Capítulo XXVIII - Lily
Esa tarde, aunque quería que Sarah disfrutara un poco más de su momento de paz, tuve que interrumpirla. Golpeé suavemente la ventana y le hice un gesto, recordándole que teníamos un compromiso importante en casa de Juanjo. "Es la primera vez que conoceremos a su hija. No podemos llegar tarde," le dije con una sonrisa. Ella asintió, aunque con una expresión de resignación divertida. "Está bien, pero solo porque tú lo dices," respondió, bajándose del caballo con una elegancia que parecía natural en ella.
Nos dirigimos a la casa, y antes de cualquier otra cosa, tomamos una ducha rápida juntas. Fue un torbellino de bromas y coqueteos. El agua tibia caía sobre nosotras mientras Sarah se acercaba, sus manos rozando mi cintura. "¿Te das cuenta de que siempre terminamos tarde porque no puedes evitar distraerme?" le dije en tono juguetón, mientras ella reía y me respondía con su característico encanto. "¿Y acaso no disfrutas la distracción?".
Al final, logramos salir de la ducha y vestirnos. Ambas optamos por atuendos blancos: Sarah con un elegante traje pantalón que resaltaba su figura imponente, y yo con un vestido sencillo pero sofisticado, que complementaba perfectamente el estilo de ella. Aunque íbamos tarde, Sarah insistía en elegir el vino perfecto para la ocasión. Willy y yo la esperábamos en la sala, compartiendo miradas cómplices mientras ella examinaba cuidadosamente cada botella de su colección.
"Este vino tiene historia," dijo finalmente, sosteniendo una botella de etiqueta dorada. Subimos al auto, y mientras Willy conducía, Sarah comenzó a contarnos la historia detrás de esa elección. "Lo conseguí en un pequeño viñedo en Toscana, durante un viaje hace años. El dueño me contó que era una cosecha especial, dedicada a su hija que acababa de nacer. Era un vino raro, casi imposible de encontrar fuera de Italia. Tuve que rogarle que me vendiera una botella."
Mientras hablaba, su rostro se iluminaba con esa pasión que siempre tenía al contar historias. Yo no podía dejar de mirarla, fascinada por cómo cada detalle en su vida parecía estar envuelto en momentos únicos. Willy, desde el asiento delantero, se rió y comentó: "Señorita Sarah, usted siempre tiene una historia detrás de todo lo que hace. No me extrañaría que haya convencido al dueño del viñedo solo con una de sus miradas."
"Quizás," respondió ella, guiñándome un ojo antes de continuar con la anécdota. El viaje al final fue un preámbulo perfecto para la velada que nos esperaba, lleno de risas, complicidad y esa sensación de que, aunque todo a nuestro alrededor era un torbellino, siempre encontrábamos momentos para conectar y disfrutar.
Llegamos a la casa de Juanjo y Matthew justo al atardecer, con el cielo teñido de tonos naranjas y rosados. Desde la entrada, se podía escuchar la suave melodía de un piano, acompañada por murmullos alegres que llenaban el ambiente. Willy fue el primero en entrar con el vino en mano, seguido por Sarah y yo, ambas con expresiones de anticipación.
Y ahí estaba: Lily. Una pequeña bebé vietnamita, tan diminuta y delicada, envuelta en un adorable mameluco color crema con pequeños bordados de flores. Su piel era suave y luminosa, y su cabecita apenas tenía un poco de cabello oscuro. Era hermosa, perfecta, como si hubiera salido de un cuento. En ese instante, todo el ruido y las distracciones del mundo parecieron desvanecerse, dejando solo a esa pequeña criatura en el centro de atención.
Sarah, con su porte habitual, se acercó a Juanjo, quien sostenía a Lily con una mezcla de orgullo y ternura. Ella la observó por unos segundos, sin tocarla, como si su fragilidad la intimidara un poco. "Es preciosa," dijo finalmente, su voz suave pero sincera. "Estoy tan feliz por ustedes. Sé lo mucho que esto significa." Juanjo sonrió y le agradeció, acercando un poco más a Lily hacia Sarah, pero ella dio un paso atrás con una leve sonrisa nerviosa. No supe si era por miedo, respeto o algo más profundo.
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El baile de las almas perdidas
Любовные романыEn un mundo donde el éxito profesional parece ocuparlo todo, Sarah y Karla, dos mujeres apasionadas y brillantes, se reencuentran por casualidad tras años de distancia. Sarah, una microbióloga de porte elegante, y Karla, una profesora que ahora tamb...