeza con frustración. Se frotó el cabello tal vez tratando de obligarse a entender lo que está pasando. Debería explotar. Debería cuestionar. Emiliano protege a su prima, en este momento debería estar furioso del peligro que significó para ella.

– Niña de ciudad sabes darme dolores de cabeza peores que la resaca -masculla agotado, se acuesta sobre el volante.
– Eres el primero en pensar eso de mi.
– Dime algo, lo que sea… Algo que haga valer la pena que aún confíe en que es una buena idea creer en vos. Cualquier cosa que justifique que aún mantenga la mente abierta sobre ti.

Podría estar equivocada pero eso se escuchó igual que un ruego. La brutal honestidad de sus palabras me hacen difícil pensar y respirar. En verdad confía en mí… quiere hacerlo. Su celular empieza a sonar de forma estrepitosa arruinando el ambiente. Atiende y deja el celular sobre el tablero.

– ¡¿Qué pasó?! ¿Están bien? Juana me llamó alterada diciéndome que un hombre los empezó a perseguir a la salida del local ¡¡CONTESTA!! -Roxi está histérica, no quise preocuparla.

Ni siquiera considere lo que pensaría Juana de mi. Lo de la historia era una broma que puedo explicar, ¿pero esto? Me creerán una problemática que es mejor tener lejos.

Emiliano me dio un ligero golpe en la cabeza y me observó con atención.

– No llenes tu cabecita de ideas inútiles -no se si lo dijo por mi o su prima–. Estamos bien.

Su voz segura hizo que su prima suspire aliviada al otro lado.

– En cuanto subimos al auto lo perdimos de vista. Tenías razón, no era alguien de aca. Pero estamos bien, en un rato iremos a la casa. Todavía tengo que ir a marcar mi salida.
– De acuerdo, te creeré, nos vemos en un rato -aceptó antes de colgar.

Emiliano suspiro agotado. Aun no sabia como responder a lo que me pidió antes. No se me ocurría ningún argumento para defenderme.

– No va estar tranquila hasta que nos vea -murmuró él volviendo a encender el auto-. Con esto es suficiente.
– Él me traicionó -masculle sosteniendo su mano antes de que arrancara-. No de la forma convencional, aun así fue más doloroso.
– No tienes que contarme si no quieres -su voz grave y calma me da un poco de coraje.
– Soy un desastre -mi corazón palpita con tanta fuerza que creo que lo escucho hacer eco en auto-, pero no lo hago a propósito. Me gusta vivir acá. He disfrutado más en estos días de lo que he disfrutado en años. Así de especial es esto para mi… No soy mala. Confía en mí un poco más.
– Puedo confiar un poco más -accedió con una sonrisa, aunque esta es diferente a la de siempre.
– Entonces… ¿Somos amigos?

La escasa luz que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora