Paparazzi

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Capítulo XXI - Paparazzi

La noche en que finalmente volví a casa fue, sin duda, una mezcla de emociones y sorpresas. Desde el momento en que mi vuelo aterrizó, no pude evitar sentir un cosquilleo de anticipación al saber que finalmente la vería. Habían sido días largos y agotadores, pero también cargados de reflexiones. Sin embargo, nada me preparó para lo que encontré al llegar a su casa.

Estaba básicamente toda su familia. Su madre, Paula, me intimidó un poco al principio; tiene esa mirada aguda, como si pudiera leer cada pensamiento que se te pasa por la cabeza. Pero también posee una calidez que te hace sentir bienvenida, como si, pese a su firmeza, estuviera dispuesta a aceptarte si te ganas su aprobación. Su padre, John, era el polo opuesto: jovial, lleno de historias y con una risa contagiosa. Es fácil ver de dónde heredó Sarah su sentido del humor y esa habilidad de hacerte sentir a gusto con solo una sonrisa.

Conocerlos fue... inesperado y, si soy sincera, un poco aterrador. Cada gesto, cada comentario me hacía pensar: ¿Estarán analizando cada movimiento? ¿Se darán cuenta de lo que realmente hay entre su hija y yo? Pero al final, las tensiones se disolvieron con las bromas de John y los comentarios perspicaces pero amables de Paula. Era evidente que ambos adoraban a Sarah, y eso me hacía querer esforzarme aún más por ser alguien digno de estar a su lado.

Después de toda la velada, que pasó de lo formal a lo relajado en cuestión de horas, la noche tomó un giro completamente diferente. En el refugio de su habitación, todo se sintió más auténtico, más nuestro. Esa barrera que mantenemos frente al mundo exterior desapareció, y allí estábamos, solo Sarah y yo, enredadas en besos y caricias que parecían borrar cualquier otra realidad.

A la mañana siguiente, me desperté antes que ella, algo que no me sorprendió. Sarah duerme profundamente, y más aún después de una noche de copas; el vino siempre la deja como en un estado de calma absoluta. Me quedé allí, a su lado, observándola mientras respiraba suavemente. Tenía el cabello despeinado, y una de sus manos descansaba sobre el colchón de manera relajada. Era en esos momentos cuando más vulnerable y hermosa me parecía. Sin pretensiones, sin barreras, solo ella.

Me sentí invadida por una sensación de paz, pero también de responsabilidad. Había algo casi sagrado en esos minutos de quietud, algo que me recordaba por qué estaba aquí, por qué había cruzado un océano para regresar. Después de unos minutos, me levanté con cuidado, intentando no despertarla.

Decidí tomar una ducha. Necesitaba aclarar mi mente y prepararme para lo que vendría después, pero también quería que Sarah tuviera unos minutos más de sueño antes de enfrentar el día. Mientras el agua corría sobre mí, no pude evitar pensar en todo lo que habíamos compartido la noche anterior y en lo que aún nos quedaba por vivir.

El baño, como todo en la casa de Sarah, tenía un estilo único que reflejaba su personalidad y sus raíces. No había puerta que separara el baño de la habitación, lo que le daba un aire de amplitud y conexión, como si cada espacio fluyera hacia el otro de manera natural. Era un baño grande, casi majestuoso, diseñado con un gusto impecable y detalles que hablaban de un amor por las tradiciones y lo contemporáneo a la vez.

Las paredes estaban revestidas con azulejos de patrones latinos, intrincados diseños geométricos y florales en tonos tierra y azul profundo, que le daban al espacio un toque cálido y vibrante. La luz natural se filtraba a través de una ventana alta y estrecha, acentuando los colores y creando reflejos que parecían bailar con el agua.

Frente a la ducha había un espejo enorme, enmarcado con madera oscura tallada a mano, que le añadía un aire rústico y sofisticado. Debajo, un amplio tocador de mármol blanco se extendía, salpicado de pequeños detalles: un frasco de perfume, una bandeja con joyas que Sarah solía quitarse al llegar a casa, y un par de velas aromáticas que impregnaban el espacio con un tenue aroma a vainilla y jazmín.

El baile de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora