Encaje

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Capítulo X - Encaje

El día del evento había llegado, y no podía evitar sentirme nerviosa. Mi mente estaba llena de pensamientos sobre lo que significaba asistir, más allá de la inauguración del proyecto de Sarah. Había algo especial en esa invitación, algo que no podía ignorar, y eso me tenía ansiosa.

Estaba de pie frente al espejo, con varios vestidos descartados esparcidos por la cama, sintiéndome completamente perdida. Mi madre, sentada en el sillón junto a la ventana, me observaba con una mezcla de paciencia y confusión.

—Ese no está tan mal —opinó, señalando uno de los vestidos que acababa de quitarme.

—Mamá, por favor. Ese tiene más años que yo y claramente no es para un evento como este. —Suspiré, frustrada.

Sabía que no debía estresarme tanto, pero era el evento de Sarah, y quería verme impecable. Sin más opciones, tomé mi teléfono y marqué el número de Matthew, quien siempre tenía el consejo perfecto para estas situaciones.

—¿Qué pasa, querida? —contestó con su tono característico, como si supiera exactamente que estaba al borde de un ataque de nervios.

—Estoy desesperada. No sé qué ponerme y necesito ayuda, pero mamá no es precisamente la persona más indicada para esto.

Escuché su risa al otro lado de la línea.

—Dame quince minutos.

—¿Quince minutos para qué?

—Para llegar, obviamente. Juanjo y yo estamos en camino.

Antes de que pudiera responder, Matthew colgó. Miré a mi madre, que sonreía con complicidad.

—Tus amigos tienen buen gusto, eso es seguro —comentó.

En poco tiempo, Matthew y Juanjo llegaron a la casa, como una tormenta de energía y estilo. Mi madre los recibió con entusiasmo, encantada de tener compañía.

—Señora Cecilia, cada día está más joven —dijo Matthew con su encanto habitual, ganándose una carcajada de mi madre.

Después de intercambiar algunas bromas y cumplidos, ambos me arrastraron a la habitación.

—¡Déjanos ver todo lo que tienes! —ordenó Matthew, abriendo el armario y sacando cada prenda que encontraba prometedora.

Después de una serie de pruebas, descartes y comentarios que iban desde "eso es muy aburrido" hasta "¡demasiado provocativo para un evento de trabajo!", finalmente encontramos el conjunto perfecto: un vestido negro de corte sencillo, ajustado en la cintura, con detalles de encaje en las mangas y un escote elegante que dejaba mis hombros al descubierto.

—Perfecto. Clásico, pero con un toque moderno. —Juanjo asintió, aprobando la elección.

Lo combiné con unos tacones negros que alargaban mis piernas, unos discretos aretes de perlas y un bolso de mano que hacía juego con los zapatos. Mi cabello quedó suelto, con ondas ligeras que Matthew se encargó de perfeccionar, mientras Juanjo retocaba mi maquillaje, dándole un acabado natural que resaltaba mis ojos.

Cuando todo estuvo listo, me miré al espejo. Por primera vez en toda la tarde, sonreí con satisfacción.

—Te ves increíble, Karla —dijo Matthew, apoyándose en el marco de la puerta con una sonrisa orgullosa.

—Sarah no sabrá qué la golpeó —bromeó Juanjo, guiñándome un ojo.

Me reí, agradecida por su apoyo. Era increíble cómo lograban transformar cualquier situación caótica en algo divertido. Mientras me miraba al espejo una última vez, sentí una mezcla de nervios y emoción. Esta noche sería especial, y estaba lista para enfrentarla con la mejor versión de mí misma.

El baile de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora