Capítulo 78: Acordes del Pasado

85 14 2
                                    

Perspectiva de Lía

El día artificial del Playcare había comenzado como cualquier otro, con su luz suave y ese ambiente tan peculiar que lograba hacernos olvidar, al menos por un rato, lo atrapados que estábamos en este lugar. Yo observaba a Catnap y Mommy Long Legs. Aunque su relación parecía una pareja improbable, había algo en ellos que me hacía sentir un poco de esperanza. Catnap, siempre serio y con esa voz que podía helar la sangre de cualquiera, parecía una persona completamente diferente cuando estaba con Mommy. Verlos juntos me sacó una sonrisa.

Estaba tranquila junto a Dogday, mi novio, mientras los niños corrían y jugaban. Aparentemente, todo iba bien, pero mi mente seguía invadida por esos malditos flashbacks que habían aparecido hace unos días. Eran imágenes difusas, pero aterradoras. Zonas llenas de celdas, gritos y una sombra enorme que me perseguía. Sentía que esas visiones eran recuerdos enterrados profundamente en mi memoria. Pero... ¿cómo podía ser eso posible?

Decidí no decir nada. Dogday me conoce bien, y sabía que se preocuparía demasiado si le contaba lo que estaba pasando. Mejor lidiar con esto sola.

Entonces, nos llamaron a todos al área común. Cuando llegamos, vimos a dos cuidadores que traían algo consigo. Era una celda gigante, cubierta con una tela gruesa que no permitía ver lo que había dentro. Los cuidadores parecían incómodos, nerviosos incluso, como si quisieran salir corriendo del lugar.

—¡Ah, mierda! ¿Ahora qué nos van a dejar? ¿Otro bicho raro al que tenemos que cuidar? —gruñó Hoppy Hopscotch, cruzándose de brazos.

—Cálmate, Hoppy. No puede ser peor que tú —respondió KickinChicken, sacando brillo a una de sus plumas con aire burlón.

—¡Quieres pelear, gallina estúpida!

—¡Ya basta, los dos! —intervino Mommy, extendiendo un brazo para separarlos antes de que empezaran a darse golpes.

Uno de los cuidadores carraspeó para llamar nuestra atención.
—Este... esto... es el Experimento 4700, pero nosotros lo llamamos Pianosaurus. Hemos decidido dejarlo bajo su cuidado. Creemos que este es el lugar adecuado para educarlo.

(no se el numero del experimento asique me ivente su numeración)  

La mención de ese nombre hizo que mi corazón se detuviera. Pianosaurus. El nombre resonaba como un eco en mi mente, trayendo consigo una ráfaga de miedo que no podía explicar.

Los cuidadores no esperaron a que dijéramos nada. Simplemente abrieron la celda y, acto seguido, salieron corriendo del lugar. Cobardes, pensé, pero mis ojos estaban clavados en la celda.

Un sonido peculiar llenó la sala: notas de piano, brillantes y suaves, acompañadas por un destello de luz. Luego, apareció él.

Pianosaurus, el de verdad.

Era mucho más grande que el juguete que había traído al Playcare. Su cuerpo metálico brillaba bajo la luz artificial, y sus "dientes", que eran teclas de piano, parpadeaban al ritmo de una melodía que parecía brotar de su interior. Sus ojos, aunque no eran realmente ojos, tenían algo que me hacía sentir como si estuviera siendo observada... profundamente.

Todos se quedaron en silencio, incluso Catnap, quien raramente parecía impresionado por algo. Fue él quien finalmente rompió el silencio.

—Bienvenido al Playcare. ¿Eres realmente Pianosaurus? —preguntó con su voz grave.

El dinosaurio metálico inclinó ligeramente la cabeza y tocó una secuencia de notas en sus dientes, como si estuviera respondiendo que sí.

—Bueno, eso lo confirma —dijo CraftyCorn, dando un paso al frente con curiosidad—. ¿Y qué se supone que hacemos con él? ¿Le damos clases de moralidad o lo mandamos a cantar para los niños?

Antes de que alguien pudiera responder, sentí que el aire a mi alrededor cambiaba. Algo dentro de mí se agitó con fuerza, como si una puerta que había estado cerrada durante mucho tiempo se hubiera abierto de golpe.

Un flashback.

Gritos. Un pasillo oscuro lleno de celdas. Una sombra enorme que se acercaba a mí, con esa maldita música de piano resonando en el aire. Corría, pero no podía escapar. El sonido de teclas y pasos metálicos me perseguía sin descanso.

Un dolor agudo atravesó mi cabeza, y todo se volvió borroso. Sentí que alguien gritaba mi nombre antes de que todo se volviera negro.

Cuando abrí los ojos, estaba en el suelo, rodeada por los demás. Dogday me miraba con preocupación, mientras CraftyCorn intentaba hacerme una broma para "animarme", aunque claramente no era el momento.

—¿Estás bien? —preguntó Dogday, su voz cargada de miedo.

—S-Sí... creo que sí —mentí, frotándome la cabeza.

Pianosaurus estaba parado a unos metros, mirándome con curiosidad. Había dejado de tocar sus notas, como si también estuviera esperando a que dijera algo.

—¿Seguro que no fue demasiado para ti, Lía? —preguntó Mommy, mientras me ayudaba a levantarme.

—Estoy bien... fue solo un mareo. Nada serio.

Pero mientras decía eso, una cosa era clara en mi mente: Pianosaurus no era solo un experimento nuevo. Había algo más, algo que conectaba con esos recuerdos que no podía entender. Y ahora estaba aquí, justo frente a mí.

La oportunidad de ¡CATNAP!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora