Capítulo III - Rostro del detalle
Sarah llegó a "La Terraza del Olivo" con su auto clásico deslizándose suavemente hasta la entrada del restaurante. Un encargado se acercó para recibir las llaves, y ella se las entregó con una sonrisa mientras él admiraba el auto.
—Es un modelo hermoso, señorita —comentó el joven, echando un último vistazo al Mercedes antes de llevárselo para estacionarlo.
—Gracias. Lo cuido como si fuera parte de la familia —respondió Sarah, dejando escapar una pequeña risa mientras observaba cómo el carro desaparecía en el estacionamiento.
Sarah vestía un conjunto que irradiaba elegancia y seguridad para la cena. Optó por la elección de Willy, un vestido color vino tinto, ajustado en la cintura y con una caída suave que le daba movimiento. La prenda tenía un escote recto y mangas largas y flojas que acentuaban su porte distinguido. Para complementar, eligió un par de tacones negros y delicados pendientes de oro y collar, mientras que su cabello lacio modelaba ondas suaves en las puntas, lo que añadía volumen y naturalidad caía en suaves mechones sobre sus hombros. Con el último retoque de labial, un tono rojo ladrillo que hacía juego con su vestido, salió hacia el restaurante.
Al girarse hacia la entrada del restaurante, Sarah notó la fusión única entre lo moderno y lo natural que el lugar ofrecía. Las paredes estaban cubiertas de plantas colgantes y helechos, mientras una tenue iluminación verde creaba la sensación de estar entrando en una pequeña jungla. Grandes ventanales permitían una vista panorámica de la ciudad, y cada rincón estaba decorado con detalles de madera y piedra, que le daban un aire cálido y acogedor a pesar de su aspecto sofisticado.
Cuando finalmente localizó la mesa, pudo ver a Karla, quien lucía impecable con un pantalón negro de corte recto, formal pero con un toque moderno, combinado con una camisa de seda verde oscuro que realzaba sus ojos. Llevaba los lentes que Sarah recordaba de los años de colegio, y su cabello negro estaba suelto, enmarcando su rostro de manera elegante y sencilla. Sarah notó que Karla estaba en medio de una conversación animada con un hombre que, a pesar de la edad que se reflejaba en sus canas, era atractivo y de aspecto imponente. Era Matthew, el ex de Karla, un hombre alto y robusto, con una barba canosa bien cuidada y una expresión relajada que transmitía confianza. Vestía un conjunto semi formal, con una camisa azul marino y pantalones de lino gris, y parecía completamente a gusto, riendo con Karla. Ambos reían de forma tan natural que parecían completamente absortos en su charla. La imagen le provocó a Sarah una leve incomodidad, pero decidió dejarlo pasar. Con una sonrisa relajada, se dirigió hacia la mesa.
Karla la vio acercarse y sonrió ampliamente.
—¡Sarah! Justo a tiempo —dijo mientras se ponía de pie para recibirla.
Sarah saludó a cada uno de los amigos de Karla con un apretón de manos y una sonrisa, intercambiando breves presentaciones. Cuando llegó el turno de saludar a Matthew, notó que algo en su expresión mostraba cierto desdén, pero logró ocultarlo tras una breve sonrisa. Finalmente, se giró hacia Karla y le dio un cálido abrazo.
—Felicidades por el proyecto —le susurró Karla al oído, con un brillo de orgullo en los ojos que hizo sonreír a Sarah de verdad.
—Gracias —le respondió Sarah, sintiendo un poco de pena.
Ambas se separaron, y Sarah se sentó en el lugar frente a Karla, notando que el asiento junto a ella permanecía vacío.
La conversación fluyó de manera animada mientras todos se ponían al día. Uno de los amigos de Karla, observando el interés de Sarah en cada tema que surgía, se inclinó hacia ella y comenzó a preguntarle sobre su trabajo.
ESTÁS LEYENDO
El baile de las almas perdidas
RomanceEn un mundo donde el éxito profesional parece ocuparlo todo, Sarah y Karla, dos mujeres apasionadas y brillantes, se reencuentran por casualidad tras años de distancia. Sarah, una microbióloga de porte elegante, y Karla, una profesora que ahora tamb...