Capítulo XVII - Oro
Karla llevaba varias horas revisando el reloj, calculando con precisión el momento en que Matthew le avisara que Sarah había despertado. El café humeaba entre sus manos mientras se sentaba en el balcón de su habitación de hotel, con una vista privilegiada del Big Ben iluminado por los primeros rayos del sol. No quería dejar que la distancia enfriara la conexión entre ambas, y esta llamada era la primera pieza de un día que esperaba fuera especial para Sarah.
Mientras tanto, al otro lado del mundo, Sarah despertaba con una resaca que le recordaba la mezcla imprudente de ron añejado, vino y emociones de la noche anterior. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que todavía llevaba puesta la ropa de la pijamada improvisada. Al salir de su saco de dormir, saludó a Willy, Matthew y Juanjo, quienes todavía lucían algo desvelados pero estaban entretenidos con el desayuno.
—Feliz cumpleaños, dormilona —dijo Willy con su característico tono burlón.
Sarah le sonrió, murmuró un agradecimiento rápido y se dirigió al baño. Necesitaba algo de tiempo para recuperar su compostura. Después de una ducha reparadora, eligió un atuendo cómodo pero elegante: unos pantalones de tela negra de corte recto, una blusa de seda color crema con detalles bordados y unos pendientes de oro que combinaban perfectamente con su estilo sobrio y sofisticado. Recogió su cabello en un moño bajo, dejando caer algunos mechones alrededor de su rostro, que reflejaban un aire fresco y renovado pese a su resaca.
Justo cuando estaba lista para bajar al salón, su teléfono comenzó a vibrar. Miró la pantalla y sonrió de inmediato: era Karla. Una videollamada.
Sarah contestó con una mezcla de entusiasmo y timidez. Al otro lado de la pantalla, Karla lucía impecable. Vestía un suéter color borgoña y tenía el cabello recogido en una coleta alta. Estaba sentada en el balcón de su habitación, con la icónica torre del Big Ben como telón de fondo.
—Feliz cumpleaños, mi querida Sarah —dijo Karla con una voz suave pero llena de calidez.
Sarah sonrió, su rostro iluminándose instantáneamente.
—Gracias, Kar. Qué gusto verte.
Karla tomó un sorbo de su café antes de continuar.
—Quería ser la primera en felicitarte de verdad, aunque Matthew me dijo que Willy se me adelantó esta mañana. Pero bueno, no podía dejar que el día pasara sin decirte cuánto significas para mí.
Las palabras de Karla eran un bálsamo para Sarah, quien, aún con la resaca y la sensibilidad emocional, no pudo contener las lágrimas.
—Ay, Karla, ni siquiera estás aquí y logras hacerme llorar —dijo Sarah mientras se secaba las mejillas con la manga de su blusa.
—Me encanta verte tan humana, Sarah —respondió Karla con una sonrisa traviesa—. Aunque debo admitir que tus lágrimas hacen que quiera estar ahí para secarlas... o para provocarlas de otra manera.
El comentario, cargado de doble intención, hizo que Sarah se quedara sin palabras por un momento, pero luego soltó una pequeña risa nerviosa.
—¿Provocarlas de otra manera? No sé si quiero saber qué tienes en mente... —dijo Sarah, con un tono que reflejaba tanto curiosidad como desafío.
—Oh, estoy segura de que lo sabes —respondió Karla mientras se acomodaba en su silla, dejando que la cámara capturara el brillo juguetón en sus ojos—. Pero si no lo tienes claro, digamos que planeo compensar mi ausencia con algo más que flores y joyas.
Sarah notó cómo su respiración se aceleraba ligeramente.
—¿Así que ya no te basta con un "feliz cumpleaños"?
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El baile de las almas perdidas
RomanceEn un mundo donde el éxito profesional parece ocuparlo todo, Sarah y Karla, dos mujeres apasionadas y brillantes, se reencuentran por casualidad tras años de distancia. Sarah, una microbióloga de porte elegante, y Karla, una profesora que ahora tamb...