My darling

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Capítulo XII - My darling

El sonido de la interferencia en los altavoces hizo que todas las conversaciones cesaran. Los invitados comenzaron a girarse hacia el escenario improvisado, curiosos y desconcertados. Silvia, sosteniendo el micrófono con manos temblorosas, miró directamente hacia Sarah, su voz quebrada resonando en el salón:

—¡Disculpen todos! —declaró, su tono oscilando entre lo desafiante y lo vulnerable—. Necesito decir algo importante.

Willy, que estaba a un lado, soltó un leve "Dios mío" antes de apresurarse hacia ella.

—Señorita Silvia, por favor, devuélvame el micrófono —dijo, tratando de mantener la calma mientras extendía una mano hacia ella.

Pero Silvia retrocedió torpemente, esquivándolo con movimientos erráticos.

—¡Basta, Willy! Esto no tiene nada que ver contigo —exclamó, con la voz al borde de romperse.

Los murmullos comenzaron a extenderse entre los invitados. Algunos miraban a Silvia con preocupación, otros con morbo evidente. Sarah, aún sentada, sintió que el aire se le escapaba del pecho al notar la intensidad de la mirada de Silvia. A su lado, Karla arqueó una ceja, su rostro una mezcla de curiosidad y alerta.

Silvia respiró profundamente, intentando recomponerse mientras el micrófono amplificaba el sonido de su jadeo. Con lágrimas comenzando a formarse en sus ojos, finalmente dejó salir todo lo que llevaba dentro:

—Sarah y yo... tuvimos un romance.

El silencio se volvió ensordecedor. Todos los rostros se giraron hacia Sarah, cuya expresión pasó de la sorpresa al pánico en cuestión de segundos. Sus manos, que descansaban sobre su regazo, se tensaron instintivamente.

—Nos amamos profundamente —continuó Silvia, su voz rompiéndose en cada palabra—. Y no me importa quién lo sepa... ¡No me importa nada de esto si eso significa que puedo recuperarla!

La sala entera contuvo la respiración. Sarah sintió que su mundo se derrumbaba; las palabras de Silvia caían como puñales sobre su conciencia. Antes de que pudiera reaccionar, sintió la calidez de la mano de Karla apretando la suya con fuerza, un gesto que parecía decir: "Estoy aquí".

Silvia, con lágrimas corriendo por sus mejillas, alzó la vista hacia Sarah, ignorando completamente a los demás.

—Sarah... tú sabes que esto es verdad. ¡Dime que no sientes lo mismo! ¡Dímelo frente a todos!

Los ojos de Karla se estrecharon. Aunque no apartaba su mirada de Silvia, su mano no soltó la de Sarah. Había una mezcla de incredulidad y molestia en su expresión, pero también algo más profundo: una pizca de miedo.

Antes de que Silvia pudiera seguir, Matthew, que había estado observando desde la distancia, corrió hacia el equipo de sonido. Con movimientos rápidos, desconectó el altavoz, dejando a Silvia hablando en silencio por el micrófono apagado.

Gabriella y Camila aprovecharon el desconcierto para tomar a Silvia por los brazos y sacarla suavemente del escenario.

—Vamos, Silvia, ya es suficiente —le susurró Camila mientras Gabriella se encargaba de mantenerla en pie.

Silvia, aún llorando, soltó el micrófono y dejó que las chicas la condujeran hacia la puerta principal. Los murmullos entre los invitados comenzaron a llenarse de especulación, pero Sarah se levantó de su asiento, tratando de recuperar el control de la situación.

Caminó hacia el micrófono abandonado y lo tomó con manos temblorosas. Respiró profundamente antes de obligarse a sonreír.

—Bueno... que la fiesta continúe.

El baile de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora