Capítulo - Italia pt4:
Era un día claro y soleado en la Toscana, y Sarah, Karla y Willy se encontraban explorando un pequeño pueblo pintoresco a unos pocos kilómetros de su villa. La carretera serpenteaba a través de las colinas cubiertas de viñedos, y el aire estaba impregnado con el dulce aroma a lavanda y tierra fresca. Habían decidido disfrutar de un día libre de agenda, sin ningún plan específico más que relajarse y explorar el paisaje.
Sarah estaba al volante del coche descapotable rojo, la brisa acariciando su rostro, su cabello al viento. Willy, en el asiento del copiloto, charlaba animadamente sobre una vieja historia de uno de sus amigos italianos. Karla, en el asiento trasero, revisaba algunas fotos en su teléfono, aunque de vez en cuando levantaba la vista para disfrutar de la vista que los rodeaba.
"¡Paren en esa tienda!" gritó Willy, señalando a lo lejos, donde una pequeña tienda de antigüedades atraía su atención. "¡Seguro que tienen algo raro ahí! Vamos a ver qué nos encontramos."
Sarah detuvo el coche con una sonrisa. "¿Estás seguro de que quieres ir a un lugar de antigüedades? Yo apostaría a que tiene más polvo que hallazgos interesantes."
"No seas tan escéptica", respondió Willy con una sonrisa traviesa. "Puede que haya algo que puedas agregar a tu colección de curiosidades."
Tras un breve debate, decidieron estacionarse. Sarah salió del coche con un aire despreocupado, ajustándose las gafas de sol, mientras Karla y Willy seguían detrás de ella, Karla con una sonrisa divertida, y Willy completamente emocionado, como un niño en una tienda de golosinas.
Al entrar en la tienda, el aire pesado de antigüedades y madera vieja les dio la bienvenida. Las estanterías estaban llenas de relojes antiguos, estatuas de mármol, y otros objetos que, según Willy, "probablemente valían más que un pequeño pueblo entero".
Pero lo que realmente llamó la atención de Sarah fue una figura extraña en una esquina. Era una estatua de un perro, pero no cualquier perro. Estaba tallada en madera de una manera muy particular, como si tuviera un exceso de carácter para un simple perro.
"¡Miren esto!" exclamó Sarah, señalando la estatua con una risa. "¡Es como si alguien hubiera intentado esculpir a un perro, pero algo salió mal!"
Karla se acercó, inclinando la cabeza hacia un lado mientras la observaba detenidamente. "Es... algo raro", admitió. "Definitivamente no es el perro promedio."
Willy, sin perder su entusiasmo, se acercó y tocó la estatua. "¡Es perfecto! ¡Es tan feo que es hermoso!" comentó, riendo mientras trataba de tomarle una foto.
"Creo que voy a tener que llevármelo", dijo Sarah, riendo mientras fingía que se lo metía en el bolso. "Aunque, claro, si no me lo venden, lo llevaré a la fuerza."
Karla levantó una ceja. "¿Estás bromeando? ¡Ni en mil años! Ese perro parece que se va a caer a pedazos si lo mueves un centímetro más."
De repente, mientras Willy seguía tomando fotos del perro raro, Sarah, bromeando, empezó a empujarlo hacia la puerta de salida. "¡Voy a robarlo! Nadie podrá detenerme."
"¡Sarah, no!" exclamó Karla, con una risa incrédula. "¡Te vas a meter en problemas!"
Pero el destino tenía otros planes. Mientras Sarah empujaba con demasiada fuerza, la estatua comenzó a tambalear peligrosamente. Con un ruido sordo y un estrépito de madera, la figura cayó al suelo, rompiéndose en pedazos. El sonido retumbó por la tienda.
Los tres se quedaron en shock, mirando la escena ante ellos. Karla cubrió su rostro con las manos, Willy soltó una risa nerviosa, y Sarah no sabía si reírse o echarse a llorar.
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El baile de las almas perdidas
RomanceEn un mundo donde el éxito profesional parece ocuparlo todo, Sarah y Karla, dos mujeres apasionadas y brillantes, se reencuentran por casualidad tras años de distancia. Sarah, una microbióloga de porte elegante, y Karla, una profesora que ahora tamb...