Lo primero que sentí al "volver a la Tierra" fue una gran sequedad en la boca, sentía como si no hubiera bebido en años. Quejosa me desperecé, pero enseguida me quedé quieta al oír unas voces lejanas.
-Pronto despertará...- La voz gruesa... ¡El barbudo! Claro, era él el que me había disparado. Maldito.
-No podemos tenerla con nosotros, es una amenaza.- Jodida Samurai, era la que peor me caía, se le notaba desde kilómetros lo dura que era. Y eso, era algo malo para mi.
-Tampoco podemos dejarla aquí. Queramos o no, ella ah cuidado de Judith y no la dejaré morir.
-Papá, nos ah apuntado con un arma. A parte, pronto se hará de noche y aún estamos aquí... debemos dejarla.- La voz aguda del niño lindo llegó a mis oídos. Se oía tan diferente a cuando me habló antes, quizá el miedo le hacía sacar su parte de "Macho"...
-No hay más que decir, no la dejaremos.- Traté con mi mano de tomar mi cuchillo o mi arma del cinturón, pero tenía las manos atadas, haciéndomelo muy difícil- Piénsenlo así: conoce a Judith, la ah cuidado y nos conoce a nosotros también, podría ser una amenaza si no la vigilamos. Debemos esperar a que despierte.
-Mira.- La Samurai habló y todos se callaron. Me quedé quieta tratando de simular que aún dormía- Despertó- Al parecer no funcionó.
Abrí los ojos, encegueciéndome por unos segundos con la luz que tenía en frente. Era una fogata. Miré al rededor, dándome cuenta de que estábamos en una vías de tren, yo en particular, estaba atadas a las vías del tren.
Me quejé al sentir un dolor en mi hombro derecho y dirigí la vista hasta allí. Una venda manchada de rojo lo cubría completo.
-Maldición- Me quejé sin importarme que el barbudo se estuviera acercando a mi lentamente, examinándome- Ahora no podré usar mi arma, ¿Estás contento, idiota?- Le pregunté al barbudo que tenía en frente y él se corrigió la garganta, sentándose en frente de mi.
-Creo que hemos empezado con mal pie. Soy Rick Grimes- Se señaló y luego señaló a la Samurai- Ella es Michonne y él- Señaló al niño- Es mi hijo, Carl Grimes.
-Muy bonito.- Dije serie, dando a entender que me importaba una mierda sus nombres, de todos modos, ya los había bautizado como: La Samurai, El Barbudo y el Niño.- ¿Dónde está la bebé?- Solo me importaba ella, la tendría de vuelta y me la llevaría. No sin antes cobrarme el disparo en el hombro, eso era una cuenta pendiente.
- Oh si, claro.- Sonrió hipócrita mente, sabía que le caía mal. Así que no entendía porqué no me había dejado tirada desangrándome cuando tubo la oportunidad- Ella es Judith Grimes, mi hija.
-¿Su hija?- Asintió- Entonces, fuiste tu el que la abandonó a su suerte- supe que era un tema delicado para él cuando su cara se desformó en una mueca de tristeza. Bien, tenía algo más a mi favor- Si no fuera porque YO la salvé-Remarqué el yo- estaría... quién sabe dónde.
-¿A qué viene todo esto?- Suspiró.
-Viene a que, yo la encontré y me hice cargo de ella. Por lo cual, ella es mía. Si hubiese sido algo importante para ti no la hubieras abandonado.- Su mandíbula se tensó y pude ver como trataba de calmarse. Decidí que debía ser un poco menos fría si no quería que me asesinara.
-Mira niña, yo no sé...
-Me llamo Scarlet- Le interrumpí riéndome por dentro al ver su cara de asombro al entender que no me intimidaba.- No me llamo "niña" no me digas así. Soy Scarlet, Scarlet Jonhson.
-Vale...- Se tomó un tiempo para digerir lo que había dicho y luego volvió a mirarme- No te daré a Judith es mi hija. Debes entender que agradezco que la cuidaras y todo, pero entiende que es ridículo lo que me estás pidiendo.- Me miró con frialdad- Ya hemos pagado nuestra cuenta contigo, ahora te dejaremos en paz.- Se dio la vuelta con la intención de ir hacía la fogata, pero paró sus pasos al oír mi voz.
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Mi máscara. (Carl Grimes)
FanfictionHistoria sin editar. Ella parecía ser tan delicada y débil, como un cristal... Tan bonita y femenina, como una rosa que acaba de nacer... Y tan perfecta, como una diosa... Pero lo que nadie sabía es que detrás de esa máscara se encontraba una verdad...