Mauro

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Capítulo - Italia pt5: Mauro

Cuando la cena llegó a su fin, y las luces del restaurante comenzaron a atenuarse, Mauro se acercó a la mesa con una sonrisa llena de entusiasmo.

—Prima che andiate via, ho una sorpresa per voi (Antes de que se vayan, tengo una sorpresa para ustedes) —dijo en italiano, mirando especialmente a Sarah.

Ella levantó una ceja, curiosa, mientras Karla cruzaba los brazos, notando el brillo especial con el que Mauro la miraba.

—¿Qué tipo de sorpresa? —preguntó Sarah, intrigada.

—Una degustazione privada en los viñedos. Solo ustedes, yo y la magia de la noche.

—¿Qué dices, amor? ¿Te animas? —preguntó Sarah en español, girándose hacia su pareja.

Karla, aunque un poco recelosa por la cercanía de Mauro, no podía negarse. Willy, por otro lado, estaba tan emocionado que hasta aplaudió.

—Por supuesto que vamos. ¿Cómo podríamos rechazar algo así? —dijo Willy, dándole un ligero codazo a Karla mientras reía.

El grupo salió del restaurante, siguiendo a Mauro por un sendero iluminado por pequeñas luces cálidas que colgaban de los árboles, como si el bosque estuviera lleno de luciérnagas. La brisa fresca llevaba consigo el aroma de las uvas y el suelo húmedo. Sarah caminaba al frente, riendo con Mauro mientras recordaban anécdotas de su juventud.

—Eri un disastro, Sarah! Ricordi quella volta che hai rotto l'antica bottiglia di vino di mio padre? (¡Eras un desastre, Sarah! ¿Recuerdas aquella vez que rompiste la antigua botella de vino de mi padre?)

—Lo ricordo, e non ti ho mai ringraziato abbastanza per non averglielo detto (Lo recuerdo, y nunca te agradecí lo suficiente por no haberle contado).

Karla seguía detrás, observando cómo Mauro y Sarah compartían carcajadas y bromas en italiano. Su molestia era evidente, aunque intentaba ocultarla. Willy, siempre atento, notó su expresión y no perdió la oportunidad de bromear.

—Estás celosa, Karla. Lo veo en tus ojos.

—¿Celosa? Por favor. —Karla intentó sonar indiferente, pero su tono la delató.

—Claro que sí. Mira cómo caminan, como si nadie más existiera. —Willy rió, pero antes de que Karla pudiera replicar, él añadió en tono serio—: Pero no te preocupes, tú eres su presente y su futuro. Él solo es un recuerdo, pero dueño de una cava.

— Te voy a matar — Dijo Karla mientras no pudo evitar reír.

Finalmente llegaron a una pequeña terraza en el corazón del viñedo. Estaba rodeada de hileras de viñas iluminadas por luces que caían como cascadas entre los arbustos. En el centro, una mesa de madera rústica estaba preparada con copas de cristal, varias botellas de vino y una selección de quesos y frutos secos.

—Este es mi rincón favorito —dijo Mauro, sirviendo la primera copa.

La degustación comenzó, y Mauro explicó cada vino con pasión, describiendo las notas, los aromas y las historias detrás de cada botella. Sarah estaba fascinada, probando cada copa con atención y disfrutando de cada sorbo. Karla, por su parte, comenzaba a sentir los efectos del alcohol.

—Este vino tiene... cómo lo digo... —Karla buscaba las palabras, con las mejillas ya algo ruborizadas por el vino—, un sabor... ¡Muy italiano!

Todos rieron, y Mauro aprovechó para contar su historia con Sarah.

—Nos conocimos hace muchos años, en una vendemmia (vendimia). Sarah era joven, impulsiva y terribilmente curiosa. Terminó trabajando conmigo por un verano. Aprendió rápido, aunque tenía el don de meterme en problemas.

El baile de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora