Boruto estaba en su despacho cuando Sarada entró con pasos tranquilos, su expresión reflejando determinación y calidez al mismo tiempo. Sin dudarlo, se acercó y tomó sus manos entre las suyas. El contacto fue firme, pero al mismo tiempo delicado, como si en aquel gesto se encontraran todas las cosas que no decían en palabras.
Se miraron a los ojos, sin prisas, con la confianza construida a lo largo de los años.
-Hoy visitaré los albergues -dijo Sarada con serenidad-. Repartiremos comida y monedas de oro a los más necesitados.
Boruto la observó en silencio por unos segundos, dejando que sus palabras se asentaran. Luego, esbozó una sonrisa leve.
-Por eso el pueblo te ama -murmuró con honestidad-. Incluso más que a mí.
Sarada negó con la cabeza, pero él continuó.
-Podrías enviar a cualquier otra persona y quedarte en Palacio resolviendo otros asuntos. Pero no lo haces. Tú misma caminas entre ellos. Los miras a los ojos, escuchas sus problemas. No hay título ni protocolo que te impida estar con ellos.
Sarada bajó la mirada, su expresión reflejando una ligera incomodidad ante sus palabras.
-Creo que estás exagerando -murmuró con suavidad.
Boruto soltó una leve risa y apretó un poco sus manos.
-Sabes que no es así. Has ganado el corazón del pueblo.
Sarada tardó un instante en responder, pero finalmente alzó la mirada con una sonrisa tranquila.
-No hago esto para que me amen, Boruto. Lo hago porque es lo correcto.
Boruto la observó, dejando que sus palabras se asentaran. Luego, con un gesto espontáneo, deslizó sus manos por su cintura y la atrajo hacia él, acercándola hasta que sus respiraciones se mezclaron.
-Mi esposa es la mejor mujer -susurró con absoluta certeza.
Sarada exhaló un leve suspiro antes de que Boruto inclinara el rostro y uniera sus labios con los suyos en un beso suave, un gesto lleno de cariño y reconocimiento.
Por unos segundos, el mundo fuera de aquella oficina dejó de existir.
***
Las llamas de los candelabros titilaban con suavidad en los aposentos de Sumire, proyectando sombras elegantes sobre los muros decorados con tapices de seda. La estancia estaba impregnada por el aroma tenue del incienso, una fragancia delicada pero persistente.
Sumire permanecía sentada en el sofá, su postura impecable, sus dedos rozando el borde de su taza de té. Pero su mirada no estaba en la bebida, ni en los detalles del lugar. Su mente estaba en otro sitio, calculando cada movimiento que debía dar.
Hana, su doncella más cercana, se acercó con pasos cautelosos antes de hablar.
-El príncipe Minato ya ha comenzado sus lecciones junto al maestro en la biblioteca -informó con voz mesurada.
Sumire exhaló con calma y asintió, pero sus pensamientos ya estaban lejos de aquella información.
-Debo ir a la corte -murmuró finalmente-. Necesito encontrar aliados. Es hora de construir mi propia red de información.
Hana enderezó ligeramente la espalda, observándola con atención.
-¿Tiene alguien en mente, mi señora?
Sumire deslizó la mirada hacia el gran ventanal antes de ponerse de pie con movimientos fluidos. Caminó hasta la ventana, donde la vista del palacio se desplegaba imponente ante ella.
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𝑬𝒎𝒑𝒆𝒓𝒂𝒕𝒓𝒊𝒛 𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂 • |Borusara|
ФанфикшнLady Sarada Uchiha, una joven hermosa e inteligente de carácter fuerte, era la única hija del Duque Sasuke Uchiha. Fue comprometida con el rebelde príncipe heredero Boruto Uzumaki. Esta unión estaba destinada a fortalecer el vínculo entre las dos fa...
