Capitulo 61: La Calamidad De Kador

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En las profundidades de un lugar más allá de la comprensión de los humanos o los seres de este mundo. Una entidad movia sus manos a medida que el orbe giro sobre si mismo.

El brillo dorado de la esfera bajo la capital, en el centro del imperio y su fuente de poder.

Se encontraba algo alterada, el orbe había requerido bastante cuidado. El no podía fallar en su tarea, el hacerlo sería la condenación de si mismo y su hijo.

La recamara era gigante, de unos 5.000 metros de radio y el techo de la misma estaba a unos 5.000 más. Hecha de piedra y metales antiguos. La recamara se encargo de alvergar su poder y evitar que sean consumido por el tiempo.

Almacenar tanto era dificil, sin este ítem creado por el hombre al que una ves adoro y elogio con vehemencia.

No habria podido llegar a donde estaba o alcanzar tanto. Los mortales le vieron como un salvador, un héroe al cual seguiría de forma ciega y creían que podían confiar en su emperador.

En que este les protegia y jamás les iba a abandonar, una suave sonrisa se habria formado en su rostro. De no ser por la concentración en su misión y el costo del error.

Los símbolos se movían en bandas mágicas alrededor de la enorme espera de unos cientos de metros, en el pasado había tenido 4 veces su tamaño.

Pero ahora tras tantas amenazas eliminadas y su poca recolección. Su reserva se iba agotando poco a poco, pronto iba a tener que hacer una cosecha.

Las puertas de la sala se abrieron y los seres que resguardaron la sala. No humanos sino hombres de piedra, dieron paso a su confidente.

Sabia quien era, aun a esta distancia y con la poca luz que ofrecía este sol pequeño en las entrañas de la capital.

Al llegar a estar detrás de el, se arrodillo y bajo la cabeza.

- Majestad.

El Consul Konrad miro a su emperador y este asintió tras unos segundos en los cuales creo un nuevo circulo de contención.

- Adelante. No me molesta tu visita.

Su tono era amistoso y casi informal. De todos los seres en este mundo. El hombre a sus espaldas era uno de los pocos en los cuales confío y creia digno de llamar Amigo.

El viejo consul se puso de pie y aunnque era una falta de respeto. Se sentó en el suelo de piedra, no habia muebles o algo en lo cual apoyarse en miles de metros.

Solo el suelo helado de roca desnuda, puestas aquí en una era anterior a los 6 y a la raza humana.

- Desearía que fuera una visita, pero no lo es.

Dijo el viejo y masajeo sus ojos a medida que recordó el contenido del mensaje. La inquisición era bastante directa y rápida para informar de estas noticias.

El haber sido despertado tras menos de un minuto de cerrar los ojos, lo irrito y le hizo algo amargado.

- Nadie escapa a la edad y el cansancio del trabajo.

Se dijo a si mismo y su emperador se giro, su imponente figura. Alto y amenazante. Su abrigo negro en su mayoria poseia bandas verdes y el hilo de oro unía las bellas piezas de arte. Este conjunto era el que usaba diariamente.

Desde el día en que se conocieron hasta el día en que quizás el muriera. Daban un aire de sabiduría y liderazgo digno de su cargo. El Lord Dragon le miro con ojos fríos y muertos. Esa siempre había sido su mirada y nunca cambió. Pocas veces sonreia y si lo hacía, era por que estaba molesto.

- ¿Quieres beber algo?

Pregunto y agito su mano derecha. Un polvo dorado se manifestó de la nada y una copa cuyo interior poseía vino. Se manterializo. No derramó una sola gota y le ofreció la copa a Konrad, quien la tomó.

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