2:03 am

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Capítulo V - 2:03 am

Desperté en el sillón de mi sala, rodeada por una maraña de papeles y hojas con anotaciones que apenas reconocía. Mi cabeza daba vueltas, no por cansancio, sino porque anoche el trabajo había logrado absorberme completamente. El reloj marcaba las 7:12 de la mañana, y el sol se filtraba por los ventanales del penthouse, iluminando todo con un resplandor cálido.

Me estiré, suspirando al ver el desorden que había dejado. Me puse de pie y recogí las hojas, apilándolas cuidadosamente en mi escritorio. "Primero, ducha", pensé.

Tras darme un baño refrescante, elegí un atuendo cómodo pero elegante: un vestido midi azul marino de tela ligera, ajustado en la cintura y con mangas tres cuartos. Combiné con unos zapatos bajos de charol negros, aretes de oro en forma de pequeños círculos y mi reloj favorito, un clásico de correa de cuero.

De regreso en la sala, recogí el resto del caos, llevé las tazas vacías a la cocina y preparé mi desayuno: un café negro fuerte y una tostada con aguacate y huevo pochado. Mientras desayunaba frente a la vista imponente de la ciudad desde el ventanal, decidí revisar mi teléfono. Entre los correos y mensajes del trabajo, uno captó mi atención: Sarah, 2:03 am.

"¿Qué tal un almuerzo mañana? Mi invitación corre por cuenta mía. ¿Qué dices?"

Me intrigó la hora del mensaje, pero rápidamente descarté cualquier pensamiento raro. Lo que predominó fue la emoción. Últimamente, Sarah había sido una brisa fresca en mi vida tan saturada de responsabilidades.

Respondí con rapidez: "Claro, estaré libre. Me parece perfecto." En realidad no estaba libre, tenía un almuerzo con Juanjo pero decidí posponerlo.

Minutos después, otro mensaje suyo llegó: "Paso por ti a las 2 pm."

"Genial, aquí estaré."

Mientras terminaba mi desayuno, me quedé pensativa, observando cómo la ciudad cobraba vida desde mi penthouse. No podía negar que desde que Sarah había reaparecido en mi vida, algo había cambiado. ¿Era el reencuentro en sí? ¿O tal vez las emociones enterradas que había decidido ignorar? No tenía claro hacia dónde iba todo esto, pero sí sabía que, por primera vez en mucho tiempo, sentía un extraño tipo de entusiasmo.

A las 2 en punto yo esperaba en recepción, el rugido de un motor llamó mi atención. Me asomé al ventanal y vi a Sarah llegar en un imponente Mustang rojo vino descapotable, con asientos de cuero beige que brillaban con la luz del sol. Bajó del auto con ese porte imponente que siempre había tenido. Llevaba puestos unos lentes de sol, un pantalón de vestir blanco perfectamente entallado, un top asimétrico color negro que dejaba al descubierto uno de sus hombros, y sandalias de tacón.

Tomé mi bolso negro clásico y me dirigí hacia la salida, donde Sarah ya me esperaba junto a su auto.

—Siempre logras sorprenderme, Sarah. ¿Es nuevo? —pregunté, señalando el auto.

— ¿Qué puedo decir? Soy una amante de los autos clásicos y sí, recién lo estrené. Hoy me pareció perfecto para nuestra salida —respondió con una sonrisa, abriéndome la puerta del copiloto.

Subí, dejando que el olor a cuero nuevo y la brisa cálida del exterior me envolvieran.

—¿Sabes? Este auto grita "elegancia con un toque de rebeldía". Es muy tú.

—¿Eso es un cumplido? —preguntó, lanzándome una mirada divertida mientras arrancaba.

—Por supuesto que lo es.

Mientras recorríamos la ciudad, con el viento jugando con nuestros cabellos, decidí hacer un comentario sobre la cena en la que nos habíamos encontrado.

El baile de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora