Favores [parte 2]

332 113 26
                                    

Capítulo trece
Segunda parte

  Él se estacionó a un costado del camino apenas dije esas palabras. Aun mi cabeza palpitaba de la adrenalina que implico la corrida. Mientras que Emiliano parecía analizar mis palabras con cuidado.

   – ¿Qué clase de lunático manda a una persona a buscar a su ex-novia? ¿Con qué clase de persona salias Cass?

  No pase por alto que era la primera vez que me llamaba por mi apodo. Estaba nervioso, y no por mí, sino de lo que implica que Roxi este cerca de mí. O tal vez me equivocaba, y sin saberlo había empezado a caerle bien.

   – No se, tal vez no sabe que es mi ex-novio, o incluso mi padre lo convenció de que necesitaba buscarme. No puedo responderte a ciencia cierta, solo se que aquel hombre prácticamente trabaja para él, y no creo que lo enviara para tenerme vigilada.

  – ¿A qué te refieres que no sabes que es tú ex-novio?

  – Estaba segura que luego de que traicionas a tu novia, y ella se va sin decírtelo, el mensaje de que ya no quiere estar contigo queda implícito.

  – Sólo me provocaras dolores de cabeza —me dijo mientras masajeaba sus sienes—.

  Empezó a sonar el celular de él de manera estrepitosa. En el identificador de llamada se podía ver el nombre de Roxana.

   Me miro de costado, y atendió la llamada poniéndola en alta voz.

   – ¿Pero qué pasó?, ¿están bien? Juana me llamo alterada diciéndome que un hombre los empezó a perseguir a la salida del local. ¡¡CONTESTA!! —Roxi estaba histérica, no había pensado en lo que habría pensado de mí Juana, seguro me echarían por problemática—.

   – Estamos bien, relajate, en cuanto subimos al auto lo perdimos de vista. Tenias razón, no era alguien de aquí, y si cuando lo vi también me dio una sensación extraña. Pero estamos bien, en un rato iremos a la casa. Todavía tengo que ir a marcar mi salida.

   – De acuerdo, te creeré, nos vemos en un rato.

   Dicho eso cortó, se oía todavía alterada, pero sabia que iba estar tranquila en cuanto nos viera.

   Emiliano volvió a arrancar, tiro su celular en el asiento de atrás. Tenia la expresión sería.

   – No iba a venir, pensé que Roxana estaba exagerando, pero me dijo que te prometió buscarte, y ella estaba esperando todavía su turno para rendir el examen y no podía irse. Así que me lo pidió como un favor de su parte. Acepté, porque pensé que seria divertido molestarte, para que te diviertas, y  no tuvieras tu habitual ceño fruncido —él soltó un suspiro de cansancio— Si no hubiera venido, no dejo de pensar que tal vez te habría pasado algo de lo que me arrepentiría por siempre.

   – No pensé que te agradara lo suficiente para que te preocuparas por mí. Pero si te agradezco que vinieras, tuve demasiado miedo,  y necesitaba a alguien.

   – Claro que me agradas, y me importas. Roxana se encariñó de ti demasiado, y no la culpo, también lo hice. Supe que podía confiar en ti la primera noche, y no me arrepiento de hacerlo.

   – Había pensado que solamente me tolerabas.

   Él largo una carcajada, y mi cara de desconcierto, le causó más gracia.

   – No se si lo habrás notado, pero mi personalidad es así. Mi plan era solo aguantarte, con esa pinta de niña mimada y rica, supuse que no nos llevaríamos bien. Sin embargo fui notando cosas, que cambiaron mi opinión. No eres lo que pintas Casandra. Y me odio por haberte juzgado sin más.

La escasa luz que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora