Capítulo XXVII - Inmersión
Regresamos de la playa y nuestras vidas retomaron su curso habitual, aunque con un cambio importante: Sarah.
Estaba completamente inmersa en el trabajo, casi como si estuviera en una carrera contra el tiempo. La veía máximo dos o tres veces por semana, y aun así, muchas de esas veces ella seguía revisando papeles o contestando llamadas mientras compartíamos una cena apresurada. Era la recta final para el lanzamiento de su tan esperado proyecto, y aunque Sarah rara vez lo admitía, sabía que estaba nerviosa. Su perfeccionismo, su dedicación obsesiva, la forma en que sus manos jugaban con el borde de un bolígrafo cuando pensaba demasiado... todo en ella gritaba presión.
Por mi parte, yo también tenía mis propias batallas. Las reuniones en la Asamblea y mis clases en la universidad ocupaban mis días, pero Sarah siempre estaba presente, incluso en la distancia. Cada semana desde aquel día en el museo, un ramo de flores esperaba en mi puerta al regresar del trabajo. Rosas, lirios, incluso margaritas sencillas pero hermosas. Siempre acompañadas de una nota, escrita con esa caligrafía elegante que tanto la caracterizaba. A veces era una frase corta, otras, un comentario que me hacía sonreír todo el día. Esa constante suya de cuidar los detalles era algo que me hacía quererla más, si eso era posible.
Sin embargo, no todo fue tranquilidad.
Un día, al abrir el correo, me encontré con un titular que me hizo reír al principio, pero que rápidamente se convirtió en un dolor de cabeza. La foto que nos tomaron en el centro comercial, donde corríamos por los pasillos con bolsas en la mano, había circulado y se había vuelto viral. "Diputada en una carrera romántica", decía el encabezado. Al principio, pensé que no pasaría a más, pero la prensa no tardó en acosarme, buscando respuestas y, como siempre, creando sus propias historias.
La situación escaló cuando, unos días después, acepté una entrevista. No podía ignorar el tema por más tiempo; la gente esperaba una respuesta, y yo tenía que darla.
Entrevista:
Entrevistador: Diputada Karla Hark, gracias por acompañarnos esta tarde. Sabemos que su agenda es muy apretada, pero hay un tema que ha llamado mucho la atención últimamente. Esa foto en el centro comercial... ¿Qué puede decirnos sobre lo que muchos ya llaman "una relación sentimental con la Dra. Sarah Vidal"?
Karla (con una sonrisa tranquila): Gracias por invitarme. Mira, me parece curioso cómo una imagen fuera de contexto puede generar tantas especulaciones. Ese día simplemente acompañé a una gran amiga al centro comercial. Nada más. No sé si fue nuestra actitud relajada o el hecho de que yo no suelo aparecer en situaciones así lo que llamó tanto la atención.
Entrevistador: Pero, ¿puede negar categóricamente que haya algo más entre ustedes? Hay quienes dicen que hay una evidente química.
Karla (riendo ligeramente): La Dra. Vidaly yo compartimos una gran admiración mutua. Es una mujer brillante, una profesional destacada, y alguien a quien considero importante en mi vida. Pero la gente siempre buscará leer entre líneas, ¿no es cierto?
Entrevistador: Sin embargo, no podemos ignorar los rumores que han surgido desde entonces. ¿Cómo maneja usted la presión de la prensa respecto a su vida personal?
Karla (con un tono más serio): Entiendo que ser figura pública conlleva cierto nivel de escrutinio, pero también creo firmemente que hay límites. Mi vida personal, como la de cualquier otra persona, merece respeto. Lo que haga o deje de hacer fuera de mi trabajo no debería ser el foco de atención. Hay temas más importantes que discutir, como las reformas en las que estamos trabajando.
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El baile de las almas perdidas
RomanceEn un mundo donde el éxito profesional parece ocuparlo todo, Sarah y Karla, dos mujeres apasionadas y brillantes, se reencuentran por casualidad tras años de distancia. Sarah, una microbióloga de porte elegante, y Karla, una profesora que ahora tamb...