Capítulo IX- Cecilia
Sarah salió del trabajo con prisa, maldiciendo en silencio el retraso que se había acumulado a lo largo del día. La reunión de última hora había estirado su agenda más de lo planeado, y ahora temía llegar tarde a su cita en el café con Karla. Mientras caminaba rápidamente hacia su auto, pensó en el mensaje que había enviado más temprano para avisar que iba en camino. Karla había respondido con un sencillo "No te preocupes, aquí te esperamos", pero Sarah no podía evitar sentirse culpable.
Había elegido su atuendo esa mañana con la intención de lograr un equilibrio entre lo casual y lo elegante. Vestía un vestido midi en color azul petróleo, de tela ligera que se ceñía suavemente a su figura sin ser demasiado revelador. Las mangas tres cuartos dejaban entrever un reloj minimalista en su muñeca, mientras que el escote en forma de V añadía un toque sutil de sofisticación. Complementó el look con un cinturón delgado que marcaba su cintura y unas sandalias de tacón bajo en tono nude, que eran cómodas pero lo suficientemente formales para la ocasión. Su cabello estaba recogido en un moño desenfadado, con algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro.
Cuando llegó al café, un lugar acogedor con grandes ventanales y una terraza llena de plantas, Sarah respiró hondo y ajustó su vestido antes de entrar. La vista de Karla, sentada en una de las mesas del fondo, la tranquilizó. Karla lucía relajada, con una taza de café en las manos y esa sonrisa que parecía iluminar cualquier lugar. A su lado, una mujer de cabello corto y bien peinado, de facciones elegantes y mirada astuta, observaba la entrada con una expresión curiosa.
Karla se levantó al verla llegar y caminó hacia ella con una sonrisa cálida.
—¡Sarah! Llegaste justo a tiempo.Sarah devolvió la sonrisa, aliviada.
—Perdón por la demora, el trabajo se me complicó un poco.Karla hizo un gesto despreocupado y señaló hacia la mesa.
—No te preocupes. Te presento a mi mamá, Cecilia.Cuando Sarah se acercó, Cecilia la recibió con una sonrisa calculada, evaluándola con una mirada que no pretendía ser sutil.
—Así que tú eres Sarah. Karla me ha hablado mucho de ti.Sarah extendió la mano, manteniendo una sonrisa cortés.
—Un gusto conocerla, señora Cecilia. Karla me ha hablado maravillas de usted también.Cecilia soltó una risa suave, llevándose una mano al pecho.
—Ay, no creo que me haya descrito con tanta generosidad. Pero tengo que decir, tienes un porte encantador, querida. Ese vestido te queda precioso.Sarah inclinó ligeramente la cabeza en agradecimiento, notando el subtexto en la mirada de Cecilia. Había algo más que simple cortesía en sus palabras, como si estuviera midiendo cada una de sus reacciones.
Las tres se sentaron, y mientras Karla revisaba el menú, Cecilia no perdió la oportunidad de seguir conversando.
—¿Y a qué te dedicas, Sarah? Karla me dijo que trabajas en algo importante, pero no quiso entrar en detalles.Sarah, acostumbrada a hablar de su trabajo en términos accesibles, explicó con una sonrisa.
—Soy microbióloga. Trabajo en un proyecto llamado Génesis, que busca mejorar la fertilidad del suelo en regiones áridas.Cecilia asintió lentamente, interesada.
—Interesante... Parece un trabajo que requiere mucha dedicación. ¿Deja tiempo para la vida personal?Karla, que estaba sorbiendo su café, casi se atragantó al escuchar eso y rápidamente intervino.
—Mamá...Pero Sarah, tomando el comentario con gracia, respondió sin inmutarse.
—Es verdad que consume bastante tiempo, pero siempre se puede hacer espacio para las cosas importantes.

ESTÁS LEYENDO
El baile de las almas perdidas
RomanceEn un mundo donde el éxito profesional parece ocuparlo todo, Sarah y Karla, dos mujeres apasionadas y brillantes, se reencuentran por casualidad tras años de distancia. Sarah, una microbióloga de porte elegante, y Karla, una profesora que ahora tamb...