Cutting Crew

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Capítulo VI - Sinatra

Pagué la cuenta mientras Karla me agradecía con esa sonrisa suya, la que parecía capaz de desarmarme y llenar de luz cualquier rincón de mi ser. Cada vez que sus labios se curvaban de esa forma, sentía como si el aire se volviera más liviano, pero al mismo tiempo, mi pecho se comprimía, cargado de emociones que apenas podía controlar. Salimos del restaurante juntas, y el mundo parecía haberse detenido por un instante.

El cielo se desplegaba en una paleta de colores cálidos, con pinceladas anaranjadas y rosadas que se fundían en el horizonte. La brisa fresca acariciaba mi piel mientras caminábamos hacia el auto, y todo a mi alrededor parecía más vibrante, más lleno de vida. Tal vez porque ella estaba ahí, caminando a mi lado, con ese porte tan suyo, que mezclaba elegancia y naturalidad. Su cabello negro brillaba bajo los últimos rayos del sol, y cada vez que se movía, un suave balanceo de sus caderas parecía sincronizado con el latido de mi corazón.

Antes de llegar al auto, la impulsividad, esa que solo despertaba cuando estaba con Karla, tomó el control. Me detuve de golpe, girándome hacia ella con una sonrisa juguetona.

—¿Quieres manejar? —le ofrecí las llaves de mi Mustang, dejándolas colgar frente a ella como si fueran un tesoro.

Ella arqueó una ceja, sorprendida. Por un momento pensé que iba a negarse, pero su risa clara rompió el silencio.

—¿En serio? ¿De dónde sacas estas ideas, Sarah? —dijo, su voz seductora cargada de una ligera incredulidad. Aún así, tomó las llaves, sus dedos rozando los míos por un breve instante que me pareció eterno—. Bueno, ¿por qué no? —añadió, encogiéndose de hombros con esa ligereza que la hacía tan fascinante.

Nos subimos al auto. Karla, concentrada, ajustó los espejos con precisión mientras yo no podía apartar la mirada de ella. Sus movimientos eran tan fluidos, tan llenos de confianza. Encendió el motor, y el ronroneo grave del Mustang llenó el ambiente. La sensación de potencia bajo el capó parecía reflejar la intensidad de las emociones que bullían dentro de mí.

Seleccioné una canción para el momento: *Died In Your Arms* de Cutting Crew. Las primeras notas inundaron el auto, suaves y nostálgicas, mientras nos poníamos en marcha. La brisa nocturna comenzó a juguetear con su cabello, levantándolo en pequeñas olas que parecían bailar al compás de la música. Cada vez que Karla giraba el volante o tamborileaba los dedos al ritmo de la canción, me encontraba perdida en su imagen, en su forma de llenar el espacio con una energía que parecía hecha para conquistar al mundo.

Al principio cantábamos con timidez, pero pronto nuestras voces se unieron con más confianza. Sus risas resonaban entre las notas, mezclándose con la melodía de Cutting Crew como si formaran parte de la canción. No podía dejar de mirarla. Sus lentes de sol descansaban sobre su cabeza, y cada tanto me lanzaba miradas rápidas que eran como pequeños relámpagos, destellos que encendían todo mi interior.

De pronto, el auto se llenó de un silencio diferente. Era un silencio lleno de significado, de esas pausas en las que las palabras sobran porque los sentimientos lo dicen todo. Observé cómo la luz del atardecer bañaba su rostro, suavizando los ángulos de su mandíbula y destacando la curva de sus labios. Me di cuenta de que estaba memorizando cada detalle, desesperada por guardar aquel momento en un rincón de mi memoria donde el tiempo no pudiera alcanzarlo.

El horizonte se desdibujó y el sol terminó de esconderse, dejando paso a la oscuridad. El aire ahora era más fresco, pero el calor entre nosotras seguía ahí, creciendo con cada segundo que pasaba. Quise detenerla, decirle que no manejara más, que nos detuviéramos en cualquier rincón para simplemente estar, para hablar, para quedarnos. Pero no lo hice. El mundo seguía su curso, indiferente a mis deseos, y mientras las luces de la ciudad comenzaban a encenderse, solo pude pensar en una cosa: ella. Ella y la forma en que lograba que incluso los momentos más simples parecieran extraordinarios.

El baile de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora