Capítulo 66: Preocupaciones en las Sombras

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Perspectiva de Leith Pierre, jefe de Playtime Co.

Sentado en mi oficina, con las luces bajas y el brillo parpadeante de las cámaras frente a mí, observaba cómo el Playcare se movía con su peculiar mezcla de orden y caos. A pesar de que siempre he dicho que nada en este lugar puede sorprenderme, la actitud de DogDay últimamente me ha dejado pensando.

Antes era el alma de la fiesta: el que lograba que hasta los experimentos más inestables se calmaran con su energía positiva. Ahora, tras darle a Lía su semana libre, parecía otro ser completamente distinto.

—Se está comportando como un idiota agresivo —murmuró uno de los científicos a mi lado, observando las mismas cámaras.

DogDay había estado levantando la voz contra los cuidadores y los científicos, algo que nunca había hecho antes. Lo más curioso era cómo afectaba a los demás. Catnap, siempre el mediador, intentaba mantener el control, mientras que Mommy Long Legs, Poppy, y el resto se notaban inquietos. Hasta los Nightmare Critters parecían más calmados que DogDay últimamente, lo cual era un logro raro considerando su naturaleza.

—¿Deberíamos separarlo de los demás? —propuso otro científico, con un tono que me hizo rodar los ojos de inmediato.

Me giré hacia él, mirándolo con frialdad.

—¿Separarlo? Genial idea. ¿Y qué sugieres? ¿Encerrarlo en una celda como si fuera un monstruo? —dije con sarcasmo evidente—. Si vamos a sacar a alguien de la ecuación, quizás debimos traer a Yarnaby aquí desde el principio, ¿no crees?

El científico se quedó en silencio, claramente incómodo.

—Exacto. No lo hicimos porque nadie aquí tiene idea de cómo actuaría Yarnaby en este entorno. Así que en lugar de proponer estupideces, preocúpate por lo que importa: que DogDay no termine convirtiéndose en el próximo Yarnaby.

Interacciones en el Playcare

Mientras los científicos murmuraban entre ellos, regresé mi atención a las cámaras. En la sala principal, Catnap y Simon Smoke parecían estar discutiendo con DogDay de nuevo.

—¡Por el amor de todo, DogDay, cálmate! —decía Catnap, visiblemente exasperado—. ¿Qué te pasa últimamente? Estás actuando como si todos aquí te estuvieran atacando.

—¡No estoy actuando raro! —gruñó DogDay, con las orejas hacia atrás y la cola golpeando el suelo—. Solo estoy cansado de que todos me miren como si fuera a explotar.

—Pues, amigo, estás a punto de hacerlo —intervino Simon, soltando un poco de humo por la nariz—. Si sigues ladrando como un loco, más de uno va a terminar queriendo encerrarte.

—¡Oh, claro! Porque tú eres el modelo perfecto de autocontrol, ¿verdad, escupe fuego? —replicó DogDay, mostrando los dientes.

—¿Sabes qué? Vete al infierno, DogDay —bufó Simon, dando un paso hacia adelante, su enorme figura pareciendo aún más imponente con el humo envolviéndolo—. Estoy tratando de ayudarte, pero si quieres seguir comportándote como un cachorrito llorón, allá tú.

—¡Basta ya, los dos! —intervino Mommy Long Legs, usando sus brazos elásticos para separarlos antes de que las cosas escalaran—. No necesitamos otro desastre en este lugar. ¿Pueden comportarse como adultos por cinco malditos minutos?

Simon dio un paso atrás, cruzándose de brazos, mientras DogDay simplemente resopló y se giró, caminando hacia una esquina. Mommy suspiró y miró a Catnap.

—Esto no va a acabar bien, ¿verdad? —preguntó en voz baja.

Catnap negó con la cabeza, preocupado.

Conversación entre Leith y Baba Chops

Mientras todo esto sucedía en el Playcare, mi oficina recibió una visita inesperada. Baba Chops, con su andar lento y seguro, entró sin previo aviso.

—¿Qué quieres, Baba? —pregunté sin levantar la vista de las cámaras.

—¿Por qué no bajas y hablas tú mismo con él? —preguntó directamente, sin rodeos.

—Porque mi trabajo no es calmar a un perro preocupado por su novia —respondí, girándome para mirarlo—. Mi trabajo es asegurarme de que este lugar no se derrumbe.

Baba se rió entre dientes, algo que siempre me ponía nervioso.

—Sabes, Pierre, si no haces algo pronto, podrías tener otro Yarnaby en tus manos. Y no creo que quieras eso.

Su tono era ligero, pero sus palabras tenían un peso que no podía ignorar.

—Estoy manejando la situación —respondí con firmeza—. Pero también quiero que todos aquí entiendan que no voy a tolerar estupideces. DogDay está pasando por algo, y en lugar de señalarlo como un problema, todos deberían apoyarlo.

—Bonitas palabras. Pero ya veremos si las cumples —dijo Baba antes de salir, dejándome solo con mis pensamientos.

Suspiré y miré nuevamente las cámaras. El tiempo dirá si mi decisión fue la correcta, pero una cosa era segura: algo tenía que cambiar, y pronto.

La oportunidad de ¡CATNAP!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora