La llegada de Emily Grace Lawrence Díaz fue como un soplo de aire fresco después de la tormenta.
Era tan pequeña y frágil, pero al mismo tiempo, parecía ser el símbolo de un nuevo comienzo para todos nosotros. Carmen finalmente estaba en casa después de unos días en el hospital, y su recuperación iba de maravilla.
Habíamos trabajado todos juntos para asegurarnos de que la casa estuviera lista para este momento especial. La casa nueva no era enorme, pero estaba llena de amor y esfuerzo. Cada rincón hablaba de nuestras historias, desde las paredes pintadas por Johnny y Miguel, hasta el jardín que Robby y yo habíamos arreglado con esmero. Finalmente, teníamos un hogar que realmente sentíamos nuestro.
Ese día, mientras Carmen entraba por la puerta principal con Emily en brazos, todos estábamos ahí para recibirla. Era una escena que se sentía como sacada de una película: amigos, familia y compañeros de batalla, todos reunidos para celebrar la llegada de la pequeña.
—¡Bienvenidas a casa! —gritó Johnny con su característico entusiasmo, sosteniendo un pastel que había comprado a última hora.
Daniel, Amanda, Chozen y Sam estaban ahí también, junto con Robby, Tory, Hawk, Demetri, y hasta Axel, quien ahora parecía encajar perfectamente en nuestro grupo, especialmente después de que él y Sam habían comenzado a salir oficialmente.
—Es increíble lo pequeña que es —comentó Tory, mirando a Emily con una mezcla de ternura y asombro.
—¿Tú crees? Yo creo que ya tiene la fuerza de Johnny —bromeó Miguel, recibiendo un codazo juguetón de su madre.
Más tarde, después de que Carmen y Emily se instalaran, todos nos sentamos en la sala para compartir recuerdos y anécdotas. La conversación fluyó naturalmente, como si todos los conflictos que habíamos enfrentado alguna vez hubieran quedado atrás.
Robby, sentado junto a mí, parecía más relajado que nunca. Pero conocía a mi hermano, y sabía que tenía algo en mente.
—¿Qué estás pensando, Robby? —le pregunté en voz baja mientras los demás reían por alguna broma de Johnny.
—Quiero seguir entrenando, pero no solo eso... —comenzó, mirando sus manos como si estuviera ordenando sus pensamientos—. Quiero ser parte del legado de Cobra Kai, pero uno que represente algo bueno, algo diferente. Creo que papá y yo podríamos hacer algo grande con esto.
Lo miré, sorprendida pero orgullosa. Robby había cambiado tanto en estos últimos años, y este nuevo propósito parecía perfecto para él.
—¿Y qué dice papá? —pregunté, curiosa.
—Está de acuerdo. De hecho, él fue quien lo sugirió. Quiere que me quede para ayudarlo a entrenar a la próxima generación, pero con las enseñanzas tanto de Cobra Kai como de Miyagi-Do.
Lo abracé.
—Creo que es una gran idea. Sabes que serás increíble en eso.
Después de la celebración, cuando todos se habían ido y la casa estaba tranquila, me quedé en la sala con Carmen y Miguel. Emily dormía pacíficamente en su cuna, y el ambiente estaba lleno de calma.
—Voy a quedarme este año —les dije, rompiendo el silencio.
Miguel y Carmen me miraron, sorprendidos.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Carmen, preocupada.
—No voy a ir a la universidad este año. Creo que es importante que me quede para ayudar con Emily. Sé que esto será un gran cambio para todos, y quiero estar aquí para apoyarte, Carmen, y también a Miguel.
Carmen tomó mi mano, sus ojos llenos de gratitud.
—No tienes idea de cuánto significa esto para mí, pero no quiero que pongas tus sueños en pausa por nosotros.
—No lo estoy haciendo —respondí con una sonrisa—. Solo estoy reorganizando mis prioridades. La universidad estará ahí el próximo año, pero Emily solo será bebé una vez, y quiero ser parte de eso.
Miguel no dijo nada al principio, pero después se acercó y me abrazó.
—Eres increíble, ¿lo sabías? —susurró.
Los días siguientes estuvieron llenos de pequeños momentos que se sentían como grandes victorias. Emily comenzó a adaptarse a su nuevo hogar, y todos nosotros hicimos lo posible para asegurarnos de que Carmen no tuviera que preocuparse por nada.
Mientras tanto, Robby comenzó a pasar más tiempo con Johnny, trabajando en planes para abrir un nuevo dojo que fusionara lo mejor de Cobra Kai y Miyagi-Do. Sam también estuvo involucrada, y parecía que su relación con Axel iba viento en popa.
—Creo que Sam está feliz —le dije a Miguel una noche mientras nos sentábamos en el jardín.
—Lo está. Creo que Axel es bueno para ella, aunque nunca pensé que diría eso.
Reímos juntos, disfrutando de la tranquilidad de la noche.
Finalmente, una tarde, Johnny nos mostró los nuevos uniformes para el dojo renovado. Eran negros con detalles en amarillo, manteniendo el espíritu de Cobra Kai, pero con un diseño más moderno y una vibra positiva.
—Es perfecto —dijo Robby, sosteniendo uno de los uniformes.
—¿Estás listo para esto? —pregunté.
—Más que nunca —respondió con una sonrisa confiada.
La vida seguía adelante, pero ahora con un ritmo más tranquilo y equilibrado. Emily era el centro de nuestro mundo, y su risa era suficiente para recordarnos que, después de todo lo que habíamos pasado, la paz finalmente había llegado a nuestras vidas.
Sabíamos que aún habría desafíos en el futuro, pero por primera vez en mucho tiempo, sentíamos que estábamos listos para enfrentarlos juntos.